Las Brujas/ Memoria de espejos rotos  - LJA Aguascalientes
03/12/2024

La torre negra crece a media noche,

cuando el búho canta.,

Vuelan Las Brujas, en grandes escobas,

al juntarse las agujas del reloj…

Las Brujas – Cri Cri

 

El pasado 28 de septiembre, el Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro, se llevaron a cabo diferentes manifestaciones en demanda de la universalización de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en gran parte del país y en diferentes partes del mundo. La reacción conservadora no se hizo esperar, y diversos colectivos ligados a la iglesia católica, así como a las iglesias del cisma cristiano, difundieron en Aguascalientes (y en otras localidades) la convocatoria a que los militantes católico-cristianos se apostaran en defensa de sus templos y sitios de culto, con la advertencia de que los colectivos feministas que marcharían podrían “vandalizar” dichos inmuebles durante sus manifestaciones, con la nota marginal de que en estas protestas se realizaban actos rituales de brujería, como la quema de fotos de agresores sexuales o la repetición de consignas como si fuesen mantras.

Sin abundar en la penosa ignorancia y el fanatismo de estos sectores religiosos, el tema nos da la oportunidad de revisar el arquetipo colectivo que se ha fomentado en el occidente católico-cristiano en torno a la figura de la bruja, como símbolo al que se le han adjudicado prejuiciosamente características de lo indeseable. En el cúmulo de las ignorancias que promueven la hegemonía cristiana y del apostolado romano, se omite ver la faceta deseable del arquetipo de la bruja, y se condena a este símbolo a ser referente de lo repulsivo o de lo pecaminoso. En esta construcción de la moral cristiana, el camino de la bruja es el camino de la torcedura y del desvío. Sin embargo, la bruja, como arquetipo colectivo, tiene mucho para aportar en la revisión de la formación social negativa y perniciosa que la religión judeocristiana nos ha impuesto a lo largo de los siglos.

En principio, este arquetipo de la bruja es, necesariamente, femenino. De ahí parte mucha de la construcción de este símbolo y de sus connotaciones. De acuerdo a la hegemonía de la moral cristiana, la feminidad es repulsiva cuando no se sujeta a la sumisión, al recato, al pudor y a la abnegación. Por eso la bruja es irredenta, se rebela, cuestiona y construye su propio camino alejada del rebaño. La feminidad es indeseable cuando tienta a la carne, cuando posee el poder del eros y sirve de vehículo para la perdición moral. La feminidad es un estorboso ente pasivo cuando ya cumplió su ciclo reproductivo, cuando el cuerpo ya envejeció y se aleja de los cánones propios del culto a la juventud y a la belleza. La feminidad es detestable cuando sabe y conoce más que la masculinidad; y en el arquetipo, la feminidad guarda saberes que tienen que ver con sus ciclos y con los ciclos de su entorno en un conocimiento de la vida que excluye al hombre. 


Por lo anterior, el arquetipo de la bruja puede ser la imagen de una mujer vieja y ajada, cuyo poder no está en la sensualidad de la carne, y que su valor se ha cifrado en sitios alejados de la estética corporal y cercanos a lo sublime de la decadencia; que su valía ha trascendido la fugacidad de la carne. También, por el contrario, la bruja puede poseer una imagen de belleza física y sensualidad erótica, ya que es el arma con la que tienta al santo para apartarlo del camino, y esto es un poder; como decía la frase de Óscar Wilde: todo gira en torno al sexo, menos el sexo; este gira en torno al poder. Sea como fuese la envoltura carnal de la bruja, el factor común que está presente en todo su arquetipo es el de la sabiduría de los ciclos (de la vida y de la muerte), del entendimiento de la naturaleza, y el cariz cuestionador, de curiosidad inconforme, que le caracteriza en su búsqueda de la acción en consciencia.

Todo esto se opone al anhelo de la feminidad en la moral católico-cristiana. Por eso las falanges de estas religiones ven a la bruja como anatema, porque les amenaza su capacidad de control sobre el poder de la feminidad, y por eso las brujas han sido señaladas, perseguidas, torturadas, y asesinadas, durante siglos. No es que las brujas sean esencialmente “malas”, sino que son decididamente contrarias a la aspiración de lo que debe ser una mujer, de acuerdo al canon judeocristiano occidental construido a lo largo de una historia escrita fundamentalmente por los hombres. Ahora, esa aspiración de la feminidad ha demostrado históricamente estar construida sobre la inequidad, sobre la mentira, y sobre la injusticia. Abolir ese arquetipo moralino de la feminidad e instaurar el reinado de las brujas es una oportunidad para lograr un mundo más equitativo, más consciente, más justo, más cercano a la verdad, y más bello, alejado de la perniciosa formación social de las religiones basadas en el Pentateuco.

 

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@_alan_santacruz

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