Qué bien nos vendría un director así, como el maestro José Luis Castillo, la Sinfónica se escuchó impresionante, imponente trabajando con su batuta. La Sinfonía No.3 de Bruckner, o esta versión de la tercera de Bruckner, -como sabemos, el llamado Trovador de Dios, solía ser muy crítico con sus sinfonías y las sometía constantemente a rigurosas revisiones por lo que hay más de una versión de varias de sus imponentes nueve sinfonías- fue una verdadera delicia, el movimiento lento, el Adagio. Bewegt feierlicht fue un soberbia caricia al oído, sublime en su profundidad y con una convincente honestidad en su íntima expresión por lo que resultaba imposible escuchar este trabajo del maestro Castillo y no estremecernos en la comodidad de nuestra butaca, y esto es lo que esperamos que haga el arte, es a lo que se supone que asistimos a los conciertos, la música nos cuestiona, nos interroga, saca lo mejor de nosotros. No somos los mismos cuando entramos a un concierto que cuando salimos del teatro, algo tuvo que haberse movido en nuestro interior, no podemos seguir siendo los mismos, la música nos reconcilia con nuestra verdadera esencia, con nuestra naturaleza humana, y esto fue justamente lo que hizo el maestro Castillo en el tercer concierto de temporada. No basta con apegarse a la partitura y hacer una lectura respetuosa y puntual de la obra, es necesario correr riesgos, es necesario interpretar al compositor, con todo lo que esto representa, una lectura no basta, no es suficiente, el arte de dirigir exige otras cosas.
Ahí estaba yo embelesado en mi butaca, escuchando una de las mejores terceras de Bruckner que recuerdo, e incluyo grabaciones de grandes orquestas y directores, y sí, porqué no decirlo, fantaseando libremente acerca de qué cosas tan maravillosas podrían suceder cada viernes en el Teatro Aguascalientes con un director así, son sorprendentes los resultados cuando una orquesta es dirigida por la batuta adecuada, hubo comunión, hubo comunicación, hubo empatía, hubo reciprocidad, para que simplemente, surgiera su majestad la música.
El tercer programa, que por cierto, tuvo un gran poder de convocatoria, las butacas del teatro se poblaron generosamente, inició con el Concierto No.2 en la menor BWV 593 de Vivaldi/Bach, originalmente compuesto por Antonio Vivaldi para dos violines y llevado al órgano por el padre de la música, Johann Sebastian Bach, pero la versión que disfrutamos este viernes fue un arreglo para ensamble de metales realizado por el maestro Jonathan Wilson él es el principal de la sección de cornos de la propia Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, y si la memoria no me falla esta es la segunda vez que nuestra Sinfónica toca esta exquisita versión del maestro Jonathan Wilson en la que se convoca a toda la sección de metales de la OSA.
Como ya lo comenté, en la segunda parte del programa disfrutamos de esta maravilla, la tercera de las nueve sinfonías compuestas por Anton Bruckner con un trabajo verdaderamente convincente del maestro Castillo, y por supuesto, contando con la solvente respuesta de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Sabremos que si uno de los elementos de este binomio falla las cosas no se dan, la magia no surge.
Pero si desde el punto de vista artístico el concierto fue irreprochable, el punto de vista crítico surge en la cuestión administrativa, no se están entregando programas de mano y de verdad que son necesarios. A consecuencia de la pandemia se dejaron de entregar programas de mano, y en ese momento la medida resultaba comprensible, no obstante la información de los conciertos y el programa completo de la temporada estaban disponibles de manera digital, ahora eso no sucede, simplemente, a la hora de escribir las presentes líneas no hay forma de conocer la temporada completa o de ver las notas al programa, simplemente no están disponibles.
Todavía en la temporada pasada, el llamado segundo capítulo del año 2023, estaba en el vestíbulo del Teatro Aguascalientes un código QR que nos ofrecía toda la información, pero en este tercer capítulo ya ni siquiera disponemos de esta alternativa y la verdad que para quienes amamos incondicionalmente la oferta cultural de Aguascalientes y específicamente a nuestra Orquesta Sinfónica nos llena de coraje y tristeza al mismo tiempo, no sabemos cuántos movimientos tiene una obra, y obvio, tampoco es posible saber qué movimientos son, conocer el nombre de los intérpretes y del director, sobre todo en el caso de los huéspedes. Es importante que el público que asiste a los conciertos conozca la trayectoria de los protagonistas de cada concierto, y todo esto, entre muchas otras cosas, lo ofrecen los programas de mano, un elemento indispensable en los conciertos, de hecho, no conozco una sola orquesta en México que cometa el error de prescindir de los programas de mano. Por cierto, en la edición XIX del Festival de Música de Cámara que se celebró, como cada año en el mes de julio, tampoco contamos con esta maravillosa fuente de información, estoy cierto de que esto es un problema que sin duda se podrá resolver en breve y cuidar de que esta omisión no vuelva a ocurrir.
Para el cuarto concierto de esta temporada, o capítulos como se les ha llamado este año 2023, disfrutaremos de un programa que inicia con la Pavana, Op.50 de Gabriel Fauré. Tendremos después el concierto para flauta, Op.39 de Lowell Liebermann contando con la participación de la maestra Megan Maiorana como solista, ella es principal de la sección de flautas de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, y finalmente, la Sinfonía No.1, Op.21 en do mayor de Ludwig van Beethoven. Nos vemos, Dios mediante, el próximo viernes 25 a las 20:30 horas en el Teatro Aguascalientes. Hasta entonces.