Andrés Manuel López Obrador describe la revolución de las conciencias como un cambio de mentalidad y un renovado interés en participar en los asuntos de la vida pública, el presidente asegura que gracias a su gobierno México está a la vanguardia porque su pueblo es de los más politizados del mundo; sin embargo, la forma en que se está desarrollando la sucesión presidencial contradice esa presunción porque tanto el oficialismo como la oposición sostienen un discurso sin matices que permita la participación ciudadana.
“Elecciones libres con opiniones impuestas no libres no conducen a nada. Un pueblo soberano que no tiene propiamente nada que decir, sin opiniones propias, es un soberano vacío” señala Giovanni Sartori en ¿Qué es la democracia? La ausencia de matices en el discurso de quienes aspiran a ser presidente de México no da oportunidad alguna al debate ni a la generación de ideas propias, todo se trata de estar a favor o en contra de López Obrador, esos extremos no dan cabida a pensar en un necesario proyecto de país, en las políticas públicas urgentes ni en lo que es necesario cambiar o mantener, todo se reduce a comparar las personalidades de los aspirantes, calibrar la posibilidad de que cumplan sus promesas siempre con la vista puesta en la personalidad del presidente.
Esta reducción de lo político a una batalla entre buenos y malos convierte a los ciudadanos en simples espectadores, a los que sólo se les deja la opción de manifestarse a favor o en contra, hasta el momento en que ocurran las elecciones; las constantes violaciones a la ley que desde la mañanera hace López Obrador han surtido el efecto deseado gracias a que la oposición le sigue el juego, antes que realizar planteamientos de gobierno, lo que los aspirantes de la alianza PAN, PRI y PRD hacen es señalar los errores de la Cuarta Transformación, lo que las corcholatas de Morena aprovechan para intentar heredar el carisma del presidente.
Lamentablemente, no parece que vaya a ocurrir algo excepcional de aquí a las elecciones y, una vez más, sólo tendremos la opción de votar a favor o en contra de alguien, no para construir y participar.
Coda. “La ingratitud que parece caracterizar al hombre contemporáneo es la desilusión que acompaña con frecuencia a los experimentos democráticos y son, también, los contragolpes de una promesa demasiado inalcanzable como para poder ser mantenida. El verdadero peligro que amenaza a una democracia que oficialmente no tiene enemigos, no está en la concurrencia de los contra ideales; está en reclamar una verdadera democracia que derrochó y repudia lo que hay”, otra vez Giovanni Sartori.
@aldan