San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Jalisco y Chihuahua son las entidades que más podrían reducir su movilidad educativa
El esquema de regreso a clases no solo debe atender los rezagos, sino priorizar a las entidades federativas que corren mayor riesgo de perder movilidad educativa
El Centro de Estudios Espinosa Yglesias, presenta el reporte “La educación ante la pandemia de COVID-19. Vulnerabilidades, amenazas y riesgos en las entidades federativas de México”, donde se analiza cuáles serán las consecuencias a mediano y largo plazo del rezago educativo por el cierre de escuelas y la educación a distancia a consecuencia de la pandemia.
Según el reporte, las secuelas de la pandemia por covid-19 reducirán en al menos 0.6 años la escolaridad de la población, lo que hará caer el progreso educativo de las generaciones actuales con respecto a las anteriores. Esta reducción en la movilidad educativa puede ser de 25 a 33 por ciento.
La pérdida de movilidad educativa en las distintas regiones del país se debe a las adversidades que se presentaron por la educación a distancia y la disrupción que esta tuvo ante la amenaza de la covid-19. En general, los estados con sistemas educativos más vulnerables no fueron los que sufrieron los mayores contagios.
San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Jalisco y Chihuahua son las entidades que más podrían reducir su movilidad educativa dada la combinación de riesgos derivados de la pandemia y la desigualdad de oportunidades provenientes de las condiciones educativas de origen. La normalización de las clases presenciales y la atención a los rezagos deben dar prioridad a estas entidades federativas.
Si bien el regreso a clases importa, se debe dar mayor importancia a la atención de las entidades federativas con mayores rezagos educativos a causa de la pandemia y que pueden traducirse en una menor movilidad social. Se requiere de acciones remediales y nuevos recursos para cerrar la brecha de rezago educativo que agravó el cierre de las escuelas.
Los recursos destinados al sistema educativo deben asimismo cubrir y ayudar a cerrar las desigualdades estructurales. Estas, ante el desafío de la pandemia, se traducirán en menores opciones de movilidad social en el futuro. La atención a las secuelas educativas de la pandemia, tanto coyunturales como de largo plazo, requieren de un plan que aún no se percibe claramente delineado.
CEEY