Se habla hoy de macroeconomía.
La ideología es una ecuación:
Ideología contra apología
a la muerte de un torturador.
Ideología – Nacho Vegas
La democracia es una forma en la que se arregla colectivamente el acuerdo para ejercer el poder político. Esta forma demanda de la participación de todas las personas involucradas en la vida civil: tanto de los que detentan el acto de gobierno, como de los que son gobernados. Si bien es una forma perfectible y no exenta de errores, sí es –por su horizontalidad, transparencia, y posibilidad de participación colectiva- el más deseable de los modos de ejercer el poder.
Sin embargo, para que la democracia funcione de manera saludable, necesita la permanencia de diversos factores que abonen a la salud de la vida pública; ya que, de otro modo, el arreglo democrático puede degenerar en demagogia, como los populismos antidemocráticos que adoran al líder como encarnación de la voluntad del pueblo; o puede degenerar en oligarquía, como el gobierno de las élites económicas y políticas, en detrimento de las mayorías y minorías ciudadanas que no pertenecen a las élites.
Algunos factores necesarios para la democracia son: que la totalidad de la ciudadanía pueda ejercer con plenitud sus derechos humanos y las garantías individuales que manifiesta la ley; que pueda acceder a la educación y a la información, y que haga uso de esta información con mecanismos de pensamiento crítico; que esa ciudadanía habite en un sistema que limite la pobreza y la riqueza, a fin de asegurar las vías más o menos estables y duraderas para la horizontalidad económica.
También, que el ejercicio del poder político esté claramente acotado, y que estas acotaciones se respeten; que quien ejerza el poder no se extralimite en la práctica de sus funciones, ni que se valga del poder que tiene para amedrentar a los grupos o individuos que disienten de su manera de gobernar. Que los poderes del Estado funcionen saludablemente con independencia entre sí, y que los órganos autónomos encargados de la fiscalización y la organización electoral puedan trabajar sin cortapisas.
El pasado 9 de febrero, la revista The Economist publicó su estudio anual sobre el estado de la democracia en los gobiernos del mundo. Ese estudio categoriza a los regímenes en cuatro campos, en función de la salud de su democracia. Las cuatro categorías son: Régimen Autoritario, Régimen Híbrido, Democracia Deficiente, y Democracia Plena. En los años anteriores, nuestro país entraba en la categoría de Democracia deficiente, pero en 2021 cayó al nivel de Régimen Híbrido ¿Qué implicaciones tiene esto?
El análisis de The Economist revisa cinco variables: proceso electoral y pluralismo; funcionamiento del gobierno; participación política; cultura política; y libertades civiles. En México hay una erosión de la civilidad en estas variables, motivada por los ataques desde el gobierno hacia los organismos electorales, la oposición, y la prensa crítica; así como el aumento en la violencia criminal, como amenazas contundentes contra la permanencia de la democracia. En ese sentido, estamos más cerca del autoritarismo que de la democracia plena.
El Índice de Democracia 2021 coloca a México en el lugar 86, de un total de 167 países; y le califica con 5.57, de 10 puntos de avance democrático. Así, nuestro país se encuentra al mismo nivel que Bangladesh, Ecuador, Paraguay, Senegal, Túnez y Ucrania; es decir, al nivel de otros Regímenes Híbridos. Esto quiere decir que son países con rasgos que impiden considerarles como democracias (aunque sea deficientes), pero todavía tampoco como autocracias plenas. El estudio puede consultarse aquí: https://bit.ly/33uK6bO y https://econ.st/3GWeqcT
De acuerdo al análisis, la democracia global descendió de 5.37% (2020) a 5.28% (2021). Esta es la mayor disminución anual desde 2010, y aunque no se menciona expresamente, la pandemia podría haber influido. Sólo 47 países registraron mejorías, pero naciones como Chile o España bajaron al nivel de Democracias Deficientes. Mientras tanto, hay un dato contundente: más de un tercio de la población mundial vive bajo regímenes autocráticos, con gobiernos como los de China, Libia, Afganistán o Venezuela y Cuba.
Preservar la democracia, y preferirla por encima de la autocracia, es importante. Así, la vida pública, republicana y civil, puede mantenerse sana y perdurar en el tiempo. De lo contrario, si depositamos la encarnación de la patria y de la voluntad popular en el arbitrio de una sola persona, lo que se pone en riesgo no es sólo a la democracia, sino a la existencia misma del estado de derecho, de la paz social, y de la vida en civilidad.
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