La esfera política sigue agitándose y contrayéndose de múltiples maneras, de modo que muestra un rostro de muy variadas facetas y una que otra mueca, nada estética. Es el caso de la preselección de candidatos a la gubernatura del estado, en Aguascalientes. Específicamente protagonizado por el PAN. Después del acto fallido para nominar su candidato-a mediante encuestas, el asunto inconcluso se remitió a una consulta indicativa de la militancia, con carácter vinculante, esto la semana pasada. En esta que corre, el estado de la cuestión ha cambiado profundamente. Resulta que, debido al pacto aliancista Va por México celebrado a nivel central –entiéndase cupular- de los partidos PAN, PRI, PRD (Forbes. Yared De La Rosa. Dic. 14, 2021), han decidido correr la elección coaligados para 4 de los seis estados en contienda electoral para el 2022: Hidalgo, Tamaulipas, Durango y Aguascalientes. En conferencia de prensa conjunta, el dirigente del PAN, Marko Cortés, comentó que esta unión política busca evitar que “el mal gobierno morenista” destruya los avances logrados en estas entidades, pues estas son gobernadas por el PRI y el PAN.
Para el PAN Aguascalientes, entonces, el diferendo entre María Teresa Jiménez, Diputada Federal, y Antonio Martín del Campo, Senador, está teniendo resolución mediante el recurso a un mito salomónico. Recuerda usted aquella narrativa bíblica, en que el rey Salomón mostró su profunda sabiduría al tomar decisión sobre un álgido desacuerdo entre dos supuestas madres, que reclamaban su derecho maternal sobre un único niño. Su juicio fue tajante, literalmente, partir al niño en dos, para dar una mitad a cada mujer reclamante. Atrocidad ante la cual, la verdadera madre clamó porque no se realizara tal crueldad. Ante lo cual, el sabio rey declaró el derecho absoluto de la madre verdadera sobre su hijo, a sabiendas que prefería verlo vivo, a recibirlo muerto. El castigo a la falsa madre quedaba en evidencia. Moraleja política a la vista.
El CEN del PAN había quedado como presunto factor resolutivo del entuerto acaecido entre los dos pre-candidatos, debiendo consultar a las bases partidistas para conocer su preferencia; en ese momento la opción de deslindar el género del potencial alternante o candidata quedaba fuera de consideración; francamente en respiro para el propio dirimente de tan álgida cuestión. Pero, como en el mito salomónico, las estrellas se alinearon a favor de las dirigencias, ahora entradas en coalición electoral, quienes debiendo pactar de manera consensual el candidato de su cuádruple preferencia, para cada uno de los estados en contienda, sumando ahora sí el criterio de género del presunto elegido-a, se pactó que Aguascalientes corriera bajo el criterio de género femenino.
El veredicto, entonces, estaba a la vista: el potencial conflicto quedaba perfectamente zanjado, no sería niño, sería por niña la salomónica decisión; circunstancia decisiva que señalaba la refulgente estrella de la Diputada Federal María Teresa Jiménez como encarnación de la candidatura al Gobierno del Estado, tetra-aliancista. Juicio emitido, causa finita. Así es, queridos electores-as aguascalentenses, de soslayo y mediante un paso de costado que se ha zanjado el tremendo diferendo entre precandidatos panistas, ahora en superior alianza. Nobleza obliga. Ojalá que, a la buena hora de la elección formal 2022, se sostenga dicha buenaventura y arcangélico designio. Y que la otra parte reclamante del mismo derecho, afronte ostensiblemente su error y salomónico designio.
En otro orden de cosas, y en seguimiento de nuestra reflexión anterior sobre el aciago designio de desigualdad social al interior de nuestra república, conversábamos acerca de cómo nuestro estado nacional –en el concierto de las naciones integradas al Capitalismo central-dirigente, en su etapa hiper-monopólica o de altísima concentración de la riqueza en pocas manos, se ve empequeñecido para la mayoría, pero no para los ricos. De manera que allí donde privó la “austeridad” como asesina, ha convertido a su gobierno, (en la segunda mitad sexenal de 4ª Transformación), en testigo de problemas sociales de México que no resuelve; en palabras de la autora citada, Viri Ríos.
A lo que yo añado la tesis de la 4ªT en tanto que ha degradado y aun envilecido a la burocracia federal y con ella a las de los estados. Servicio público que literalmente también está partiendo en dos. Por un lado, haciéndolo un peón subsirviente de su interés de poder político, en detrimento de la eficiencia y productividad del servicio público, para lo que fue creado; por otro lado, en aras de los caprichos ideológicos y necedades de su líder y supuesto transformador.
Respecto de lo primero, hay que admitir de entrada que no es el primer gobierno en asignar esta función a la burocracia en su conjunto. Gobiernos anteriores y de signo partidista diverso han ejercido lo propio, aunque no de la misma manera. El largo trecho cubierto por la llamada “hegemonía de partido único” –que duró la friolera de casi tres cuartos de siglo- creó de hecho una burocracia funcional a su sistema dominante.
La cual amplió, achicó o hizo obesa según los tiempos y necesidades de maduración del Estado. El presidente de la República siempre mantuvo mano de hierro con este contingente subordinado a su servicio, pero lo fue conduciendo por diferentes fases: en el llamado “fortalecimiento de las instituciones”, acordémonos del presidente Plutarco Elías Calles, se transitaba de aquella etapa revolucionaria de “los hombres necesarios” a la era de las instituciones; de ahí el cambio de nomenclatura de PNR, partido nacional revolucionario, a PRI, partido revolucionario institucional; con un diferendo intermedio de PARM, partido auténtico de la revolución mexicana. En substancia el estado aprendía a crear y respetar “instituciones” y éstas debían ser intocables: Ejército Mexicano y Armada de México. Banco de México, Suprema Corte de Justicia, Poder Judicial, Poder Legislativo. Secretaría de Gobernación, Servicio Exterior Mexicano, Secretaría de Hacienda, Secretaría de Agricultura y Ganadería. Secretaría de Educación. Secretaría de Salud, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entre las más poderosas e indispensables.
La etapa de construcción y consolidación de esta base burocrática estuvo cuidada bajo el manto protector del Apartado B Constitucional, que otorga y garantiza derechos laborales fundamentales que, en el Estado Benefactor le mereció la creación del ISSSTE, para el servidor público; y del IMSS -Apartado A- para el trabajador de la base social, era la fase el Ogro Filantrópico de Octavio Paz. Y todo era paz, felicidad y esperanza de bienestar.
Hacia el final del siglo y milenio, 1988-1994, el Presidente Carlos Salinas de Gortari, y 1994-2000, Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, El gobierno federal había prohijado una burocracia obesa, lenta, perezosa y… corrupta. Las intervenciones no se hicieron esperar y vinieron los recortes tanto presupuestales como de estructura de las dependencias, el achicamiento del Estado mismo desembarazándose de empresas y servicios que lo hacían un gigante torpe e ineficiente; con ello también las descentralizaciones y las desconcentraciones de aparatos y oficinas; como fue el caso el INEGI para Aguascalientes. La desaparición de Ferrocarriles Nacionales de México y un largo etcétera de oficinas como las de Pesca, Fruticultura y explotación Forestal. Así se inauguró el siglo XXI, con todo y su “transición democrática” o cambio de partido en el poder. La siguiente historia, corta todavía, no ha tenido visos de transformaciones profundas, pero sí del aprovechamiento puntual de las nóminas burocráticas, cuyos puestos –especialmente los de primer nivel- han sido y están siendo rigurosamente asignados por obra y gracia del ocupante de Palacio Nacional, en turno, al servicio de sus fines y prioridades propias; pero, también a conveniencia y beneficio de sus militantes partidarios. Lo que el PAN –en algún punto- definió como “afines” a su signo y emblema partidista.
La regencia actual de la Cuarta Transformación, lo acabo de decir y creo no exagerar, que está haciendo del Servicio Público un peón subsirviente de su interés de poder político, y –arrase de las instituciones, incluso autónomas y por iniciativa de la Sociedad Civil- en aras de los caprichos ideológicos y necedades de su líder y supuesto transformador histórico. Vea usted si no, hacia atrás de la primera parte de este sexenio supuestamente transformista, la sistemática de-strucción del aparato gerencial burocrático, al que yo me he referido como “perestroika a la mexicana”, en que hemos visto derrumbar cuanto instituto autónomo y de régimen legal del aparato gubernamental que se le ha opuesto, o supuestamente ha estorbado la égida de cambio presidencialista y autocrático.
Existe en el presidente una avidez insaciable de desfondar bolsas presupuestales internas o ajenas a su aparato administrativo, para formar una sola bolsa dineraria o financiera desde la cual alimentar y/ canibalizar, sus obras y programas prioritarios; sin que importe mucho o nada la Pandemia y la crisis económica en que hemos caído, las carencias sociales y el hundimiento de muchos en la pobreza; con un acento ya claro e indubitable de “estanflación”/estancamiento económico con inflación, ojalá que no rampante, ni de largo plazo. De lo cual pedimos al Todopoderoso: ¡Libera nos, Domine!”. Continuará.