APRO/Judith Amador
El momento histórico actual, que ha generado cuatro crisis: sanitaria, económica, política y social, representa un desafío que obliga a la búsqueda de alternativas de sobrevivencia.
En ese contexto, el antropólogo Bolfy Cottom, investigador de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), considera necesario repensar el Programa Nacional de Cultura, elaborado antes de la pandemia.
Con el propósito de abrir un espacio para el diálogo y el intercambio de ideas, el especialista en legislación cultural y del patrimonio organiza un amplio debate, en el marco del Seminario Patrimonio Cultural. Antropología, Historia, Legislación, del cual es coordinador en la DEH.
El lunes 7 y martes 8 de diciembre, a través de la plataforma YouTube, se realizarán tres mesas de análisis sobre la política del gobierno autonombrado de la Cuarta Transformación, en materia de cultura, arte, ciencia, educación e historia, entre otros campos, con la participación tanto de funcionarios públicos como de especialistas, investigadores y académicos críticos.
Dos situaciones impulsaron su propuesta:
“Una es que tenemos una visión fragmentada de lo que ha sido la política del gobierno a estas alturas, en parte porque no nos esperábamos un embate –en el sentido que sea, positivo o negativo– del gobierno en relación con la ciencia y la cultura, que desde mi punto de vista están muy ligadas. No lo esperábamos.
“Y dos, que esto llegó a un nivel de tensión y confrontación que, a estas alturas, requiere un balance sobre cuál ha sido el resultado de ese choque de trenes, por decirlo de esta manera.”
La idea, cuenta a Proceso por teléfono, es realizar un balance analítico en el cual las diferentes voces y posiciones, “con todo y lo que hayamos podido confrontarnos en términos de ideas, calificativos, de argumentación, se escuchen”. Ha solicitado a sus invitados plantear los asuntos que deben integrar el balance y señalar errores y fracasos, pero también logros.
Habrá tres mesas:
La primera el lunes por la mañana, con servidores públicos. Ha invitado a la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); Diego Prieto, director del INAH; María Novaro, directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y María Elena Álvarez-Buylla, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Aunque no están confirmados los ponentes.
La segunda contará en su totalidad con la participación de mujeres: la doctora en historia Rebeca Nadia Ximena De Gortari, la etnóloga Teresa Rojas, la especialista en arte virreinal Consuelo Maquívar, y Emma Yanes Rizo, directora del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart). Se realizará el mismo 7 por la tarde y hará el balance en investigación y docencia, no sólo en la parte presupuestal y lo que han significado los recursos para la investigación, sino el estado en que se encuentran las instituciones universitarias, la investigación artesanal, la historia y la antropología, en la visión del gobierno actual.
Al día siguiente se revisarán la ciencia y la cultura con el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, el biólogo Antonio Lazcano (ambos miembros de El Colegio Nacional), el poeta David Huerta, el cineasta Nicolás Echavarría, el antropólogo y sociólogo Antonio García de León y el etnólogo Sergio Raúl Arroyo.
Cottom abunda que se trata de que el sector oficial hable de su política, y tras un planteamiento general se pase a lo específico: bellas artes, cinematografía, los temas histórico, arqueológico paleontológico, la antropología, la ciencia, y explique las transformaciones que se propuso como parte de su administración.
Los especialistas tocarán los mismos temas, pero desde otra perspectiva, analizando lo que ha implicado “una especie de mayor control institucional, la merma de los presupuestos y cancelación de programas”. Por ejemplo, Rojas se enfocará al trabajo en el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas). De Gortari, ligada también a la investigación social, pero desde la perspectiva de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el caso de Fonart, Yanes abordará lo que ha significado la batalla de este organismo que ha pasado de estar en la estructura cultural, desarrollo social, económico y ahora regresa nuevamente al sector cultura. Maquívar dialogará sobre arte, pero desde una visión historiográfica.
La mesa más plural y diversa, en el sentido de los temas, es donde intervendrán Matos y García de León, dedicados respectivamente a la arqueología y a la investigación etnográfica, etnológica y antropológica. Lazcano, investigador en ciencias biológicas, hablará de la pandemia y la crisis sanitaria, las transformaciones que ha provocado, el financiamiento de proyectos, el Sistema Nacional de Investigadores, el Conacyt.
Echavarría tocará el apoyo al arte desde la cinematografía y el avance o retroceso en las producciones. Se abrirá también una discusión sobre el teatro y otras expresiones artísticas. Y al etnólogo Arroyo corresponderá hablar de la política cultural vinculada a la idea de nación y Estado, el impulso al arte y a los museos.
Crispación
Autor de Legislación cultural: temas y tendencias; Debates por la cultura: las consultas; y El patrimonio documental en México, entre otros libros, Cottom tiene su propio balance de la situación de la política cultural en este momento: “Lo resumiría así: El Plan Nacional de Desarrollo y su producto fundamental en la materia es el Programa Nacional de Cultura y, definitivamente, habría que repensarlo”.
Aclara que no podrá reformularse, pues ya está estructurado y tiene sus ejes de desarrollo y prioridades, así como una visión desde el concepto de transformación planteado por el gobierno actual. Sin embargo, se deben reconocer las cuatro crisis que no se esperaban en su momento:
Sanitaria, “que vino a cambiar la vida institucional en este país, así como la vida social”. Resultado de ella, la económica que ha impactado también a la sociedad y las instituciones, y cuya principal repercusión ha sido la disminución del presupuesto, con el consiguiente desafío “para quienes formamos parte del sector y hemos tenido que enfrentar un escenario en el cual hay que adaptarse para seguir produciendo y aportando a la vida institucional y cultural en este país”.
La crisis política que ha confrontado y dividido al país, al tiempo que ha evidenciado que la idea de que la cultura reconstruye el tejido social y contribuye a la paz sólo “es una frase hecha”. No funciona así y sigue siendo “el más duro de los desafíos”. Porque, explica el antropólogo, hay tal crispación y “a veces una visión maniquea de la sociedad de los buenos y los malos que –nos guste o no– es también una formulación cultural, una forma de pensamiento, de valoración, del uso de las identidades”.
Se pregunta si el gobierno y la propia sociedad tienen claro lo que se está haciendo al buscar transformar incluso las simbologías, los significados y hacer nuevos planteamientos.
Le suma las descalificaciones y estigmas que han venido a crispar los ánimos, en el contexto electoral y la lucha política que viene para el año próximo: “Vale la pena pensar, en su conjunto, qué papel va a jugar la política cultural en este sentido.”
Menciona al final la crisis social. En opinión suya comienza a palparse apenas, y es la suma de las tres crisis. Reflexiona acerca de cuánta gente ha quedado destrozada por la pérdida de sus familiares, si quedará más empobrecida, cómo se verá impactada la clase media con la crisis económica, o qué pasará con la ruptura de los lazos de convivencia resultado de la confrontación política.
Sobre ello, subraya, se debe reflexionar “con todas las diferencias que pueda haber, con toda la disminución –si se quiere ver así– de la vida institucional del Estado, y con todas las limitantes que la sociedad misma ha experimentado en sus dinámicas culturales relacionadas con su creatividad, sus ciclos de convivencia, sus fiestas populares, sus posibilidades de visitar museos, sitios arqueológicos.
“Se requiere justamente de un trabajo conjunto, no podemos vivir en tensión permanente… Hay que hacerlo juntos, con todas las diferencias que pueda haber.”
Señala que hasta hoy no ha visto diferencias entre el PRI, PAN, PRD (en la Ciudad de México) y ahora Morena, en el ejercicio del poder en el gobierno federal, pues en todos se han dado escándalos. Cita el proyecto de Luz y Sonido en Teotihuacán, la Estela de Luz, la Mega Biblioteca Vasconcelos, la propia creación de la Secretaría de Cultura sin justificación histórica, filosófica, jurídica, política y administrativa. En ese sentido no deja de sorprenderle que los legisladores de oposición se rasguen las vestiduras, cuando al ocupar la silla repiten sistemáticamente las mismas actitudes del pasado.
Es lo que sucedió con los fideicomisos o el presupuesto para las entidades federativas, y desde luego con el Proyecto Chapultepec y Los Pinos: “Son decisiones tomadas, y es muy triste, muy lamentable que, mínimamente, no se escuche.”
Aun así, expresa confianza en la posibilidad de que el próximo año haya cambios, que se abra el diálogo y se pueda reconstruir la política cultural del Estado, por lo menos del gobierno federal, pues faltan cuatro años de ejercicio del gobierno.
“Si no es así, tendremos que seguir defendiendo lo que tanto trabajo ha costado”.




