En la dinámica de degradación que sufre el fraccionamiento Bosques del Prado Norte, un nuevo centro comercial se construye en la esquina nororiente de las calles Monte Everest y Sierra Fría, que viene a sumarse a otros dos que existen en este crucero –en la cuarta esquina se encuentra una notaría pública–.
A contracorriente de lo que ocurre con la economía en general, crece la oferta de locales comerciales, pero no la demanda, aunque esta situación no se relaciona de manera forzosa con la pandemia coronavírica, por más que cada vez se observan por todas partes más letreros de “se vende”, o “se renta”. En realidad la zona sufre una saturación de locales comerciales desde hace algunos años. Basta recorrerla, al igual que el fraccionamiento Bosques, para constatar lo anterior. Por otra parte, ambos fraccionamientos, y Jardines de la Concepción, y quien sabe cuantos más, que fueron originalmente fraccionamientos residenciales, es decir, creados para que residieran ahí familias, son ahora fraccionamientos mixtos, en los que al lado de una vivienda se encuentra una oficina, una panadería, un comercio de ropa, etc., aparte de que comienzan a surgir edificios de departamentos…
En el primer párrafo me referí a la degradación del fraccionamiento Bosques del Prado Norte. ¿Será excepción o regla?, ¿ocurre esto en toda la ciudad?, ¿cómo es?, ¿cómo sucede? Claro, esta idea del uso mixto del suelo, de la construcción de edificios de departamentos de varios pisos en espacios creados para casas unifamiliares, o de un uso no residencial, es sin duda una respuesta al crecimiento de la urbe; una actualización de la idea del desarrollo urbano: mejor el crecimiento vertical que el horizontal. Ahí tienen ustedes a Manhattan, Hong Kong, y tantas otras ciudades que crecen hacia arriba… ¿Qué más modernidad quieren? Sin embargo, hay niveles y esta visión moderna no se aplica en las zonas donde vive la gente cuyos ingresos anuales alcanzan las siete cifras al año o más, en donde siguen siendo bien, pero bien tradicionales, con todo y la modernidad en la que viven. De seguro no encontrará usted una oficina de seguros, un consultorio médico, una notaría pública, un centro de desarrollo infantil en… Bueno, donde usted ya sabe en donde.
De regreso a lo que muestra la imagen, ahí el capital fluye como cascada veraniega y se convierte en muros, techos, enjarres, vigas de acero, y entre tanto los constructores se apropian de la banqueta y de la calle, convirtiéndolas en almacén de materiales, e incluso colocan vallas para salvaguardar la arena regada en el arroyo de la calle.
¿Y los peatones, cómo le hacen para pasar? Fácil, cosa de caminar por encima de los materiales, o bajarse a la calle, nomás con cuidado para no arriesgarse a ser atropellado por algún vehículo, o, ya de plano, pasarse a la acera de enfrente. Total, ¿qué tanto es tantito?, ¿por qué hacer escándalo por este “tantito”?
Pues sí, ¿por qué? Total: cambio de acera y sigo mi camino, y además, cuando terminen la construcción, los albañiles limpiarán todo y se irán, porque eso sí: todo ahí es ordenado y sistemático. Aquí no ha pasado nada… Nada más que si sumamos los “tantitos” que ocurren por todas partes; a todas horas, esas cosillas sin importancia; sin mayor trascendencia, se convierten en un “tantote”; se tornan en un clamor por la civilidad, por la buena convivencia ciudadana entre todos los que vivimos aquí, y por el respeto hacia el otro, que poco a poco hemos ido perdiendo. Total, ¿qué tanto es tantito?
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