APRO/Manuel Michelone
En el año 2002, la Academia Noruega de Ciencias y Letras estableció el Premio Abel, para reconocer las contribuciones que cumplan con una profundidad absoluta y una influencia fundamental en las ciencias matemáticas.
En el 2003 se otorgó por vez primera este premio, con una bolsa de alrededor de 880 mil dólares. El depositario en ese año fue Andrew Wiles, por demostrar el Teorema de Fermat, un problema matemático que estuvo siglos sin poderse solucionar.
Ayer se entregó, de forma compartida, a László Lovász del Instituto Alfred Rényi de Matemáticas y a Avi Wigderson, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. De acuerdo al comité que eligió a estos ganadores: “hicieron contribuciones fundamentales en la ciencia teórica de la computación y en las matemáticas discretas, así como en su rol de liderazgo en los campos centrales de las matemáticas modernas”.
El tema en computación cae perfectamente en lo que se refiere a las matemáticas, pues la computadora –al final de cuentas– es una extensión de nuestro pensamiento matemático. El tema fundamental que desarrollaron estos matemáticos tiene que ver con la complejidad computacional, tema que está íntimamente relacionado con la velocidad y eficiencia de los algoritmos, tema muy importante tanto en matemáticas como en el cómputo moderno, pues toca temas incluso de seguridad a nivel red de redes, es decir, Internet.
Hay que decir que la cabeza del Premio Abel, el matemático Hans Munther-Kaas, que trabaja en la Universidad de Bergen en Noruega, explicó que los ganadores del galardón han hecho contribuciones fundamentales para entender el tema del azar en el cómputo, lo que obliga a explorar la frontera de la computación eficiente. De acuerdo con Munther-Kaas, “gracias al trabajo de estos dos matemáticos, el relativamente joven campo de la ciencia de la computación teórica se ha establecido firmemente en las áreas centrales de las matemáticas modernas”.
László Lovász nació en 1948 en Budapest, Hungría, y estableció su campo de estudio entre las matemáticas discretas y las ciencias de la computación. Junto con otros científicos, Arjen y Hendrik Lenstra, desarrolló el algoritmo de malla LLL de reducción, cuya aplicación incluye la factorización de polinomios racionales. Este tipo de trabajo en general se utiliza en la seguridad de las redes modernas. Lovász había obtenido en 1999 el Premio Wolf y el Premio Knuth. En el 2001 obtuvo el Premio Gödel y para el 2010 el Premio Kioto.
Por su parte, Avi Wigderson, nacido en Haifa, Israel, en 1956. Ha trabajado en los problemas más importantes de la teoría de la complejidad. Tiene coautoría con más de 100 científicos en artículos académicos y ha tendido líneas importantes en el desarrollo de las matemáticas y la computación. Al inicio de su carrera, Wigderson hizo contribuciones fundamentales en las matemáticas, incluyendo la prueba del conocimiento cero, la cual se usa en las criptomonedas. Ha sido acreedor de los premios Rolf Nevanlinna (1994) y el Premio Gödel (2009), así como el Premio Knuth (2019).