Regina Martínez y Jorge Hernández, vidas cruzadas - LJA Aguascalientes
07/11/2024

Amigzaday López Beltrán

 

La periodista Regina Martínez en su lucha por las injusticias nunca se imaginó que el joven que defendió 18 años antes, Jorge Hernández, alias “El Silva”, sería acusado como “cómplice” de su asesinato y condenado a 38 años de prisión.

 

La periodista se alió informativamente con Norma Trujillo que en 1994 investigó el trato que daba el Consejo Tutelar y el Gobierno a los menores de calle contagiados de VIH, principalmente, las amenazas en contra de “El Silva”, entonces un adolescente de 15 años.

 

Ambas comunicadoras lo protegieron de una posible desaparición y, se aliaron para que el joven recibiera tratamiento médico. Regina Martínez y Jorge Hernández nunca se conocieron, pero a ella no le gustaban las injusticias.

 

​Jorge Hernández, alias “El Silva”.


 

A año y medio de que el presidente Andrés Manuel López Obrador prometiera reabrir el expediente del homicidio de la periodista no hay avances, mientras “El Silva” lleva casi nueve años preso de los 38 a los que fue sentenciado.

 

“Soy inocente”

 

El niño de los “ojos tristes” como lo conocían en El Parque Juárez de Xalapa, insiste en su inocencia. “Ya estoy aquí, no tengo nada que perder, pero yo no fui. No tengo nada que ver”, aseguró a uno de sus compañeros del penal de  Pacho Viejo en Xalapa que pidió guardar el anonimato.

 

Hernández Silva ha vivido 3 mil 285 días recluido. En ese tiempo ha mostrado destreza para jugar fútbol, “lo hace hasta descalzo porque no tiene tenis”, se convirtió a la fe cristiana y ha dejado completamente las adicciones.

 

“Es una persona resignada que ha encontrado en Dios su refugio”, “es muy atlético”, “muy servicial”, “muy acomedido”, “es un buen muchacho”, “jamás pensaría que es malo”, coinciden reclusos del penal que han convivido con él.

 

“El Silva” ha pasado años sin que nadie de su familia lo visite. No tiene otra opción que alimentarse de la comida de “El Rancho”, -la que da el penal- que dicen es “absolutamente nauseabunda”.

 

Los días de visita, jueves y domingo, bolea zapatos para obtener ingresos que le permitan comprar algo en las tiendas alternas de Pacho Viejo. Siempre anda con la misma ropa y un par de chanclas, “no hay quien le lleve nada”.

 

“El Silva” tiene una historia marcada de abusos y abandonos, como su rostro, con marcas de un acné descuidado que enmarcan un bigote que cae sobre su nariz profusa. Es analfabeto, fue obligado a prostituirse a los seis años, a los 14 le detectaron VIH, a los15 era sexoservidor.

 

Su vida la ha pasado sin hogar y recluido como niño, adolescente y ahora, como adulto.

 

“El Silva”, una historia de abandono y reclusión

 

La primera vez que Jorge Hernández estuvo encerrado en el Consejo Tutelar para Menores Infractores de Veracruz fue antes de cumplir seis años. Su madre lo llevó porque se portaba mal. Cuando salió, se le escapó y pidió aventón a un trailero que iba a Poza Rica, donde fue obligado a ejercer la prostitución.

 

Teresa, su madre adoptiva, lo conoció cuando tenía siete años. Lo vio recostado cerca de su puesto de dulces, vestido con ropa ligera a merced del frio y de la lluvia de Xalapa. Lo llevó a su casa y decidió  adoptarlo, como relata Norma Trujillo sobre la infancia de “El Silva” en “Pie de Página”.

 

En 1994 regresó por segunda ocasión al Consejo Tutelar, tenía 14 años y le detectaron VIH, un tabú en ese entonces. Fue aislado por tres meses, y liberado sin atención médica y sin informar a su madre adoptiva del contagio.

 

“Me dijo que si yo contaba lo que tenía, mandaría a los judiciales a que me agarren. A mi jefa le dijo: ‘ven por tu hijo. Si le agarran granos o diarrea, llévalo con el doctor’”,  contó “El Silva” a la periodista Norma Trujillo.

 

Vidas cruzadas

 

“La reacción no se hizo esperar, el estado negó la existencia del menor y el abandono médico a menores contagiados”, relata Trujillo. Con todo documentado, preocupada porque el joven pudiera ser desaparecido, pidió ayuda a Regina quien trabajaba en el periódico Política para que la investigación se difundiera.

 

Después de la atención al caso generada por las periodistas, “El Silva” recibió atención médica, pero fue internado en un Hospital Psiquiátrico. Apenas pudo, se escapó. Al año siguiente laboraba como sexo servidor en el Parque Juárez. Cuando se enteró que pensaban recluirlo otra vez en unas estancias, desapareció nuevamente, porque irónicamente odiaba el encierro.

 

“Era un joven inquieto, como cualquier adolescente, pero no agresivo. Le gustaban los tenis de marca y vestir bien”, recuerda Norma.

 

La periodista le perdió la pista, hasta que 18 años después, en 2012, volvió a escuchar de él en un noticiero cuando la Procuraduría General de Justicia de Veracruz (PGJE) lo presentó como cómplice del asesinato de Regina.

 

Presuntamente él junto con “El jarocho” estaban en la casa de Regina cuando la asesinaron. Sin embargo, las huellas dactilares de “El Silva”, no fueron encontradas en la casa de la periodista ni el testigo que lo inculpó, como se corrobora en los expedientes abiertos sobre la investigación del asesinato de la periodista.

 

Casi un año después, en 2013 fue liberado porque su confesión fue extraída mediante tortura. El Tribunal Superior de Justicia lo absolvió y lo liberó  por violaciones a sus garantías individuales.

 

El Silva relató a los medios que estuvo detenido un mes en una casa de seguridad antes de su presentación como responsable del crimen de Regina donde fue torturado y obligado a declararse culpable.

 

“Tenía miedo de ser libre”

 

Pero si a cualquiera le hubiera alegrado la noticia de su libertad, no a “El Silva”. Cuando le informaron que el Tribunal lo absolvió se negó a abandonar el reclusorio.

 

“Tenía miedo de que lo torturaran los agentes de la Procuraduría y, además al Jarocho, -presunto ejecutor de la periodista Regina Martínez-”, recuerda su abogada Diana Coq Toscanini.

 

Fue liberado y desapareció por 12 meses en un estado donde encontró la oportunidad que no tuvo en Veracruz.

 

“Nos lo entregas o nos metemos a la brava”

 

Acogido por una familia, abrazo su libertad. A las 5 a.m. ya estaba listo para trabajar. Sin  que nadie se lo pidiera se ponía a lavar los carros, relata un integrante de la familia que lo protegió.

 

Atrás quedaron los días de adolescente en que se iba a los conjuntos habitacionales a robar para hacerse de mudas de ropa. “Ese pantalón te queda bien Silva”, “esa camisa es para ti, mira”, le decían cuando acompañado de un amigo buscaban en los tendederos al sol, como quienes abren un closet, la ropa que habrían de ponerse.

 

O cuando “volando” después de un cigarro de marihuana decide robarse una moto que tenía seguro. Como pudo se la llevó sobre las empinadas calles de Xalapa. Su deseo de dejar de ser peatón, se le acabó en cinco minutos. Lo agarraron y fue a dar al mismo penal en el que ahora pasa sus días.

 

En ese año de libertad y con una familia, “El Silva” dio muestras de honradez más de tres veces, señala la persona que lo acogió. “Fue presentado a un gerente del banco para que le diera trabajo, para probarlo primero le encargaron depositar 50 mil pesos y lo hizo”.

 

Después, 100 mil pesos, “se pudo haber escapado, pero no, los depositó. Se ganó el trabajo por su honradez”, recuerda.

 

El Silva con su afición a las ropas de marca, aquella que desarrolló en su juventud, ayudo a su jefe a descubrir un robo.  “Tío no te has dado cuenta que te están robando, todos usan marcas propias, no son clones”, le advirtió.

 

Después de una auditoria, se dieron cuenta de un faltante de casi dos millones de pesos. El jefe aún lo espera para que regrese a trabajar con ellos.

 

“Todo iba bien, hasta que se juntó con malas compañías. Volvió a fumar marihuana y se descuidó con el teléfono”, lamenta la persona que lo acogió. La familia lo internó en un Centro de Rehabilitación y le pidieron que no hablara por teléfono para que no lo encontraran.

 

“Se estaba rehabilitando cuando el Gobierno a través de la Procuraduría de Justicia del Estado, y Ángel Martínez,  hermano de Regina, promovieron un amparo para revocar la sentencia”, señala.

 

El teléfono de la abogada Diana Coq fue intervenido. “El Silva” la llamaba de vez en cuando. El celular volvió a sonar, pero esta vez era el entonces procurador Luis Ángel Bravo, “ya sabemos dónde está o nos lo entregas o nos metemos a la brava”.

 

La abogada habló con “El Silva”. “Ya te encontraron, voy a tratar de que salgas pronto”, le prometió.

 

AMLO puede darle el indulto y reabrir el expediente

 

Coq Toscanini asegura que “El Silva” es inocente, lo mismo considera Laura Borbolla, “a lo mejor no vamos a saber quién mató a Regina, pero sí sé quién no la mato”, y  los periodistas que han investigado la muerte de la periodista.

 

“Es una persona muy vulnerable”, “no tiene familia ni dinero”, “es el chivo expiatorio ideal”, “no hay quien lo acuse”, coinciden periodistas y abogados que han analizado su caso.

 

Coq Toscanini insiste en la inocencia de “El Silva” y aseguró que después de la promesa de Andrés Manuel López Obrador de reabrir el expediente, “nadie ha movido un solo dedo”. “El proceso está abierto porque no han detenido a El Jarocho, pero el presidente puede darle el indulto. Ese, ese sería el mejor homenaje para Regina, reabrir el caso y no permitir la injusticia”.

 


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