La matanza de chinos en Torreón de 1911: ¿por qué el gobierno de México pidió perdón? - LJA Aguascalientes
05/11/2024

APRO/Juan Alberto Cedillo

 

Este lunes, el gobierno de México solicitó el perdón histórico a las familias de unos 300 miembros de la comunidad china asentada en la ciudad de Torreón, Coahuila, por una matanza perpetrada hace 110 años en el contexto de la Revolución Mexicana. La ceremonia fue encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Fueron masacrados 303 ciudadanos chinos por soldados del ejército maderista que tomó la ciudad entre los días 13 y 15 de mayo de 1911 debido a que fueron acusados de colaborar con el gobierno de Porfirio Díaz.

El único mando del Ejército maderista que fue castigado por el genocidio fue Benjamín Argumedo, El León de la Laguna, quien esgrimió en su defensa la mentira de que los chinos lo atacaron con un nutrido tiroteo. En respuesta, ordenó a su tropa: “Maten a todos los chinos”.

El lunes se realizó la ceremonia encabezada por el mandatario federal para pedir perdón por esa masacre a nombre del Estado Mexicano.

Además, se develó el Memorial La matanza de los Chinos en Torreón, el cual consiste en 200 lámparas de papel iluminadas al centro, 12 fotografías históricas, una gigantografía histórica, acompañadas de cédula introductoria, temáticas y los nombres de los 303 chinos caídos durante los acontecimientos del 15 de mayo de 1911. La muestra estará disponible al público a partir del miércoles 19 de mayo.

El memorial se instaló en la Sala Temática del Anexo Edificio Russek del Museo Arocena, el museo privado más importante de Torreón.

 


La matanza

Durante la ceremonia del perdón encabezada por López Obrador, se contaron los hechos sucedidos durante la masacre que encabezó el general revolucionario Benjamín Argumedo, quien también argumentó que los chinos apoyaban a Porfirio Díaz.

La masacre contra la comunidad china comenzó desde los primeros días de mayo de 1911 cuando la ciudad de Torreón amaneció rodeada por tropas maderistas encabezadas por los generales Benjamín Argumedo, Orestes Pereyra, Sixto Ugalde, Epitacio Rea, Gregorio García, todos bajo el mando de Emilio Madero.

Las fuerzas revolucionarias de entre 5 mil y 10 mil hombres se enfrentaron a unos 100 soldados del Ejército Federal porfirista, a quienes derrotaron por la noche del 13 de mayo.

Tras la derrota de los porfiristas, los maderistas comenzaron a asesinar a los trabajadores chinos que se encontraban en las plantaciones de algodón.

La masacre continuó los días siguientes en restaurantes propiedad de chinos, en sus tiendas de comestibles y todo tipo de negocios de su propiedad, de donde sacaron a los trabajadores para ser asesinados con hachas y cuchillos.

Posteriormente las tropas de Benjamín Argumedo tomaron la Compañía Shanghái, el Banco Chino y el Club Reformista Chino, donde asesinaron a decenas de personas.

En las huertas y plantaciones los maderistas quemaron vivos a cientos de jornaleros asiáticos, mientras que en la ciudad, desde el tercer piso del Banco Chino, lanzaron de cabezas a decenas de personas.

La masacre se contuvo hasta que arribó a la ciudad Emilio Madero, quien ordenó detener la carnicería y capturar a los responsables. Pero las tropas de Argumedo no detuvieron a nadie.

Una investigación posterior del gobierno chino concluyó que fueron asesinadas 303 personas de origen asiático: 62 comerciantes, 110 jornaleros, 65 empleados, 56 viajeros y 10 desconocidos.

Argumedo continuó luchando al lado de las tropas maderistas, pero luego cambió de bando con los zapatistas. Sus rivales lo derrotaron y fue aprehendido el 4 de febrero. En la capital de Durango un consejo de guerra extraordinario lo condenó a pena de muerte. Fue fusilado el primero de marzo de 1916, por otros motivos ajenos a la masacre de los chinos.

En la ceremonia del perdón, López Obrador recordó que también en Sonora, a partir del año 1916, se constituyeron clubes antichinos.

“Las autoridades locales primero los confinaron en barrios, en guetos, luego los apresaban y los deportaban hasta llegar, en 1931, a expulsarlos del estado.

“Algo parecido se padecía en Sinaloa, por lo cual muchos orientales terminaron refugiados y viviendo en pueblos apartados de Durango o de Zacatecas. La campaña propagandística antichina consistía en acusarlos de haberse apropiado de las fuentes de trabajo y de tener comercios, lavanderías, panaderías antihigiénicas, que propiciaban enfermedades y epidemias”, dijo el presidente.

También se les difamaba divulgando que pertenecían a una raza torpe y desequilibrada. En Sonora y Sinaloa se les obligaba a quitarse el nombre oriental y a llamarse Pedro, Juan o Manuel. Esta campaña se justificaba con la defensa de la raza y de la patria.

En 1930 la población china en México era de 15 mil 960 personas y en 1940, según cifras oficiales, se había reducido a sólo cuatro mil 859 personas o habitantes.


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