Juegos del poder/ Opciones y decisiones  - LJA Aguascalientes
24/09/2023



 

El gran happening al que estamos asistiendo las y los mexicanos es la explosiva fiesta del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, con que celebra su incipiente organización electoral interna, para nominar las candidaturas de su militancia en la próxima contienda electoral de dos entidades: Coahuila y el Estado de México, 2023 y, singularmente de la sobreviniente elección presidencial de 2024. Huelga decir que, en tiempos anticipados para ambos comicios en que habrán de participar, sólo para el primero, 14,5 millones de votantes, el estruendo que provocan en los medios de comunicación con sus eventos celebratorios, alerta al resto de organizaciones políticas que habrán de contender contra ellos, acerca de la notoria festinación (homónimo de anticipación, que no celebración) de sus discutidos nombramientos tempraneros, fuera el Estado de Derecho.

Esta movilización anticipada está tensando la liga reglamentaria oficial a puntos extremos de elasticidad jurídica tanto como de tolerancia política, que afronta al resto de los ciudadanos que no estamos invitados a esta fiesta. En donde, el punto a discutir no es la genial maniobra del líder central indiscutible, Andrés Manuel López Obrador, para mantener enfebrecidos a sus incondicionales seguidores; como tampoco la nota es su presumida muestra de pulso que atemorice bufonescamente a sus adversarios. Como tampoco, sobre todo, aceptar que sea solo un sagaz mecanismo distractor de los problemas fundamentales del país: inflación acelerada, estancamiento rampante de los factores económicos, y por ello estanflación económica general; adicionando, problemas constitucionales por transgresión de la norma en materia de militarización del sistema de seguridad pública nacional que engulle de un solo bocado a la Guardia Nacional, para regurgitarla luego en sus cuarteles, etcétera, etc.

El punto central de discusión, desde mi punto de vista, consiste en que todo este andamiaje caóticamente fabricado por y desde el poder presidencial, sus nomenclaturas, “corcholatas” y demás operadores partidistas, obedece a un añejo y fundamental problema de praxis política, que sus más connotados estudiosos históricos llamaron: “hegemonía política” y ésta ejercida por un partido o una coalición de partidos políticos. En el presente histórico de México, este problema se torna aún más complejo debido a que dicha hegemonía está siendo ejercida por un movimiento de masas, altamente diferenciado y aun caótico, y dirigido de facto por un solo hombre, López Obrador. Esa última estridencia protagonizada por Morena se debió a su pretendida y supuesta conversión de crudo “movimiento popular/populista” a un “partido político” con estructura orgánica y definida ideología de partido.

La definición más sucinta de ideología que hemos escuchado de su dirigencia es la de: “no engañar”, “no traicionar” al pueblo, pronunciada por Mario Delgado su dirigente nacional, en cita de su fundador, López Obrador. Dos principios que pretenden anteponer como arietes de una muralla intraspasable para sus originarios adversarios políticos: los conservadores, y corruptos neoliberales. Enunciado beligerante para su militancia que pretendiera sintetizar los conceptos aglutinantes de su lucha histórica. Pronunciamiento que en la arenga pública pareciera satisfacer los mínimos indispensables para acreditar su derecho a la apropiación y gerencia de la “Hegemonía” de su organización sobre el todo de la Nación; mismo que, en la praxis política del México contemporáneo no satisface el requisito de constituir el pegamento para adhesión de la sociedad total del país. Y así lo evidencia, al construir la ordenada constitucionalmente, sucesión presidencial.  

Y lo es así, porque no cumple el imperativo de gnoseología política que propusieron teóricos y actores políticos como Benedetto Croce, Engels, Marx, y sobre todo Antonio Gramsci, que cada uno desde su óptica convienen en una aserción fundamental:

– “El carácter de la filosofía de la praxis es, especialmente, el de ser una concepción de masa, una cultura de masa, y de masa que actúa en una forma unitaria, es decir que tiene normas de conducta, que no solamente son universales en la idea, sino que están “generalizadas” en la realidad social. Y la actividad del filósofo ‘individual’ no puede ser concebida, por tanto, sino en función de tal unidad social, es decir, también como política, como fundación de dirección política”.

(Fuente: “Gramsci y el Estado” -Hacia una teoría materialista de la filosofía-. Christine Buci-Glucksmann, Quinta Parte, 2. La revolución filosófica de Marx y de Gramsci, para una gnoseología de la política. S. XXI, México. 4ª Edición en español. 1979. P. 421).

Desde luego que una tal arenga pública puede dar de sí como para marcar un derrotero de la organización por ser, pero deja un gran hueco (un agujero negro) en materia de conocimiento crítico de lo que significa el todo social del país total que conformamos; y que ahora mismo está siendo polarizado sistemáticamente por esos mismos liderazgos que intentan proclamar el nexo gnoseológico desde el cual pretenden dar cohesión al todo social sobre el que ya reivindican una “hegemonía” total.

Arengar a esas masas cautivas clientelarmente, para exacerbar su pertenencia de clase, “el pueblo”, marcará probablemente un sentimiento populista de reivindicación ante sus ancestrales supuestos enemigos de clase, un simple y demagógico mayoriteo de transición política, pero que no finca gnoseológicamente, o críticamente, el derecho de “hegemonía” constituyente del Estado, como una totalidad. Confundir esta mayoría de transición política con la representatividad universal de la Nación es un craso error. Y alentar la perpetuidad de este grupo en el poder, es un voluntarismo de facto, además de provenir de un solo hombre; eximiéndose tramposamente de dar cuenta de las vías anti-constitucionales con que pretende armar el entramado a fortiori de su perpetuación en el poder, sea:  sobre su base clientelar y, desde ella, sobre el resto disidente de la sociedad.


Ejemplo de ello es la exclusión de posibles candidatos a la sucesión desde su propia base, y de la que ahora mismo hacen gala al ignorar la voluntad explícita de algún o algunos contendientes. “Entiendo mi realidad: la nomenclatura (hijos de López Obrador) política se opondrá (a mi candidatura) e intentará eregir una facción en el poder”, dijo el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal.

Para precisar la noción esencial que está a la base, cito: – “La noción del Estado pleno presupone que se tome en cuenta al conjunto de los medios de dirección intelectual y moral de una clase sobre la sociedad, la forma en que puede realizar su “hegemonía”, un cuando sea al precio de ‘equilibrios de compromiso’ tendientes a salvaguardar su propio poder político, particularmente amenazado en los periodos de crisis. El Estado es todo el conjunto de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que llega a obtener el consenso de los gobernados. En esta nueva articulación del concepto de Estado, que incorpora la hegemonía al Estado, Gramsci intenta evitar la falsa alternativa entre liberalismo y fascismo. (…) Gramsci rechaza toda distinción orgánica entre sociedad civil y Estado, hegemonía y dictadura. (Cfr. Opus cit., ut supra. : “Gramsci y el Estado”, Primera Parte. El Estado como problema teórico. 3. La problemática gramsciana de la ampliación del Estado. P. 123).   

Creo que queda claramente explícito que un auténtico gobierno de izquierda, llámese socialista o marxista en diversos grados y modalidades, no se finca en la partición en dos de la sociedad civil y de ésta con respecto al Estado pleno, pues sería aceptar un Estado y, por tanto, un gobierno fundado en un mando dictatorial, que respecto de la sociedad civil será necesariamente maniqueo y autoritario; y en la práctica política excluyente de un conjunto de la población a la que considera “enemigo de clase” y, por tanto, expulsado de su “hegemonía histórica”. Lo que obviamente exhibe una ignorancia supina (o desviadamente interesada) acerca de la dialéctica histórico-política de una sociedad con derecho a la autonomía y autodeterminación. En suma, los consensos político sociales no son descartables o desechables, sino que constituyen la esencia de la praxis política de una auténtica ideología socialista o aún de cuño marxista.

Para concluir este excurso acerca de la importancia del aglutinamiento de la sociedad, como unidad funcional e histórica para un Estado nación, soberano y democrático, deseo referir una anécdota que ocurrió aquí en Aguascalientes, y que le tocó protagonizar a mi padre, Sr. Teófilo Chávez González. Corrían muy probablemente los años 40’s, con una población total de 182,711 Hab., él todavía perteneciente a 14,730 de los 28,353 solteros en el estado, trabajaba como dependiente en la jarciería y talabartería conocida como Casa Villalabos, de la calle 5 de Mayo, frente al Jardín de Zaragoza. Tenía concluida su Primaria, y ya era hábil para llevar el Libro Diario de la tienda de Don Mucio Villalobos, contaba con una armoniosa y bella caligrafía que estampaba con donaire en los manuscritos que realizaba, bajo el aprendizaje conocido del método Palmer; reconozco que yo en mis años de secundaria y preparatoria, 60’s, envidiaba su muy legible y armoniosa escritura. El caso digno de citar, consiste en que un día, a la hora de salir a casa para comer -recordará usted que el centro de la ciudad cerraba religiosamente sus puertas de 2 a 4 de la tarde-, se encaminó hacia la Plaza de Armas, en donde le llamó la atención una aglomeración en torno a un templete. Al acercarse le atrajo poderosamente la atención, el discurso de un orador que con gran dicción y claridad pronunciaba. Sin darse cuenta se sumó a los oyentes y, recordaba que se quedó embelesado de la prodigiosa oratoria de aquel personaje, de manera que hizo caso omiso del tiempo transcurrido, hasta que hubo concluido su pieza discursiva. Intrigado preguntó de quién se trataba y obtuvo como respuesta: se trata del Lic. Vicente Lombardo Toledano. Debo enfatizar que mi padre era un ferviente católico, hijo de un acendrado cristero, Teófilo Chávez Madrigal, en cuya edad adulta encabezó la que fue conocida como Defensa de Abasolo, por ser oriundo de allí en Guanajuato y, por ello, luego expulsado del estado. Quien luego se asentó aquí en la Antigua Hacienda de Pilotos, de la que fue administrador. Este dato puede contrastar con lo que posiblemente era el mensaje de Lombardo Toledano, fundador de la Universidad Obrera y del Partido Popular Socialista, con obvia convicción socialista. Lo digno a destacar es que un orador letrado y bien informado de la realidad del país, era capaz de convocar no solo la atracción, sino la credibilidad y verosimilitud de su retórica política, altamente persuasiva. En lugar de separar, unía. Notas más que indicativas de un auténtico líder social, en la formación del México postrevolucionario. (Nota: -Vicente Lombardo Toledano (16/Jul/1894- 16/Nov/1968) fundador de la Universidad Obrera y en 1948 del Partido Popular, luego en 1960 Partido Popular Socialista. Director de la Escuela Nacional Preparatoria y Gobernador de Puebla.

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