Qué bien, muy bien no es que estemos,
y no encuentro más solución
que ser una más entre las voces rotas
que en cada derrota rompe aún más la voz
La voz tomada – Nacho Vegas
Finalmente, y ante la falta de acuerdos políticos para nombrar a los consejeros del Instituto Nacional Electoral que suceden en el cargo a la mesa directiva saliente, se llegó al extremo contemplado por la ley para resolver estos nombramientos: el proceso de insaculación. Es decir, el comité técnico del INE presentó a los perfiles finalistas en el proceso de exámenes y entrevistas, y se metió el nombre de éstos a una tómbola de la que se sacó la nueva composición del Consejo General del instituto.
La democracia por sorteo no es nueva, ni es algo que deba escandalizar a los puristas. Ya desde la Atenas clásica, el uso de la Lotocracia (la elección de magistraturas por tómbola) era común, y tenía un arraigo popular que –independientemente de los perfiles- daba la sensación de absoluta imparcialidad al designar cargos, ya que no eran los humanos, sino algo parecido a la Diosa Fortuna, quien finalmente otorgaba el poder a las personas. La Lotocracia se extiende al presente.
Así, el azar determinó que fuese Guadalupe Taddei Zavala quien sucediera en la presidencia del Consejo General a Lorenzo Córdova. El nombramiento no ha estado exento de polémica, por cuatro razones principales. La primera, el hecho inédito en la democracia mexicana de que la selección de consejeros, sin acuerdos y ensuciada por los partidos, derive en insaculación. La segunda, que sea una mujer quien presida el consejo es algo histórico, que habla de cómo la lucha por cerrar la brecha de género va rindiendo frutos.
La tercera que, por suerte, el nombramiento cayó en una figura con trayectoria y amplia experiencia electoral; pero esa misma suerte pudo haber determinado que el encargo cayera en un perfil menos experimentado, o descaradamente impulsado desde el poder. La cuarta, que esta nueva presidenta tenga lazos familiares con figuras importantes del régimen; ya que por mucho que se insista en que esos lazos familiares no habrían de influir en el ejercicio del INE, el contexto político actual nos hace tomar con reservas cualquier escenario.
Las reacciones ante este fenómeno han sido variopintas; desde figuras de la oposición que quieren deslegitimar el nombramiento, hasta AMLO validándolo al decir que, aunque no conoce a la consejera presidenta, le parece persona honesta y demócrata. Guadalupe Taddei, en sus primeros pronunciamientos, ha destacado que este encargo no se lo debe a ninguna persona, sino a su propia trayectoria; que se deben analizar los costos económicos de la democracia; y que ella ganará un salario menor al del presidente.
Es decir, de primera impresión, en este retrato inicial la prospectiva marca una tendencia en la que el árbitro electoral parte de la imparcialidad, con una ligera tendencia a tener mayor identificación hacia el grupo en el poder. Sin embargo, es obvio que faltan datos para que la tendencia se confirme o se fortalezca. Serán los hechos en las próximas semanas y meses que quedan para el proceso electoral lo que podrá aportar elementos que confirmen o desmientan esta prospectiva.
La elección federal de 2024 está cada vez más próxima. En esa batalla electoral se probarán a fuego las capacidades de los nuevos consejeros electorales. Por el bien y la salud de nuestra democracia republicana, la ciudadanía habrá de estar atenta a que las instituciones prevalezcan sobre las personas, y que el beneficio de la duda otorgado a los nuevos miembros del consejo electoral no sea visto como un cheque en blanco para operar a favor o en contra de esta u otra fuerza política.
@_alan_santacruz
/alan.santacruz.9