- El cuadro de Antonio Helguera representa un sincretismo de iconografía de la cultura mexicana
- Uso de iconografía religiosa y patriótica es válido, sirve para hacer comentarios sociales y otros significados
Sobre el cuadro de Antonio Helguera, el artista plástico Emilio González señala que es una oportunidad para el diálogo y resalta que obras como esta, en donde hay un sincretismo de iconografías reconocibles, deben de ser aprovechadas para tener un diálogo entre todos.
El martes el Consejo de laicos de la diócesis de Aguascalientes envió una carta a la titular del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), Claudia Patricia Santa-Ana Zaldivar, para mostrar su inconformidad con un cuadro de Antonio Helguera en donde se ve una virgen con el rostro de la catrina siendo sostenido por Guadalupe Posada. Los creyentes afirmaron que dicha imagen ridiculizaba a quienes creen en la religión.
Emilio González Villanueva, artista plástico local, consideró que, tanto en posturas a favor como posturas en contra, deberá de prevalecer un diálogo en torno a la obra y no polarizar las opiniones.
El artista resaltó que, en el arte, es totalmente válido el utilizar iconografía religiosa y patriótica, pues esta ya forma parte de la conciencia colectiva y de la cultura pop, permitiendo así darles otros significados y hacer comentarios sociales, aunque señaló que siempre hay consecuencias de usar ciertos símbolos y más cuando son imágenes tan importantes para ciertos grupos.
“Mientras haya un diálogo de por medio, es un ejercicio social necesario el tener este tipo de enfrentamientos. En los últimos años se ha venido magnificando la diversidad de identidades que hay en el mundo y continuos roces sociales que suceden cuando se enfrentan identidades opuestas, la clave es el diálogo”, consideró González Villanueva.
El artista aguascalentense consideró que el cuadro de Antonio Helguera es un homenaje a la Catrina y una representación del sincretismo de íconos mexicanos, pues ambos símbolos tienen valores similares.
Cabe resaltar que organizaciones como el Consejo de laicos sí representan una amenaza para la libertad de expresión artística y así ha quedado demostrado a lo largo de la historia. Sólo hay que recordar cuando la Liga de la Decencia, que funciona de manera similar, en la Ciudad de México puso un taparrabos a La Diana Cazadora que duró durante años, además del gran número de filmes que censuraron porque “atentaba contra la moral”.
Si bien, lo que señala Emilio González es acertado, posturas como estas, que sólo censuran, impiden que se tenga un diálogo en donde exista la progresividad y se encuentren puntos concretos. Censurar obras de arte sólo porque utilizan elementos iconográficos que les parecen ofensivos también debe de ser considerado una falta de respeto para el instituto y para el artista que las hizo.




