Nuestra querida Queta Medellín se nos adelantó en el camino, nos deja un gran legado, somos herederas de no solo de lo que ella en su fructífera vida realizó, sino de la lucha de su señora madre Enriqueta Legorreta, que muchas tuvimos el honor de conocer, la cual, nos contaba Queta, era incansable, pero, ella misma era incansable.
Ellas fueron fundadoras, junto con Humberto Tenorio, de la que fue la primera asociación ambiental de nuestro estado llamada Conciencia Ecológica de Aguascalientes la cual tuvo que ser punta de lanza en muchos temas desde la cultura de la denuncia, la educación ambiental, proyectos hechos realidad, defensa del agua y el territorio, en un panorama donde eran contadas las personas que apoyaban en esa noble y poco entendida labor.
Un Cuaderno para tu Cuaderno fue un programa que llevaron por 15 años continuos, donde juntaban cuadernos a medio uso, se desbarataban y se rehacían con una pasta nueva para que fueran a entregarse en colonias y comunidades que los necesitaran.
Los Centros de Acopio de Desechos Sólidos Urbanos fueron iniciativa de la asociación, creo que todavía sobreviven algunos.
Cierto día, nuestra querida Queta reunió en un grupo de whatsapp a varias de sus amigas para decirnos que necesitaba apoyo, ya que su salud estaba un tanto mal. Nos pidió que estuviéramos con ella, una de nosotras hizo un rol y todas, prestas, nos anotamos en los tiempos que podíamos estar, justo esto pasó antes de la pandemia, esta acción fue una gran lección de vida para todas, por un lado saber pedir ayuda cuando la necesitas, y por otro lado saber brindarla, fueron momentos maravillosos los que pasábamos allí, algunas coincidimos como amigas ambientales, de repente conocíamos a otra amiga de otra fuente, recuerdo dos ocasiones en las que estaba recostada y me senté en una silla junto a su cama, comenzamos a platicar y de repente con la emoción de lo que platicábamos, saltaba de la cama y me enseñaba algún libro, algún artículo, una fotografía, “la amistad cura” decía, fueron más que asombrosos esos momentos de aprendizaje, de una gran maestra, de forma muy clara te presentaba la ruta correcta de acciones para que los temas ambientales tuvieran el mejor rumbo. Me podría sonrojar por no decir un comentario acertado, pero la maestra, la mentora Queta, no tenía empacho en decir “no es por ahí” y te decía por qué, qué más le puede pedir una a la vida.
En una ocasión le pedí grabar una entrevista como apoyo a mi clase de Ecología y Desarrollo Sustentable que imparto en el Bachillerato de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, accedió, para mí ahora es memorable, le pregunté sobre su origen, amenazas a su integridad, programas realizados, ella tuvo un mensaje para quienes la vieran: Pensemos que somos la Tierra, la Tierra debe ser sana, estar sana, y nosotras estaremos sanas, muchas de la enfermedades viene de la Tierra, las cosas que tenemos no vienen del supermercado. Nos presentó pequeñas acciones que podíamos hacer en el día a día, como dejar de consumir lo que no necesites, separar residuos, llevar al centro de acopio, contagiar a las y los demás. Tenía esperanza en las nuevas generaciones, y siempre puntualizó que no teníamos que liderar grandes proyectos, ni siquiera hacer una organización, pequeñas acciones haciéndose día a día.
En lo personal, hoy mi corazón está desorientado, no sé si es mi dolor personal como amiga, quizás como siente su familia, o como la gran personalidad que se nos fue.
La extrañaré, pero su sonrisa queda en mi pensamiento, tus enseñanzas las verán en mi quehacer diario y su amistad no se irá jamás.