La centralización temática de la pandemia en múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana, nos hace dejar de lado algunas pequeñas alegrías y satisfacciones de las pasadas semanas. Tal es el caso de una muy reciente: el multimillonario INE (pide a la cámara de diputados solo 20 mil quinientos millones de pesos para 2021) de los inefables pero muy bien pagados “consejeros ciudadanos” Lorenzo y Ciro, le negó el registro de partido al menos a dos monstruosos entuertos: el partido calderonista, por una parte, y el gordillista por la otra. No todo es alegría, porque el antiguo PES de los autodenominados “evangélicos”, recuperó sus inopinadas canonjías políticas y su tajada de presupuesto público para vergüenza del Estado laico.
Alguien decía el otro día y con razón que el problema del sistema político no son los partidos, sino la podrida clase política, pero lo que es indudable en el caso de México es la enorme pobreza intelectual, la voracidad por el presupuesto y la estulticia de los partidos políticos con registro, borrados prácticamente de la vida pública para todo efecto importante.
En éste anómico contexto, el caso del partido de Calderón es especialmente interesante porque dicho sujeto viene de haber ocupado el cargo de Presidente de la República en una elección mucho más que dudosa en su limpieza, y porque ahora ha roto la no escrita regla mexicana para los ex presidentes de retirarse de la vida pública cuando terminan su periodo presidencial, al menos de Porfirio Díaz hasta hoy.
Así es como Calderón, quien ha tenido sin duda un paso nefasto por la vida pública mexicana, y no hablamos solo de su periodo presidencial, origen de la guerra contra los cárteles que ha ensangrentado al país y por la que más tarde o más temprano rendirá cuentas, pretende mantenerse vigente a costillas del estado mexicano y sus generosas instituciones electorales, ya sea protagonizando la división del partido Acción Nacional, del cual proviene, o bien destruyendo la reputación de los gobiernos panistas a través de su más que probable implicación en todo tipo de delitos, por ejemplo, con su contlapache hoy preso y acusado en Estados Unidos. Así, su trayectoria carece de liderazgo, fuerza o legitimidad para sostener el proyecto de la derecha, (suponiendo que tenga alguno) además de mantener el polarizado y cada vez más desigual status quo. Su vinculación con Lozoya o con García Luna, lo descalifica de modo evidente. Otro ejemplo curioso: queriendo mandar al diablo a las instituciones ante la muy reciente negativa del registro a su partido, el citado Calderón no mencionó a la madre de Lorenzo, cual es costumbre entre mexicanos que se precien, sino al padre… pero la pretendida injuria retrata bien al que la profiere y da cuenta de su ignorancia a la luz de algunas de las ideas tan frescas hoy como hace años que nos legó el propio Arnaldo Córdova en sus escritos: “…la democracia tenía sus desventajas para el nuevo régimen. Los antiguos dueños del poder abusaron de la libertad que había conquistado el pueblo y del juego democrático que el gobierno maderista permitía sin cortapisas para socavar los cimientos de la nueva institucionalidad…” o ésta otra: “Que la democracia no se puede establecer por decreto, es una verdad que nuestra historia prueba con toda evidencia” (Woldenberg, José, Nación y Constitución, Nexos, 1 de noviembre de 1989).
Pero más allá del circo maroma y teatro de Calderón, destinados sin duda al basurero de la historia mexicana; más allá de las consultas que se proponen pero no se desean y de la propaganda política de ocasión, tal vez seamos muchos millones los mexicanos y mexicanas que vemos con buenos ojos un México libre de parásitos y a los que nos gustaría ver a algunos ex presidentes procesados y juzgados por sus delitos, aunque sea en una cárcel gringa.
Post Scriptum. Buena ocasión, dadas las inminentes fiestas patrias, para preguntarnos colectivamente lo que significan la independencia en estos tiempos de pandemia que nos revelan nuestra profunda fragilidad y dependencia de los demás seres humanos en un mundo donde se globaliza las mercancías (la salud, las vacunas o los medicamentos, por ejemplo) y se desglobaliza a las personas y sus derechos fundamentales.
@efpasillas