Hoy en día nos encontramos postrados en una atmósfera mercantil que embriaga nuestra mente conduciéndonos a comprar y a consumir, ya sea porque provoca un sentimiento de libertad, o de decisión entre varias marcas y productos, o porque viene a llenar un vacío de falsas y vanas necesidades que la mercadotecnia nos ha creado. Al respecto Baudrillard (1990) en su libro La transparencia del mal, señala que “la gran tarea de Occidente ha sido la mercantilización del mundo, haberlo entregado todo al destino de la mercancía”. En la actualidad casi todo se ha convertido en producto de consumo. Nada es si no tiene un precio y puede ser vendido, comprado, subastado, engullido. En este mismo sentido, Giovanni Sartori (2003) en su obra La tierra explota señala que: “La tierra está enferma de súper consumo, estamos consumiendo mucho más de lo que la naturaleza puede dar”.
La expansión de los centros comerciales ha crecido en la última década para beneplácito de los consumidores. Estos son visitados regularmente por las personas quienes son atrapadas por la manipulación mercadotécnica que les crea impulsos consumistas. Estos impulsos, de acuerdo con Bryan Norton, no son otra cosa que “preferencias sentidas” que desean satisfacerse, no hay un cuestionamiento de por medio sobre si realmente se necesita lo que se quiere adquirir, sino sólo son el deseo de comprar y por esa razón las “preferencias sentidas” son irracionales. Opuestas a ellas están las “preferencias ponderadas” que están mediadas por un acto deliberativo reflexivo que conduce a hacer una ponderación racional antes de comprar algo, es decir, no se adquiere un producto compulsivamente sólo porque se vio en la revista, internet o en el escaparate y simplemente se desea, sino que la persona se pregunta, en primer lugar, si lo quiere comprar porque lo necesita realmente, y si es así, el segundo paso es buscar entre diferentes opciones cuál es la mejor, tomando en cuenta el origen, la manufactura y el descarte final de lo que se quiere comprar (ver Salazar, Una visión pragmática de la ética ambiental, 2018:62-65). Eso significa que la persona hace una compra informada y basándose en una necesidad real, no ficticia. ¿Cómo se puede enseñar a las personas la importancia y trascendencia de esto de manera que lo aprendan y pongan en práctica?
Nuestra recomendación es revisar y analizar el trabajo de investigación hecho por Annie Leonard (2010), titulado La historia de las cosas, el cual puede encontrarse tanto en video (https://bit.ly/3j68Wlh) como en libro (publicado por el Fondo de Cultura Económica). En ambos trabajos se muestra de manera muy didáctica (video) y amplia (libro) lo que es “la economía de materiales” y las cinco fases en que ésta está dividida (extracción, producción, distribución, consumo y desecho). Está también el libro de Daniel Goleman (2009) Inteligencia Ecológica, en el que presenta una interesante propuesta de etiquetado en todos los productos en el que se especifique el ciclo de vida de éstos, es decir, los procesos de manufactura que se utilizaron para la creación del producto y el tiempo de degradación de éste una vez que se deje de usar. Esta información puede permitir al consumidor prudente elegir un producto con base en el impacto ambiental que ha tenido y tendrá en la naturaleza, ya no sólo por su precio o los colores del etiquetado.
Este material lo he utilizado por varios años en el curso de Ética profesional que imparto en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, ya que en la unidad dos se analizan las principales éticas aplicadas y una de ellas es la Ética ambiental. En este tema presento a los estudiantes el origen y desarrollo de esta subdisciplina, misma que tomó como criterio base cambiar la visión antropocentrista tradicional por una ecocentrista, siguiendo la idea propuesta por Aldo Leopold de ampliar los límites de la ética para incluir animales, plantas y la tierra en general.
Hasta ahora no hay una ética que se ocupe de la relación del hombre con la tierra ni con los animales y las plantas que crecen en ella. […] Una ética de la tierra cambia el papel del Homo sapiens: de conquistador de la tierra-comunidad al de simple miembro y ciudadano de ella” (Valdés, Naturaleza y valor, 2004:26-27).
La revisión y discusión de los trabajos señalados aportan elementos importantes para la reflexión y generación de una consciencia en los universitarios del valor moral que tiene consumir éticamente, pero en realidad es una visión que debemos tener todos los ciudadanos, en especial en estos momentos de crisis producto de la pandemia mundial por la que atravesamos. Ésta debe volvernos muy conscientes de que está en nuestras manos cambiar el rumbo que nos trajo hasta esta situación.