Pabellón de Arteaga, antes Colonia Progreso, antes estación de bandera, nació al amparo de la construcción de la Presa Calles, la primera obra de irrigación realizada por la revolución institucionalizada, no sólo en Aguascalientes, sino en todo el país.
Este hecho determinó que la capital del Valle de los Romero tenga una de las pocas fiestas no religiosas que existen en Aguascalientes, algo excepcional en un contexto que, para parafrasear a Eduardo J. Correa, es medularmente levítico. Es la Feria de la Revolución, que normalmente se celebra en estos días, pero que de seguro en este annus horribilis fue cancelada.
La imagen corresponde a la edición de hace un par de años, los tenderetes instalados en la avenida principal de la ciudad; la que los pabellonenses dedicaron al santo patrono de la revolución institucionalizada. ¡Viva la Revolución!, proclama este marco para que ahí nomás a la pasada, usted se tome la foto como Adelita o como Dorado de Villa, que al cabo todo teléfono móvil es una cámara.
De seguro la cancelación de este año convocará en la gente de aquella población un sentimiento de nostalgia por su fiesta perdida, como nostálgica es ya la remembranza de la gesta de 1910, la celebración del tiempo perdido… Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com.




