
Se cuenta que el célebre pintor catalán Salvador Dalí, decía que no soportaba estar en México, porque le hacía darse cuenta que había un lugar en la realidad aún más surrealista que su pintura. Nos cause gracia o no, la anécdota nos pinta rasgos no tan alentadores de nuestro complejo ser social, sobre todo en lo que respecta a los derechos y libertades públicas y a su garantía de cumplimiento.
Ilustran muy bien el tema las legislaturas locales, frecuentemente opacas, plegadas y plagadas de intereses ajenos a la voluntad popular y de diputados y diputadas espurios, obsecuentes e impresentables por donde quiera que se les mire. Y así tenemos el notorio caso de la historia de las legislaturas de Aguascalientes (64 hasta ahora), muy frecuentemente sometidas hasta lo indecible al unipersonal Poder Ejecutivo en turno, dóciles y proclives a auspiciar agendas privadas, regresivas, reaccionarias y contrarias al interés general; lo que resulta en un proceso de simulación democrática que resulta muy dañino para el avance social de una entidad federativa que ha cambiado mucho en poco tiempo y que se pretende moderna y civilizada.
Es el caso de la reciente reforma a la normativa local, planteada para bloquear todas las iniciativas presentes o futuras que reconozcan y protejan los derechos a la salud y reproductivos de las mujeres. Dicha reforma contradice no sólo la Norma Oficial Mexicana al respecto, sino también la jurisprudencia de la Corte. En dicho contexto, es especialmente llamativa la actitud y “discurso”, si es que así se puede llamar, de un diputado del partido llamado jocosamente “de las 4 mentiras” ( porque ni es partido, ni es verde, ni es ecologista, ni es de México), que se sube a la tribuna a decir cosas como las que bien reseña Catalina Pérez en el artículo titulado: “Mi dedo en tu cxxo” (El Universal, 16 de febrero de 2021) y que ruborizan a propios y extraños por su grado de zafiedad. Pues bien, con este tipo de argumentos y otros parecidos, dicha legislatura reformó en días pasados diversos ordenamientos locales para “proteger la vida desde su concepción”. Sin duda importantísimo tema, para nada comparable con la pandemia y la grave situación social y económica que prevalecen en Aguascalientes y en México. Es dudoso sin embargo que encontremos en las plataformas de estos remedos de partido, tal preocupación como parte de su oferta o de su plataforma política, como también es dudoso que las reformas y adiciones concretadas por la LXIV Legislatura de Aguascalientes, por lo demás sin ninguna legitimidad, resistan el mínimo examen de constitucionalidad ante la SCJN. Así, nos recuerda la autora citada que según el Inegi, el 73% de las mujeres en Aguascalientes reportó haber sufrido violencia en el hogar, un dato que está por encima de la media nacional. También por encima de la media nacional está el porcentaje de madres adolescentes, concluye Pérez. ¿Qué hay entonces de una agenda legislativa y de gobierno que aborde integralmente los temas de feminismo, género y vulnerabilidad en asuntos tan importantes como derechos sexuales, reproductivos o laborales de las mujeres, así como violencia, aborto accesible y seguro y otros derechos sociales? Por eso importa quebrar abajo y a la izquierda, el pacto patriarcal, misógino, violento y machista que sustenta actuaciones como la reseñada.
Porque siendo un procaz impresentable el autor del discurso reseñado, no se piense que actúa solo, ni mucho menos, así que cabe preguntarnos por las razones por las que tales “representantes populares” llegan una y otra vez a las legislaturas locales y federales. ¿Es ese partido, el de las 4 mentiras, el aliado preferente del Movimiento de Regeneración Nacional y de la 4T para limpiar la vida pública de México? Lo lógico sería que esta impostura “verde” ni siquiera llegara a las legislaturas, dado lo grotesco de sus propuestas e intervenciones. Pero llega, y no es el único caso. ¿A qué intereses sirven? ¿Por qué el sistema de representación popular está tan viciado? ¿Qué podemos hacer al respecto desde la sociedad civil?
Y por favor no se piense que los legisladores y gobiernos locales están solos en su idiocia. Parecidos grados o acaso peores, encontramos, por ejemplo, en ciertos ministros de culto, quienes como es de dominio público, se han negado sistemáticamente y durante toda o casi toda la pandemia, y casi llegamos ya al primer año, a cerrar o al menos restringir el ingreso a los templos para evitar contagios de covid, aduciendo que “dios nos cuida”. Veamos al respecto esta otra perla de nuestro surrealista modo de ser: “Se cura con té de guayaba: cardenal de Guadalajara declaró que el covid-19 es un trabuco para dominar a los pueblos” (Infobae, 1 de enero de 2021). Resultado: alguno que otro de entre estos pastores de almas y mucha de su crédula grey, se mudaron ya de modo intempestivo al otro barrio. ¿Se podía evitar o fue designio divino?, ¿A quien puede sorprender que con este tipo de ministros, que viven extraviados en la edad media, algunas iglesias pierdan cada vez más fieles?
¿O qué decir de ciertas autoridades municipales, que en uso de sus competencias y facultades autorizan en plena cresta pandémica mantener abiertos antros y restaurantes, pero dejan cerrados en cambio parques, jardines, plazas y otros espacios públicos necesarios para la sociedad?, ¿O que tal la inopinada actitud de algunas otras autoridades y privados en el sector educativo, empeñados en abrir escuelas sí o sí, sin importar cuál sea el costo en términos de salud pública? Difícil, con tales actitudes sociales, salir del atraso y llegar, aunque sea algunas décadas más tarde, a la tan pretendida y ansiada modernidad.
Cola. Presidente: ¡rompa el pacto!; gobernador: ¡rompa el pacto!
@efpasillas