La propuesta que haré a continuación no tiene el propósito de evadir lo que espera el lector en el sentido de que exprese mi opinión acerca de la pertenencia de la institución universitaria, sino de conocer el interés que pudieran tener los integrantes de la comunidad universitaria en el sentido de investigarlo por ellos mismos en caso de que no lo supiesen.
Lo ideal sería que fuesen del nivel Bachillerato -o de enseñanza media superior, como actualmente se conoce, mismo que algunos rectores de la UAA sin conocimiento de la teoría universitaria han manifestado su propósito de suprimir- ya que generalmente, por deformación institucional, se dejan las labores de investigación para el nivel profesional cuando lo más recomendable es que se inicien lo más temprano posible.
Digo esto porque he tenido la oportunidad de darme cuenta, al conversar con algunos universitarios que sus conocimientos sobre los antecedentes, principios, medios y fines de la Institución en la que estudian o enseñan no son lo suficientemente convincentes para imbuirles el sentido de pertenencia que se requiere para ofrecer una opinión crítica al respecto; en la mayoría de los casos ni siquiera manifiestan gran interés por conocerlos, de tal suerte que su principal meta consiste en obtener el título profesional que les permita ascender a un estatus social y económico más elevado que el que ocupa su familia.
La propuesta a que me refiero tiene como propósito saber si hubiese estudiantes interesados en investigar por sí mismos el significado del título del presente artículo: “De quién es la Universidad”. De ser así, podrían empezar por organizar un equipo de trabajo que realice -a manera de práctica escolar- una encuesta entre sus compañeros para preguntarles si saben quién es la máxima autoridad de su Institución o, por decirlo de otra manera, quién decide quiénes, cómo, cuándo y con qué recursos deben realizar una tarea determinada; se les otorguen los que soliciten para realizar las que están proponiendo, o se les faciliten las instalaciones y servicios que requieran para las que estén notificando.
En esta primera etapa se perseguirían dos propósitos: el primero consiste en obligar a sus compañeros que no lo han hecho, a pensar en algo esencial de la Institución a la que pertenecen y que les compete directamente; el segundo consiste en obtener una opinión primaria -manera de sentir- acerca del problema que se les plantea. Podrían recurrir a un profesor de Sociología para que les asesore en la mejor forma de plantear la pregunta y en la técnica estadística adecuada para evaluar los resultados.
En una segunda etapa, convendría que se asignaran responsabilidades para investigar los antecedentes legales e históricos de donde se deriva la existencia de la Institución, así como los documentos que establecen las bases en que se sustentan su estructura, funcionamiento y propósito.
En una tercera etapa se compararían las respuestas “sentidas” con el respaldo histórico-cultural y las normas que establecen los procedimientos -justos o no- que se deben seguir, desde el momento en que el estudiante solicita ingresar hasta el momento en que recibe su título profesional. Es decir, comparar el ser con el deber ser metaético.
Entonces se contaría con un instrumento de alto valor para realizar una campaña en la comunidad estudiantil para informarle sobre las coincidencias o discrepancias encontradas entre las respuestas sentidas y la realidad objetiva.
Finalmente, podría realizarse una encuesta de cierre para solicitar la opinión del estudiantado acerca de si están de acuerdo con el orden establecido o no y qué sería lo que tendría que hacerse para que ese acuerdo se consiga. De las conclusiones que se obtuviesen dependería si se da por terminado el trabajo o se inicia otro con diferentes metas, cada vez más precisas.
Habrá quién se pregunte qué se perseguiría con un ejercicio de esta naturaleza.
Insisto en la necesidad de que el estudiante que ingresa a la Institución debe tomar consciencia de que no se trata de una etapa escolar más -aunque aparentemente sea la última- y que la posición de privilegio que está en vías de coronar con un título profesional no debe utilizarla solo para su beneficio, sino que por su desempeño en sociedad es donde demostrará si realmente llegó a compenetrarse del hecho de que la Universidad es la creación suprema del género humano y que en sus manos está el futuro de nuestra especie. Solo entonces estará en condiciones de llegar a ser un verdadero universitario.
Nos veremos la próxima semana.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina