
Esta semana fui invitado a un panel en el radio para dialogar acerca de las propuestas de movilidad de los candidatos a la presidencia municipal de Aguascalientes, la verdad es que me decepcionaron. Me parece que en general, existe un desentendimiento de la complejidad que implica la transformación de la movilidad, o incluso de sus principios e implicaciones, que terminan repercutiendo en abordajes limitados que siempre quedaran muy cortos. Si bien, sería demasiado pretencioso intentar de explicar (o entender) la movilidad en su extensión total, me parece que se pueden abordar algunos puntos clave que, en lo personal, considero que son los más olvidados.
No todas las limitantes a la movilidad son físicas, existen otras de gran daño y repercusión como el acoso sexual callejero. Esto afecta a prácticamente todas las hidrocálidas, las consecuencias no se limitan solo a la movilidad de ellas, sino también a aspectos psicológicos, sociales y económicos. Si bien, cualquier solución verdadera al problema de la movilidad con una perspectiva de género tomará tiempo y conllevará transformaciones sociales y legales profundas (y hay que iniciar cuando antes con esta empresa), se pueden conseguir mejoras en las experiencias de las mujeres en el corto plazo con infraestructura ciclista. Un estudio de Kaliopeo en Guadalajara titulado “Usuarias del Sistema de Bicicletas Públicas en el Área Metropolitana de Guadalajara y su experiencia en Movilidad” Concluyó lo siguiente:
Este modo de transporte brinda autonomía y libertad, que se puede reflejar en la disminución de las experiencias de tocamientos, acercamientos inadecuados. Destaca también las diferentes formas de reaccionar, al usar transporte público y al usar MiBici.
Insisto, no podemos limitarnos a invertir en infraestructura ciclista, pero no podemos ignorar el rol que tiene el género en la movilidad y las mejoras que se podrían conseguir rápidamente al invertir en ciclovías y bicicletas públicas. Como lo señala la experiencia, con esto se incrementaría la libertad de movimiento de las mujeres (y muchos más actores también).
Por otra parte, es una realidad biológica que no podemos conducir un auto durante toda nuestra vida, lo queramos o no. Tanto de niños como de adultos de la tercera edad, las habilidades psicomotrices no nos permiten manejar un automóvil de manera segura, algo que, sumado al diseño urbano y la insuficiente infraestructura de transporte, termina limitando la libertad y genera condiciones de dependencia. Especialmente en familias con autos, es muy común que los papas suelan llevar a los hijos a la escuela y las actividades extracurriculares. En el caso de los adultos de la tercera edad depende cada caso, pero por lo general las calles no tienen las condiciones para una movilidad segura y tranquila, protegidos de la inclemencia del sol y con espacios frecuentes para sentarse y descansar antes de continuar la marcha. En caso de tener hijos con autos, muchas veces estos terminan transportándolos a todas partes, constriñendo la independencia y autonomía. Por lo tanto, la movilidad también implica aceptar que no todos somos hombres con auto en nuestra en edad laboral, como dice Miguel Treviño, sino que se deben de atender las necesidades de todos los ciudadanos. No se trata de que todos puedan manejar o puedan ser manejados, sino que el auto no sea necesario.
Por su parte, el uso de suelo también importa e impacta bastante en la movilidad, además que el municipio es el principal responsable de su regulación. El peor caso es el de los fraccionamientos cerrados. Estos espacios suelen ser únicamente ocupados por casas habitación, no existen ni escuelas, ni comercios, ni servicios cercanos. Además, suelen ubicarse grupos de estos sobre las mismas vialidades. Al final todo esto va a implicar que sus habitantes dependan de hacer largos traslados para todas sus actividades, todos sobre las mismas avenidas que por el gran flujo vehicular se vuelven sitios hostiles y desagradables y concentran todos los autos en pocas intersecciones. Estos factores van a terminar de consumar las dependencias al automóvil, así como agravar la mermada independencia de los grupos mencionados previamente. No se puede hablar de movilidad sin mencionar el uso de suelo, algo que al día de hoy está completamente ignorado y no hay propuesta serías para cambiar.
Finalmente, está el costo oportunidad. Con esto me refiero a lo que deja de suceder en las calles, que finalmente son espacios públicos. Más espacio para autos es menos para otras cosas, muy claro está lo que sucede la calle residencial promedio. Un carril sobrado de circulación, dos de estacionamiento y unas míseras banquetas de cada lado donde se abren cajetes con calzador, con apenas espacio para arbustos altos. Esto evita que los vecinos disfruten de la calle, le quita las propiedades integradoras al espacio público, pues al limitar las interacciones se evita la construcción de confianza, relaciones sociales y capital social. Ya lo había dicho antes ¿Y si en las calles en vez de guardar los autos hubiera columpios, árboles y bancas? ¿No generaría mayor beneficio social y regeneraría el tejido social?
Finalmente, es evidente que necesitamos cambiar la manera en la que vemos la ciudad y la movilidad, el valor de una calle no siempre estará en su capacidad de mover autos y mucho menos si estos vulneran la vida humana (vivimos una crisis importante de seguridad vial). No podemos continuar con abordajes parciales, sino que debemos de integrar a distintas disciplinas y grupos, no hacerlo es ignorar. Lo que queda pendiente es ver si el siguiente alcalde o alcaldesa hacen un cambio y si no es así, habrá que ver que hacemos como ciudadanía para que se escuchen e implementen nuestras demandas.
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