Lectura de un Asalto Anunciado/ Mareas Lejanas  - LJA Aguascalientes
21/01/2025

Washington DC, la discreta capital estadounidense, postrada entre tres estados en la costa este, fue el lugar de un evento sin precedentes en la historia de nuestro vecino del norte. El ahora bautizado “Asalto al Capitolio” buscaba ser una especie de Toma de la Bastilla Trumpista, pero acabó por ser más cercano a su Bahía de Cochinos. Luego de que en tres ocasiones diferentes, líderes del trumpismo llamaron a la acción a una manifestación enardecida en cuya realidad la elección fue realmente robada, pasó lo predecible: la gente fue a tratar de corregir el “robo” por medio de la violencia. 

Más que hablar de cómo se desarrolló esto, el día de hoy les escribo para hablarles sobre porque es probable que veamos eventos parecidos en el futuro. En una oración, la confianza de los estadounidenses en las instituciones está por los suelos, y esto causa enorme incertidumbre. 70 millones de personas votaron por Trump en noviembre, reafirmando el gran apoyo que existe para su proyecto. Se calcula que un 45% sigue apoyándolo después de los eventos de la semana pasada.

Esta gente ¿está loca? En realidad, no. Cualquier persona puede caer en narrativas falsas y teorías de conspiración, como lo hizo evidente el presidente de México con sus comentarios sobre un gobierno mundial comandado por las compañías de redes sociales. Pero lo que causa un aumento en esta clase de identificaciones es la enorme corrupción que existe en el sistema político estadounidense y la diferencia abismal entre lo que la gente quiere y los políticos hacen. En EEUU es legal donar anónima e ilimitadamente a campañas políticas, de manera que los representantes electos tienen enormes incentivos para hacer la voluntad de sus donantes, no la de sus votantes. A diferencia de México, Estados Unidos no tiene un instituto electoral ni un presupuesto público significativo para campañas. De esta forma, el soborno está prácticamente legalizado. Esto ha llevado a enormes decepciones en el sistema y a la creencia de que se trata de un acuerdo cerrado, una trampa, una… CONSPIRACIÓN. Por otra parte, la gran cantidad de secretos que guarda el gobierno estadounidense no ayuda. Entre los programas secretos para probar enfermedades mortales con población vulnerable, los secretos del pentágono y la enorme cantidad de documentos clasificados, el espacio existe para creer que se trata de un malvado complot. Si a esto le sumamos los exhortos de Rudy Juliani, Donald Trump Jr. y Donald Trump a la violencia. el resultado es predecible.

Además, recordemos las condiciones a las que están sometidos los estadounidenses en la actualidad. No es ningún secreto que el sueño americano nunca fue para todos y que sus mejores días están en el pasado. Hoy en día, la sociedad en EEUU está marcada por la desigualdad racial, una cicatriz de la esclavitud y la conquista, por una grotesca asimetría entre clases sociales, una cruel desindustrialización de la que es cómplice su clase política, las heridas de la guerra en los soldados, la adicción, la pobreza y la crisis de personas sin hogar. En un país cuyo mito nacional se basa en la igualdad y la excepcionalidad, una situación así de precaria no puede generar desesperación y rabia. Algunas de estas pasiones estuvieron presentes en las manifestaciones de esta semana, otras en las marchas del año pasado por parte del movimiento Black Lives Matter. 

Lo peor es que Biden representa precisamente a la clase política que ha llevado a este nivel de desconfianza y desolación. El presidente electo es el miembro modelo del partido demócrata, un partido que desde William Clinton ha abandonado no solo la pretensión de moralidad, sino el programa pro trabajadores e igualdad que lo había distinguido desde el legendario Franklin Delano Roosevelt, figura que a Biden tanto le gusta citar. El nombramiento del centrista Merrick Garland como procurador general es la primera probada de lo que tendremos con esta administración: más de lo mismo, un regreso al pasado. Y esto a su vez nos lleva a que lo que pasó el miércoles, en Washington y en las calles de EEUU todo el año pasado: son augurios de los tiempos venideros. El gobierno estadounidense está perdiendo legitimidad y sería iluso esperar que los políticos de siempre hagan algo para revertirlo.


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