¡Funciona el sistema penal acusatorio!/ Sobre hombros de gigantes - LJA Aguascalientes
27/09/2023



 

En mi participación de la semana pasada lancé una pregunta; hoy les narro la siguiente anécdota: un grupo de científicos colocaron a 5 simios en una jaula, y en medio de ella, una escalera que arriba tenía varios plátanos. Cuando uno de los simios trataba de subir por la fruta, los demás recibían un baño de agua fría; estos baños fueron constantes, por lo que cada que uno de ellos comenzaba a subir por la escalera, los demás lo bajaban a golpes. Así, después de un tiempo, ninguno de los simios subía a pesar de la tentación de los plátanos. Uno de los simios fue sustituido por uno nuevo; este nuevo miembro de inmediato trató de subir por los plátanos, por lo que fue recibido a golpes por los viejos, y después de un tiempo decidió ya no subir por los plátanos a pesar de la necesidad. Otro simio viejo fue sustituido por uno nuevo, el cual trató de subir por la fruta, y tanto los 3 viejos como el anterior novato, participaron entusiastamente para bajarlo a golpes. Así, uno a uno los simios viejos fueron sustituidos por otros nuevos, hasta quedar un grupo de 5 simios nuevos que, sin saber por qué, se golpeaban uno a otro cuando trataban de subir por los plátanos. Si los cinco simios nuevos pudieran hablar, y les preguntáramos por qué se golpean cuando quieren subir por los plátanos, posiblemente la respuesta sería: no sabemos, pero siempre se ha hecho esto así aquí. Esto es un paradigma.

Quienes aseguran que el nuevo sistema de justicia penal no funciona, son quienes quieren seguir haciendo las cosas como siempre se habían hecho, sin saber por qué se han hecho siempre así aquí. Quieren seguir con el paradigma de que el sistema penal es efectivo si neutraliza o elimina a lo tachado como diferente, sin saber por qué se tiene esa idea a estas alturas de la “evolución humana”.

Siempre se ha dado el mensaje de que el sistema penal es para castigar; que los inocentes son culpables y deben ser encerrados en la cárcel; que el juicio popular social provocado por la autoridad y los medios de comunicación justifique las detenciones de las personas e intimide a los Poderes Judiciales para que se la piensen dos veces antes de decidir sobre la libertad de un inocente, pues para la conciencia colectiva ya es un culpable que debe ejecutarse. Siempre se ha dado el mensaje que la prisión preventiva es la panacea para la solución de los problemas sociales, aunque después de años la sociedad ya no recuerde el caso ni la suerte de los involucrados; siempre se ha utilizado el sistema penal para dar la impresión de funcionalidad y dar respuesta y tranquilidad inmediata a través de una percepción de eficacia; siempre se ha culpado al sistema penal y a las leyes de las actitudes prácticas de las personas que las aplican.

El empleo de los mecanismos de información para generar una conciencia colectiva de falta de funcionalidad del sistema de justicia penal; de que las leyes protegen a delincuentes; de que personas aún investigadas son culpables de delitos; de que todos son culpables hasta que no se declare lo mismo; además de no abonar a la tranquilidad social, y menos para tratar de cambiar un sistema jurídico que acaba de cambiar, solo provocará impunidad y engaño. Impunidad tanto para el contenido de los procesos de investigación y juzgamiento, al contaminar las pruebas por violación de derechos, como impunidad al provocar que las autoridades tomen decisiones con base al temor de la reacción social, y no con razón jurídica. Ese no es el Estado de Derecho que merecemos ni queremos, pues si fuera cierta la aparente solución de que los problemas de la delincuencia disminuirán al mantener recluidas a las personas, hace siglos que no existirían los delitos, pues estarían eliminados gracias a la detención.

Por eso nos enfrentamos a que ahora no se quiere cambiar ese “siempre”, por el “nuevo”; por eso se atribuye la culpa del apocalipsis al sistema de justicia penal; por eso no se quiere invertir en la satisfacción de necesidades y que los mismos ciudadanos sigamos pagando el exagerado gasto de las cárceles; por eso se quiere que los de afuera seamos responsables del daño causado por los otros; por eso se quiere cambiar para seguir igual y poner un parche nuevo en un pantalón viejo.

El sistema de justicia penal tiene una función reactiva; comienza a trabajar una vez que se comete el delito. Si el delito se comete, no es culpa del sistema penal, pues lo no funcional fue la prevención, que no es actividad exclusiva de un sistema policial, sino que va más allá de la simple represión y vigilancia. Si el conflicto del delito no se resuelve adecuadamente, a través de un debido proceso, con respeto a los derechos de las víctimas y los imputados, entonces la falla sería, no un sistema penal que no tiene vida propia, sino de los seres pensantes que lo operan. La prevención del delito y la disminución de la inseguridad no se lograrán al meter a la cárcel a cualquiera que se considere “presunto culpable”, pues el sistema penal no es quien provoca las injusticias sociales.

El sistema de justicia penal funciona cuando su finalidad es resolver el conflicto que se genera a partir de la comisión de un delito, y su forma de solución principal es apoyar a la víctima en su reparación del daño integral, y que indirectamente el imputado tome conciencia de lo que dañó para que lo repare. Si creemos que el sistema penal sólo funcionara cuando se ahorre tiempo, dinero y esfuerzo, para que en automático todos los “autores” de delitos de altas estadísticas sean encerrados de inmediato, sin juicio, sin valoración y con condena, le estamos atribuyendo funciones de sastre remendador a un ingeniero constructor. Si le preguntamos cuál es el sustento de su afirmación a aquellos que dicen que el sistema de justicia penal no funciona, seguramente nos contestarán: “no sé, pero ese discurso siempre se ha dicho aquí”.

Si al Estado le autorizamos la existencia de un “Juez Dredd”, que juzgue, castigue y ejecute sin juicio, sin pruebas y en segundos; todo le estaría autorizado. Así que cada uno decide si cree todo lo que se dicen, o si analiza la realidad en que se vive, para tomar una decisión. De lo contrario, vamos a creer que los huracanes, los socavones y el covid son culpa del sistema de justicia penal. El problema es que, en lugar de modificar estructuras, siempre nos da por remendar armazones…

 



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