Cae a plomo un nuevo amanecer,
temes cualquier revelación.
Suena el móvil, hoy ya por tercera vez.
Déjalo, la nueva es terrible.
Te hablará de un acto irreversible…
Belart – Nacho Vegas
Nicolás Maquiavelo, en el capítulo XII de El Príncipe, nos explica los peligros que corre un Estado cuya fuerza militar se apoya en ejércitos mercenarios. Luego de analizar los aspectos sobre los que se funda el poder y la durabilidad de un Estado, Maquiavelo ve en los Condottieri, los militares a renta, un riesgo no sólo para el principado, sino para el Estado mismo; sea en tiempos de paz, pero sobre todo durante la guerra.
Maquiavelo tenía razones para fundamentar su análisis. Además de los diversos episodios históricos que nutrieron el capítulo XII de El Príncipe, la propia historia de Italia muestra cómo del siglo XIV al XVI, los Condottieri fueron contratados para campañas militares por toda Europa, especialmente en Italia, donde llegaron a amasar un poder que les puso en franca competencia con el Estado. En italiano, condotta significa contrato, por eso las milicias de renta se llaman Condottieri.
Este es el aspecto fundamental que Maquiavelo advierte como riesgo al desarrollar campañas militares que dependen o se apoyan en soldados por contrato. Estas milicias no poseen más lealtad que al dinero y al poder; por lo que se vuelven tan peligrosas como volátiles a medida que ganan protagonismo en las conquistas o defensas de los estados nacionales. Parece una obviedad, pero siglos después los Estados no advierten el mismo error histórico y lo repiten.
El ejemplo más actual es el caso ruso. Hace unas décadas, un exconvicto -Yevgeny Prigozhin- monta un restaurante en Moscú, y se hace amigo del joven funcionario municipal Vladimir Putin. Esta amistad le consigue jugosos contratos gubernamentales en el área de alimentos, expande la operación al lavado de dinero, telecomunicaciones, los servicios de inteligencia, y demás; hasta que incursiona en el ámbito paramilitar por contrato con el gobierno ruso, ya con Putin en el poder.
Así, desde 2014, este Grupo Wagner comandado por Prigozhin da servicio por contrato a Rusia en distintas intervenciones militares locales y extranjeras, como las de Crimea, Libia, la República Centroafricana, Siria, y –actualmente- la guerra contra Ucrania. Este ejército mercenario se nutre de ex militares de diversos países, ex convictos, y civiles entrenados en fuerza letal por una empresa paralela al Estado, con unos 50 mil efectivos, y un equipamiento táctico digno de potencia militar.
En ese contexto, comenzó a existir conflicto entre los contratistas de Wagner y el ministerio ruso de defensa debido a la forma estratégica de llevar a cabo la guerra contra Ucrania. Hace unos días escaló el conflicto, y Wagner se sublevó contra el gobierno ruso, marchando en campaña militar hacia Moscú. Ante esto, Putin declaró como traidoras a sus propias fuerzas mercenarias, y ahora pelea en dos frentes: contra Ucrania y contra sus propios Condottieri.
El saldo, hasta ahora, es una ríspida negociación en la que Wagner ha sido momentáneamente sometida por Putin; una purga interna dentro del Kremlin, para detectar brotes sediciosos; y la respuesta de EEUU, que vuelve a circular la ficha contra Wagner por interferir con el sistema político de Estados Unidos, especialmente en la elección presidencial de 2016, con el caso de los correos, bots, y trolls rusos que buscaban el triunfo de Donald Trump.
Maquiavelo ya había previsto qué sucede con los mercenarios. Pero sigue sucediendo cuando las personas que dirigen al Estado no se enteran de la historia, no entienden la Ciencia Política, y ceden a la soberbia que da el poder absoluto. Es un refrán tan reiterado como ignorado aquel que dice que Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla. El grave problema es cuando por ello, pueblos enteros padecen la guerra y la muerte.
@_alan_santacruz
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