La complejidad del mundo, cómo se suceden las cosas, las causas y los efectos, impulsan a simplificar con el propósito de entender qué está pasando; nunca nada ha sido simple, y en la medida que se van acumulando conocimientos se vuelve más difícil escapar a las obligaciones y derechos que, personalmente, se tiene con el tiempo que vivimos.
Ante la obligación de asumir la responsabilidad que nos da el conocimiento, muchos preferimos simplificar para seguir siendo únicamente testigos, actuamos con condescendencia hacia nosotros mismos para no involucrarnos, el caos y el azar, la ignorancia y la subjetividad, antes que resolverse con un ejercicio crítico se rinden a la banalización, por eso son tan efectivos los memes y las teorías de la conspiración, no se exige revisar los matices, se da por hecho que el mundo se divide en blanco y negro, buenos y malos.
Desde el ámbito íntimo de las relaciones personales hasta la política, se asume que lo más fácil de aprehender es la verdad, pero simple no es igual que sencillo, no se puede reducir una ruptura amorosa a la simplicidad de responsabilizar a una sola de las partes, como tampoco es posible entender las cuestiones políticas que nos afectan como resultado de un complot o los poderes fácticos… Sin embargo, cada vez más nos alejamos del diálogo entre familiares y parejas, todos los días escuchamos a la clase política declararse víctima de una conspiración.
La necesidad de satisfacción inmediata a la que nos están acostumbrando las redes sociales no sólo están afectando las relaciones personales, a gran escala ya se manipulan los ámbitos de decisión a través de las fake news, de las invenciones de un enemigo invisible que nos amenaza, desde la izquierda o la derecha, les funciona culpar de todo al avance de la “ideología de género” o la sevicia de los “conservadores”; incluso nuestra idea de justicia se está viciando, antes que el cumplimiento de la ley pensar en las víctimas se desea el castigo.
Mientras sigamos aceptando la reducción a los extremos menor será la capacidad de analizar la información y hallar la forma de incidir en lo que nos sucede, desde explicar y tomar partido a través de memes, hasta creer que para transformar el país se requiere oponerse al gobierno en turno o justificar la ineptitud de los funcionarios que gobiernan porque son víctimas de un complot.
Coda. El arte es difícil y su recompensa es fugaz, escribió Schelling; quizá es necesario repensar el placer no como una recompensa, sino como una obligación con uno mismo y los demás.
@aldan