Errores de redacción que suelen darse en el trabajo periodístico por el hecho de elaborarse a contrarreloj en la mayoría de las ocasiones, eventualmente se enmiendan en un ejemplar corregido que se conserva en el archivo con el correspondiente aviso, para el caso de ser publicados posteriormente. En la información complementaria que utilizaré en esos arreglos incluiré una bibliografía mínima de apoyo para quienes se interesen en profundizar en el conocimiento de nuestras culturas originarias, que agregaré también en la próxima entrega.
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. En relación con el tema de la fuga de cerebros desarrollado en esa misma colaboración, me permito insistir con los siguientes comentarios:
Se hizo la sugerencia de que el Gobierno establezca en la Ley General de Educación Superior las medidas necesarias para asegurar la permanencia en México de los egresados de este nivel, se propone que los mejor calificados se ocupen en las labores de investigación científica.
Bien sabemos que los países que eufemísticamente son calificados con menosprecio como “subdesarrollados”, lo son precisamente porque el escaso progreso que realizan se debe en gran medida a la tecnología que nos venden cara los “desarrollados”, a los que nunca podremos pertenecer mientras sigamos usando tecnología, que es la que ellos ya superaron, que ya no sirve para darle mantenimiento a los equipos que también ellos nos venden, que además tiene que pagarse en dólares porque tienen que enviarse al país proveedor para que los repare, o pagar al personal suyo, calificado, que vive en el nuestro.
Lógicamente, lo que nuestros países necesitan es crear su propia tecnología -para hablar solo de uno de los aspectos del problema- a base de sus mejores profesionales que se pueden dedicar a la investigación científica. Porque también suele ocurrir que la tecnología que nos venden ha sido producida, en buena medida, por los profesionales que hemos preparado nosotros, pero que se van atraídos por los altos salarios, lo cual significa una doble pérdida, pues perdemos todo lo que gastamos en prepararlos y perdemos porque estamos comprando cara la tecnología que nuestros científicos contribuyen a crear para beneficio de los países extranjeros.
Y el problema es cada vez más grave, pues la emigración de nuestros mejores profesionales es cada vez mayor, ya que como lo vimos, cuando los británicos bautizaron el fenómeno como “fuga de cerebros” hacia 1960, como no existían estadísticas al respecto apenas sí se logró estimar que los latinoamericanos preparados que habían emigrado no llegaban al millón entre todos.
Ahora sabemos a ciencia cierta que esa cantidad había llegado a la enorme cantidad de 23 millones en 1996 y que tan solo en el lapso de 11 años, en el año 2007, alcanzó la cifra de 40 millones en el año 2007 según el Banco Mundial[1].
Pero no necesitamos conocer la cifra actual -que seguramente será monumental- para tener la convicción de que debemos eliminar la fuga de cerebros y construir nuestro futuro con nuestros propios recursos combatiendo el complejo de inferioridad.
LAS UNIVERSIDADES. En esa labor tendrán un papel esencial las universidades mexicanas, que podrían empezar -como la UNAM- a investigar el problema y prepararse para proponer al gobierno las alternativas de solución.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
[1] “Fuga de cerebros: ¿dolor de cabeza para Latinoamérica?” Banco Mundial 6 de Noviembre 2013.