No ha habido un sólo día de los 746 que han transcurrido desde que comenzó el gobierno de López Obrador que no genere polémica, escándalo, preocupación o vergüenza por sus ocurrencias, desatinos y desaseos, en el ejercicio del poder.
Suele decir el mandatario que es el más atacado de la historia y no lo dudo, porque es el que menos recurre al ejercicio de la política, el más autoritario, despótico, autocrático y populista, aunado a ser el más alejado de la realidad política, social, científica y económica.
Una de las causas por las cuales la economía no ha sucumbido ante la desastrosa política económica de esta administración es porque han respetado la Autonomía del Banco de México, apoyaron el Tratado de de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá y también porque dentro de todo, han sostenido presupuestos responsables en cuanto al déficit público y pago de la deuda externa. Tres instrumentos neoliberales que le han permitido al actual gobierno transitar en la destrucción de las instituciones democráticas al tiempo que fomenta su aversión a la ideología que lo sostiene.
Por eso, resulta increíble primero que la iniciativa de Ley Monreal en materia de captación de divisas extranjeras supuestamente para facilitar y abaratar las transferencias de remesas que los migrantes hacen en efectivo se lleve al Senado sin haber consultado antes al Banco de México, esa institución autónoma sostiene la economía. Me extraña de Ricardo Monreal a quien tenía en un concepto diferente, mucho más razonable y político, pero parece que aunque sea un político de un partido que se dice diferente, finalmente no sólo termina siendo igual, sino peor. La iniciativa abre la posibilidad de que el Banco de México se convierta en una lavadora de dinero en efectivo advirtieron no sólo los opositores al régimen sino el Subgobernador de la institución Gerardo Esquivel, un funcionario cercano a López Obrador.
Ya aceptó el partido oficial posponer la discusión en la Cámara baja hasta febrero, pero nuevamente dejan ese tufo autoritario e ignorante. Los efectos económicos, sociales y políticos de las modificaciones legales en todo el mundo son estudiados desde la óptica del Análisis Económico del Derecho, en México el Dr. Andrés Roemer Slomiansky por ejemplo ha sido uno de los principales estudiosos y escritores de los costos de las reformas legislativas y su impacto económico. Le recomiendo a Monreal leerá Roemer y por supuesto a el libro “Derecho y Economía” de Robert Cooter y Thomas Ulen. Se habría dado cuenta que no puede soltar una iniciativa de ese tipo nada más porque tiene mayoría en el Congreso.
Y es que Monreal dice que la iniciativa tiene por objeto ayudar a los migrantes con el envío de dólares en efectivo, pero el 99.3% de las remesas se realizan por transferencia electrónica de acuerdo con Gerardo Esquivel.
El tema es que Monreal le ha abierto al gobierno otro frente en sus propias filas, en las de la oposición, en las de la prensa, hasta en organismos financieros internacionales y contribuye a la percepción pública de que esta administración quiere allegarse de recursos para regalar dinero el próximo año y con ello ganar las elecciones intermedias.
Verdadero o falso pero ese es el mensaje que envían. Ya ni hablar de una confirmación de que el gobierno no es confiable, porque había sostenido que respetaría la autonomía del Banco de México, pero esta iniciativa presentada y votada a favor en el Senado por el partido gobernante lo que dice en los hechos es que esa autonomía se la pasa por el arco del triunfo, con lo que envía el mensaje de que no respetará de ser necesario otros organismos autónomos como el INE.
Que se puede esperar de un presidente que presume como uno de sus logros de política económica los ingresos por remesas. Usted no se confunda, las remesas son envíos de dinero que los trabajadores migrantes envían a sus familias residentes en su país de origen, en este caso México, desde el extranjero. Nada tiene que ver el gobierno, al contrario debería avergonzarse que este año el Banco de México esté calculando que estas aumentarán 8.4% para alcanzar la cifra de 39,500 millones de dólares.
Más dinero es lo que quiere un voraz gobierno que sustenta su popularidad en regalar limosnas a quienes las reciben con alegría porque no les han presentado una política pública para sacarlos de la pobreza.