Eres un gato observando el horror.
Hay quien te mira y se frota las manos.
Los otros evitan la conversación,
y hay algunos que se arrojan desde el balcón…
Runrún – Nacho Vegas
En los últimos días, la Corte Suprema de Estados Unidos ha tomado decisiones que plantean una regresión conservadora en aquel país. Decisiones de carácter ideológico que se trasladan a las leyes, y que impactan en el modo de convivencia y de ejercicio del poder. Esto se explica, en buena parte, por la nueva composición de los ministros de la corte.
Si bien la corte ya estaba dividida entre ministros con una visión del mundo más progresista y otros más retrógrada, en el periodo de Donald Trump se impulsó la entrada de miembros de la corte con ideología cercana al expresidente: de supremacía blanca, patriarcal, religiosa, y regresiva en los derechos humanos. Esta ideología ahora se impone en la coexistencia nacional.
Esta ideología es, básicamente, la de una minoría blanca redneck empresarial, elitista, racista, clasista, misógina, homofóbica, fundamentalista cristiana evangélica, capitalista recalcitrante, con una pueblerina visión del mundo. El peligro no es que crean lo que creen, sino que encontraron la manera de encumbrarse en la Suprema Corte de Justicia, con lo que pueden determinar qué es legal y qué no.
Así, apenas hace pocos días, la corte aprobó tres sentencias sobre constitucionalidad, que modifican e impactan no sólo el sentido de leyes que ya había, sino la posibilidad de crear nuevas leyes regresivas contra la laicidad del Estado, contra los derechos de las mujeres, y contra la paz social en el tema de la portación de armas. Es algo grave.
Primero, la Corte decidió lastimar la laicidad del Estado, al permitir jurídicamente que el dinero público pueda ser utilizado para mantener escuelas religiosas. Esto es gravísimo, porque en un país en el que el movimiento evangélico se impone en la política, ahora se abre la puerta para que el Estado subsidie el adoctrinamiento religioso con impuestos públicos. Viene una teocracia.
El Huevo de la Serpiente del totalitarismo teocrático, el cristo-fascismo, ya había incubado desde antes en diversas partes de nuestro continente. No sólo en EEUU, sino también en Brasil, Colombia, Venezuela, o México, sólo por poner ejemplos; son países en los que el populismo religioso (sea católico o cristiano evangélico) se ha filtrado en el discurso y la práctica política.
Segundo, en el contexto de la violencia, con los escandalosos tiroteos en escuelas, iglesias, y lugares de reunión pública, en lugar de apostar por el control de armas, la corte ha decidido ampliar las posibilidades para poseer y portar armamento en manos de civiles. La visión bárbara de la corte es que sus ciudadanos viven todavía en el Viejo Oeste.
Esta visión bárbara que los estadounidenses tienen sobre sí mismos es una paradoja, porque –a la vez- se autoproclaman como la epítome de la civilización global. No sorprende. Uno puede consultar sondeos o encuestas que se han hecho a los norteamericanos para saber su conocimiento o postura sobre diversos temas, y es posible ver lo ignorantes y soberbios que son.
Tercero, la decisión con más resonancia mediática: el cambio sobre la resolución histórica de Roe vs Wade respecto a la maternidad elegida. Antes, por un precedente judicial, la constitución federal impedía que los estados prohibieran el aborto. Ahora, la corte posibilita que cada estado pueda no sólo prohibirlo, sino criminalizarlo. La población más damnificada es, como siempre, las mujeres pobres.
La infiltración que esta élite blanca y cristo-fascista ha encontrado para manipular la política y para imponerse en la Suprema Corte de Justica, deben alertar a todas las repúblicas que quieran conservar el arreglo democrático, laico, y civil. Si no, nos arriesgamos a regresar a un medioevo en el que gobierne el padrecito de la película Canoa, de Felipe Cazals.
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