Cuando por enésima vez, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirma que tiene otros datos, en abierto rechazo a los datos publicados por el Coneval, en sus Resultados de pobreza en México 2020 a nivel nacional y por entidades federativas, (Fuente: Coneval, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social,), cuya fuente de origen deriva de los contenidos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), editada por el Inegi, estamos en presencia de una flagrante usurpación de funciones ministeriales otorgadas por Ley a instituciones específicas. Además de producir una cadena comunicativa sofística, cargada de falacias y, por ello, constituyendo una argumentación insostenible que pretende ocultar el producto que arroja la medición científicamente apegada a la observación sistemática de los fenómenos societales, de referencia específica a la microeconomía de la unidad familiar.
Este acto emisor del Ejecutivo que pretende falsear la objetividad de la documentación institucional, no tiene otro sustento que el hecho de arrogarse un “principio de autoridad” que resulta a todas luces discordante de la realidad analizada –dígase enfáticamente, la pobreza rampante de un conjunto mayoritario de los hogares mexicanos-; mismo que desde el elenco argumentativo constituye un enunciado viciado de origen, al sustituir la cantidad y calidad del fenómeno observado, por una mera conjetura que al final resulta en una argumentación por “petición de principio”, es decir pretende demostrar algo con la misma afirmación de la cual ha partido, (algo así como: digo que la nieve es blanca, porque sabemos que de suyo es blanca). Afirma, por ejemplo, “el 70% de los hogares mexicanos ha recibido un apoyo desde los Programas Sociales”, ergo… -tienen un ingreso, y por ello no caen por debajo de la línea de pobreza. ¡Ajá! Pero cuyo monto bimestral distribuido no cubre siquiera el ingreso mínimo estimado por jornada/por núcleo familiar. Su refutación es patente. Por contra, la argumentación Inegi-Coneval se mantiene.
Recordemos, además, el principio jurídico fundante del Derecho Positivo Mexicano: las funciones y atribuciones de Ley de un ministerio específico son estrictamente obligatorias para dicha instancia en todo aquello explícitamente afirmado/mandado; en cambio, para todo sujeto de la sociedad civil (fuera de ministerio de Ley), no obliga aquello que no esté explícitamente prohibido. Por tanto, normas o preceptos que no estén expresamente indicados para el Titular del Ejecutivo, no son en absoluto de su competencia; y viceversa, aquello indicado con especificidad para un organismo gubernamental, es obligatorio, irrenunciable… Medir fenómenos econométricos, sociodemográficos o demológicos para INEGI-Coneval. Dice el adagio latino, cuique suum/a cada quien lo suyo.
Precedente, de la reiterada insistencia insubstancial del Titular del Ejecutivo en funciones, que me lleva a observar e identificar al menos tres sustratos de reducciones al absurdo que inducen sus declaraciones discursivas. A saber:
- A) Su más genérica y persistente premisa (invoco una forma coloquial): en México solamente hay dos, los que me apoyan y están de acuerdo con la Cuarta Transformación de la Nación (cambio de Régimen), y aquellos que son mis adversarios “neoliberales, conservadores”/ periodistas del mainstream media e intelectuales del antigüo régimen; o bien, los “empresarios de la élite”/ la oligarquía rapaz; los “corruptos e impunes” que roban al Erario y al Pueblo.
Este tipo de alocución, en realidad, comprime un argumento reductivo en extremo, porque es de naturaleza dicotómica, bajo una distinción excluyente en extremo, y por ello bipolar o esquizofrénica. Y, en consecuencia, bajo dicha suposición, dentro del universo social mexicano sólo existen los que están a favor o en contra del 4ª Transformación –que yo encabezo-. En mi turno, yo enfatizo que por tales razones, esta dicotomía conlleva un elemento ideológico maniqueo. Lo que implica que el discurso populista de Andrés Manuel obedece a la postulación de una alineación de un binomio excluyente del todo social de México: los ciudadanos a favor de la 4T y el resto en contra de dicho proyecto; los puros y los impuros; los castos y los libidinosos/aspiracionistas, (maniqueísmo puro).
Ahora bien, tratándose de un proyecto de gobierno –constitucionalmente formado-, se sostendría como de naturaleza democrática, si y sólo si respeta el derecho de las minorías y por ende a la oposición a no estar en consenso con todo lo que afirma y pretende; porque debe prevalecer el derecho al disenso, sobre todo, en ámbitos y esferas inherentes a la universalidad de los derechos tanto individuales como sociales. Por consecuencia, su insistente fijación en la polarización de la sociedad mexicana, transgrede el límite de la inclusión y tolerancia política de los que no son, o somos, convergentes con su discurso (y posición fáctica excluyente), lo que inclina su posición dogmática y autoritaria en la deriva de una pendiente rampante, que conduce por su insistencia en esa tesis fundante inamovible, no a otra vertiente que la propia reducción al absurdo de su afirmación tética original. Pretender que prevalezca como verdadero sólo el tajo bipolar de su excluyente dicotomía, equivale a inducir una identidad esquizofrénica del sistema societal-ciudadano, visto como un todo. Lo indeseable de este fin excluyente comunal de México, salta a la vista. En conclusión, su asunción ideológica maniquea resulta insostenible, por absurda.
- B) La argumentación dominante del estilo de gobernar López-Obradorista, de llamar “éxito” a un fracaso ostensible, por la obvia patencia de verdad de su intencional ocultamiento, encubrimiento o interesada distracción de los temas y tópicos de crucial y estratégico interés ciudadano, resultan igualmente en una catastrófica reducción al absurdo de su postura radical a ultranza. Ejemplo de ello lo acabamos de constatar en el sesgo oportunista que asignó a los resultados de la magra y prácticamente inútil participación social en la Consulta Ciudadana sobre el posible enjuiciamiento de los exmandatarios de México, de los últimos 5 sexenios (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto).
Consabido su sospechosismo y desconfianza institucional hacia el INE y el TEPJF, descalificó por anticipado su credibilidad como instituciones pro-democráticas; y puso en duda de antemano su limpieza, imparcialidad y transparencia; no obstante, con un magro resultado de 7.0% a 7.7% de participación electoral/sobre la lista nominal electoral, contra el esperado 40% de la población electora (37 millones de electores), al siguiente día de la jornada electoral, engola su discurso con el canto de un éxito rotundo obtenido por ser el primer ejercicio del tipo realizado en la historia de México. Evadiendo, y por tanto ocultando simultáneamente, su real expectativa de poner ejemplarmente en la picota de la vergüenza civil mexicana, las cabezas de “sus adversarios” corruptos del pasado, y con ello enaltecer la efigie de su propia persona como pro-hombre político de la Historia del país. Al evidenciar, el gravoso y bochornoso vacío que le hizo –a su consulta- la sociedad mexicana mayoritaria, al instante, lo permutó en un gozoso y comunitario “triunfo” del pueblo mexicano, silenciando patéticamente su estrepitosa derrota. Esto, que yo sepa, constituye la fuga a un medroso ocultamiento de su fracaso, por reducción al absurdo.
- C) La premura por anticipar, en nuestro sistema legislativo electoral, la figura inédita todavía de Revocación de Mandato, resulta una vez más en un intento reiterado de querer ser evaluado “por la ciudadanía” –incluso a destiempo y aun a contra-tiempo-, como un jefe del Ejecutivo con alto rango de aceptación y, por tanto, justificación como Mandatario de excelencia, para perdurar hasta (¿…?). Calificación en obvia contradicción de la mayoría de indicadores socio-políticos y económicos, que provienen de los sectores y esferas claves del sistema político mexicano; amén, de las graves inflexiones causadas por su manejo de la Pandemia vigente:
- a) La Economía Política mexicana, instrumentada a contrapelo de las infortunadas Políticas Económicas puestas en funcionamiento durante su Administración actuante, que derrumba dígitos bajo -0, el comportamiento económico de todo el sistema mexicano. b) Desde el descarte del original nuevo aeropuerto internacional de la CDMX hasta la implantación de sus obras estratégicas de la 4T, c) pasando por el desmantelamiento indiscriminado del aparato federal y programático de gobierno y con él la suerte de estados y municipios del país (para mí “perestroika a la mexicana”); d) hasta la pretensión confesa de re-apropiación, cooptación y subordinación institucional –a su real pecho- de institutos, órganos y programas autónomos institucionales del aparato estatal. Gestión toda que acusa una gobernanza no solamente infortunada, sino altamente lesiva del todo social de México. Este desplazamiento, no solamente en el tiempo, puesto que lo proyecta a un futuro gravemente incierto, sino en un franco desfase también en lo estructural de la economía, de lo social y de lo político. Digamos en términos clásicos aun del marxismo más contenido, deriva peligrosamente hacia una “crisis generalizada”, que yo recuerde, el calificativo más ominoso para cualquier gobierno razonablemente perceptivo y sensato.
¿Deriva? A mi real y honesto entender, nos conduce inevitablemente al afrontamiento de una insalvable reducción al absurdo, conexa a sus tesis asidas como clavos ardientes más recalcitrantes… sí, efectivamente como patada de mula en plena faz.