Tras la lectura el pasado domingo del artículo del periodista y escritor Julio Patán en El Heraldo de México con título “Los Pinos y otras tomaduras de pelo”, referente a los “aportes” de la 4t a la cultura en nuestro país, sobre todo tomando un par de ejemplos al respecto como la pomposamente llamada “Calzada flotante” que conecta la primera sección del Bosque de Chapultepec con la segunda sección y que para efectos prácticos no es solo más que un puente. El segundo ejemplo es el llamado “Complejo Cultural Los Pinos”, con algunas exposiciones fotográficas, mismas que se podrían exponer en cualquier casa de la cultura sin mayor complicación. “Lo que pasa con Los Pinos (señala Julio Patán), es que la grandilocuencia esconde una sonada tomadura de pelo. Los propagandistas promueven el centrote cultural con cursilerías tipo “esta casa que fue la del privilegio y hoy es la de todos”. Bueno, Los Pinos era la casa del presidente, porque los presidentes necesitan una casa y la casa debe ser, sí, apropiadamente lujosa y lo bastante aislada como para que estén cómodos tanto el presidente como los ciudadanos.”
El casi sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, está entrando en la recta final de lo que debió haber sido su gobierno. En la serie de compromisos derivados de su imponente triunfo electoral del 1º de julio del 2018, empezando por ese retórico compromiso de impulsar la cuarta transformación del país, misma que estaría a la altura de la Independencia, de la Reforma y la Revolución, está iniciando el recorrido de los últimos meses de una administración pública federal, a la que difícilmente podríamos catalogar como gobierno, caracterizado, fundamentalmente, por sus pobres resultados, que tienen hoy al país en una precaria situación en materia de desarrollo y crecimiento económicos, de seguridad, salud y educación públicas, con un señalado y contradictorio endeudamiento, el desposicionamiento de México en el contexto internacional, particularmente en Latinoamérica, y así, un largo etcétera.
Aquellas promesas transformadoras vertidas desde el triunfo electoral hasta la toma de protesta ante el Congreso de la Unión, y que, consolidadas daban cuerpo a la encandilante oferta transformadora del país, impulsada desde el púlpito presidencia todas las mañaneras, un día sí y otro también en cosa de poco de más de cuatro años, se han ido perdiendo ante la poca tolerancia que tiene la realidad frente a un discurso que siempre se mostró sobrado e irrespetuoso ante ella. Ya no hablemos de la expectativa ciudadana, afiliada u opositora al triunfo morenista y de la exuberante Cuarta Transformación.
Erradicar la corrupción, privilegiar a los pobres, no endeudar más al país, bajar el costo de los energéticos (electricidad, combustibles, gas), vender el avión presidencial, tener un sistema de salud “como el de Dinamarca”, tener una relación respetuosa con los Estados Unidos y Canadá,
El presidente López Obrador prometió aquél ya lejano 1 de diciembre de 2018, ante el Poder Legislativo mexicano: Gobernaré con entrega total a la causa pública, dedicaré todo mi tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los sentimientos y a cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios (ja), no le haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la reconciliación (ja) y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia (ja), logremos la Cuarta Transformación de la vida pública de México. Trabajaré 16 horas diarias (ja) para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación. Así, a partir de ahora se llevará a cabo una transformación profunda y radical porque se acabará con la corrupción y la impunidad (ja); se acabará con lo que impide el renacimiento de México, subrayó el ya Titular del Ejecutivo.
Grandilocuencia transformadora pues.
A 50 meses de iniciado este casi sexenio de un presumido gobierno de izquierdas, es evidente que la tan mentada Cuarta Transformación no pasó de ser un mero recurso retórico para rellenar horas y horas de conferencias mañaneras, e intentar, (con éxito al principio, debemos reconocer) conducir la agenda nacional desde Palacio Nacional, y que, tras el desgaste normal que representa el ejercicio del poder público después de poco más de 1,500 días de impulsar un discurso propagandístico, el cansancio del mismo ya muestra los efectos ineludibles de la evidencia y los escasos resultados.
La corrupción permanece ahí, en el medio de las acciones cotidianas de la administración pública, misma que ha alcanzado niveles muy superiores a los tiempos previos. Más del 80% de los contratos del gobierno federal han sido mediante el proceso de adjudicación directa. Es de sobra conocido que este mecanismo es el que más se presta a la realización de actos de corrupción. Según el CONEVAL durante el gobierno lopezobradorista la población en situación de pobreza aumentó en 4 millones de mexicanos. El costo de los energéticos ha aumentado consistentemente, impactando en la economía popular, tan cara para la 4t. Además de que tanto la CFE como PEMEX se volvieron un lastre para la economía nacional por su ineficiencia e inoperancia evidentes. Pérdidas en la primera empresa anuales de más de 50 mmdp o una deuda impagable de la petrolera por más de 105 mmdd. Aunque el presidente ya ofreció incorporarlas a la deuda soberana. ¿Qué ya no aumentaría la deuda? En 2018, la deuda ascendía a 10.8 billones de pesos y para este año, 2023, se habrá incrementado en un 43%, cercana a los 15.8 billones de pesos (Benito Solís, El Financiero, 011122).
Ni vendió el avión, estamos empleitados comercialmente con EU y Canadá vía T-MEC, el amigou Trump, se mofa de su relación con el presidente López, el sistema de salud está atorado prácticamente desde el 2019, la economía nacional apenas se sostiene ante una posible recesión. La inseguridad es amenazada cada día prácticamente en todo el país.
Pero el tiempo del presidente se acaba, hoy su prioridad es la permanencia de la 4t en el poder, por eso ataca al INE. Salud, educación, economía, seguridad, están al final de la fila de las prioridades presidenciales. Hoy, más que nunca, la grandilocuencia transformadora se hará presente en nuestra cotidianidad.