Por disposiciones de la Organización Mundial de la Salud, el día 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Y justamente ayer tuve una larga conversación con uno de los médicos que trabajan en uno de los hospitales más importantes de este estado. El personal sanitario está compuesto por enfermeras, camilleros, médicos, químicos biólogos, técnicos de laboratorio y gabinete, personal administrativo, choferes de ambulancias y transportes, personal de limpieza, archivo, bodega y un largo etcétera. Las condiciones de trabajo han ido siendo cada día más complicadas. Las personas que están en contacto con los enfermos de Covid-19 utilizan ¡¡Tres pares de guantes!! al mismo tiempo. Y cuando tocan algún elemento contaminado se quitan el par de arriba y lo cambian por otro. Los guantes son desechables. Imagine usted la cantidad de guantes que se usan si en el día trabajan tres turnos y todo el personal los necesita. Eso por tener un dato, ya que no estamos contando los gorros, cubrebocas, overoles, caretas y envolturas del calzado. El gasto es enorme. Y el gasto energético aún más, porque trabajar en esas condiciones, vestido con ropajes asfixiantes, calurosos, entorpecedores y además con el pánico del contagio, es alarmante. ¿Y sabe Usted cuál es la ayuda que este heroico personal ha recibido para sostener su salud mental? Ninguna. Absolutamente ninguna. El médico tiene que tomar el teléfono o presentarse ante los familiares y notificarles que su familiar ha fallecido y que no le entregarán el cuerpo sino un sencillo envase con las cenizas. Asimismo el médico, la enfermera o la trabajadora social tendrán que enfrentar el dolor, la queja y el reclamo de la familia que se siente ofendida porque no se le permitió ver a su paciente y despedirse de él. Tampoco los familiares reciben ningún apoyo psicológico. Peor aún, el enfermo hospitalizado por coronavirus, que está viviendo en angustia porque sabe que tiene un padecimiento de alta letalidad, no puede ver a sus familiares y el personal sanitario que se le acerca lo mira desde lejos, establece con él un pobre contacto por miedo al contagio y se aleja en cuanto cumple con su labor, hace que el paciente pase días o semanas en la más absoluta soledad y sin ninguna información. ¿Recibe alguna ayuda para su salud mental? Ninguna. Estoy hablando de lo que está ocurriendo en los hospitales del estado de Aguascalientes porque tengo la información de primera mano, pero esto mismo está sucediendo en los hospitales de todo el mundo. Lo vemos en los noticiarios y mejor aún lo hemos comentado con nuestros amigos de Argentina, Perú, España y Panamá. La pandemia puso en evidencia las enormes carencias en los sistemas de salud de todo el mundo y llevado el conflicto a la Salud Mental, la situación es todavía más caótica. Asclepios el padre de la Medicina en la Antigua Grecia siempre impartió el cuidado a la salud incluyendo como un sólo concepto el bienestar orgánico con la estabilidad emocional. Veinticinco siglos después ese estilo ya se olvidó. La Medicina actual pretende reparar al cuerpo humano enfermo como si fuera un aparato averiado. La tecnología ha rebasado cualquier enfoque humanista. Ahora mismo cuando se mencionan los avances en la lucha contra el Covid-19 se habla de los mejores ventiladores, los mejores métodos de aislamiento y la producción industrial de las vacunas. El estado emocional del enfermo, los familiares y los médicos no interesa.




