
El domingo 31 de octubre, se iniciaron los trabajos de la Vigésima Sexta Conferencia del Clima o COP26 organizada por la ONU en la ciudad escocesa de Glasgow. Como es sabido, el canciller Marcelo Ebrad con su presencia en dicho evento, lleva la representación del gobierno de México a esa cumbre climática qué, por su objetivo, conlleva emparejado un compromiso de la mayor trascendencia para el planeta, y, como dicen los enterados, quizá la última oportunidad de tomar una decisión global para atenuar el calentamiento de la tierra en el futuro inmediato a una variación menor a los 2°C grados, idealmente a 1,5°C, so pena de sufrir en el corto plazo un peligroso aumento de la temperatura global de al menos 2,7°C en este siglo que corre.
Al ciudadano estándar el significado de las recomendaciones en esta materia, tal vez no nos resulte a todos relevante o significativo, toda vez que estamos inmersos en atender y resolver cuestiones más inmediatas a nuestro entorno o el día a día. Sin embargo, el asunto no es menor ni ajeno a nuestra vida cotidiana o la de nuestras familias. No. La ciencia, esa actividad tan vituperada hoy por nuestro señor presidente, nos lo deja claro: un aumento de las temperaturas de esa magnitud (2,7°C) para finales de siglo podría suponer, entre otras cosas, un aumento del 62% de zonas calcinadas debido a incendios forestales en el hemisferio norte del que México forma parte durante el verano, la pérdida del hábitat de un tercio de los mamíferos del mundo y períodos de sequías más frecuentes, de entre cuatro y diez meses anuales.
Antonio Guterres, Secretario General de la ONU lo califica, sin rodeos, como una “catástrofe climática”, que nos afecta ya de manera letal en las zonas más vulnerables del mundo, como el África subsahariana, o los pequeños países insulares, que se ven afectados por la subida del nivel del mar. Millones de personas ya se han visto desplazadas y han muerto debido a los desastres agravados por el cambio climático. Para las Naciones Unidas y para los cientos de científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, un escenario de calentamiento de 1,5°C es el “único futuro habitable para la humanidad”.
De este tamaño el tema central de la COP26 de Glasgow. Los antecedentes de esta reunión se remontan a la firma del Protocolo de Kioto en 1997 y el Acuerdo de París de 2015 en el que todos los países del mundo acordaron intensificar los esfuerzos para intentar limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles de la era preindustrial, e impulsar la financiación de la acción sobre el cambio climático. París fijó la meta: limitar el calentamiento por debajo de los dos grados centígrados (idealmente 1,5ºC), pero Glasgow es la última oportunidad para hacerlo realidad.
Cuatro son los objetivos de la reunión COP26, a saber: 1. Asegurar las cero emisiones en todo el mundo para mediados de siglo y mantener los 1,5 grados centígrados. Para ello, los países deben conseguir la eliminación gradual del carbón, frenar la deforestación y acelerar el cambio hacia economías más ecológicas; 2. Adaptarse más para proteger a las comunidades y los hábitats naturales. Dado que el clima ya está cambiando, los países afectados por el cambio climático deben proteger y restaurar los ecosistemas, así como construir sistemas de defensa y alerta, e infraestructuras resistentes; 3. Movilizar la financiación climática. En la COP15, las naciones ricas prometieron aportar 100.000 millones de dólares anuales a las naciones menos ricas antes de 2020 para ayudarles a adaptarse al cambio climático y a mitigar los nuevos incrementos de las temperaturas. Esa promesa no se ha cumplido, y la COP26 será crucial para asegurar esa financiación, con la ayuda de las instituciones financieras internacionales, así como para establecer nuevos objetivos de financiación del clima que se deben alcanzar para 2025; y, 4. Trabajar juntos para conseguirlo. Esto significa establecer colaboraciones entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil y, por supuesto, finalizar el Reglamento de París para que el Acuerdo sea plenamente operativo.
Este es el escenario de la reunión COP26 por el combate al cambio climático que amenaza seriamente la viabilidad del planeta, y que convocó, primordialmente a los líderes de las 20 economías más importantes del mundo, entre las que se encuentra México, y no se encuentra el presidente López Obrador. La explicación de la ausencia del gobierno de la 4T no ha sido clara, aunque hay una delegación mexicana, encabezada por el canciller Ebrad, la valoración del tema en la agenda presidencial no deja de estar politizada muy al estilo del gobierno del “cambio verdadero”, mismo que no contempla el del clima, por lo que podemos corroborar.
El contexto en el que se da la celebración de la reunión COP26 se desarrolla cuando el gobierno lopezobradorista se encuentra inmerso justamente en el impulso de una contrarreforma energética que, en el sentido más estricto, se sostiene en una propuesta que contraviene el objetivo número 1 de la reunión mundial en favor del cuidado del clima, esto es: “1. Asegurar las cero emisiones en todo el mundo para mediados de siglo y mantener los 1,5 grados centígrados. Para ello, los países deben conseguir la eliminación gradual del carbón, frenar la deforestación y acelerar el cambio hacia economías más ecológicas.” Por la información que conocemos los mexicanos respecto a la contrarreforma energética promovida por el Ejecutivo que encabeza López Obrador, debemos estar atentos a la posición del gobierno mexicano respecto a su firma y/o ratificación de los acuerdos u objetivos de la reunión, sobre todo, por lo que significa el cumplimiento del primer y cuarto objetivos señalados del COP26.
La responsabilidad del cuidado del medio ambiente, el cambio climático y el bienestar de los habitantes del planeta, alcanza a todos los gobiernos del mundo, más allá del aspiracionismo transformador que los pueda impulsar. El gobierno de la 4T es responsable del presente del bienestar de todos los mexicanos, sin distinción, ahora.