Maternidad, vida en pareja, extranjería y malestar cultural - LJA Aguascalientes
08/10/2024

  • Entrevista a Ariana Harwicz acerca de Mátate amor

 

La escritora argentina Ariana Harwicz es autora de varias novelas poderosas, prodigiosas, y por supuesto, incómodas: Mátate amor, La débil mental y Precoz, que conforman la llamada Trilogía de la pasión y Degenerado. Libros que podríamos definir de una belleza cruda, desnuda, que atrapa y que envuelve a los lectores, para llevarlos a cuestionar varios de los tópicos que nos construyen, que nos constituyen como ciudadanos de este mundo global. La primera novela de esta trilogía, Mátate amor, se publicó originalmente en el 2012 y estuvo nominada para Booker Prize en el 2018. En México fue publicada por la editorial Dharma books. Próximamente el afamado cineasta norteamericano Martin Scorsese llevará a la pantalla grande esta historia que transcurre en la campiña francesa, país en donde radica la escritora nacida en 1977, y que es un soliloquio sobre el trance de la maternidad y que coloca al lector frente a la indeterminación de los afectos y vínculos hacia lo más cercano: la familia. Su pluma expone un espectro de emociones contradictorias donde se desmiente la bondad o la crueldad en los recurrentes actos de una esposa, una madre, una mujer.

Conversamos con la autora sobre Mátate amor, una novela que pone el foco sobre la incomprensión, sobre la maternidad, sobre las dificultades de la vida en pareja, sobre la extranjería Harwicz cuestiona y no duda en poner el dedo en la llaga, busca revitalizar el lenguaje, al que deconstruye, al que golpea, para convertirlo en un vehículo que nos explique el malestar cultural actual.

Javier Moro Hernández (JMH): Ariana quería centrarme en Mátate amor, una novela que nos abre muchas preguntas, pero también genera una tensión en el lector. Quería preguntarte sobre la construcción de tu estilo literario.

Ariana Harwicz (AH): Siempre hay alrededor de la cuestión del estilo, de la forma, de qué estilo tiene la escritura de tal escritor, siempre hay un misterio, porque se habla mucho del estilo, pero nadie sabe de verdad bien qué es. Por supuesto hay técnicas y pueden decir que alguien usa más comas, menos comas, frases más largas o al revés, como los americanos a lo Hemingway, más claridad, pero la verdad para mí es el tema más interesante, sobre todo por la pregunta de cómo se hace para lograr que el texto que uno escribe, que la forma de pensar las palabras sea única, no se parezca nada, o se parezca muy poco a otra cosa, Así que sí, trabajo tratando de que las palabras que ya conocemos, con las que nos comunicamos. Con las que estamos hablando ahora, en la escritura no se parecen, no suenen igual, que cada palabra tenga como otro sonido y otra significación, entonces trabajo mucho golpeando el lenguaje.

JMH: La personaje principal de Mátate amor es una mujer que nos pone en entredicho muchos conceptos que supuestamente tenemos muy aprendidos en nuestra sociedad: la maternidad, el matrimonio, la salud, la sexualidad. Nos pone en tensión con esos conceptos y eso también es algo muy interesante de tu novela.

AH: Me gusta que pongan en tensión, como vos decís o en fricción o que disputa o que se pelea a muerte con los conceptos ya conocidos; maternidad, sexo, familia, odios, extranjería, todos los temas de siempre, pero como que lo haga de un modo no realista, porque no es un documental, no es una obra realista, hay algo de ensueño, como que tiene atisbos de realismo, pero de repente hay onírico, como un cuadro, se desarma la forma, trato de armar y desarmar la forma en las novelas. Por momentos es un cuadro realista, parece una pintura realista clásica y de repente es una película de David Lynch, como que tiene el cruce de esas dos realidades, como que de repente estamos viendo algo tan nítido y todo se vuelve muy extraño, muy perturbado todo.

JMH: Tu estilo me recuerda mucho a las pinturas de Francis Bacon, de cierta manera, porque pasamos de algo que nos recuerda la realidad, algo que es real, pero que está siendo perturbado pero que nos interpela sobre estos conceptos, nos perturba porque nos está diciendo cosas que nosotros también hemos pensado sobre estos conceptos, sobre estas ideas preconcebidas.

AH: Es eso exactamente, y cada vez más lo pienso, porque de repente estamos en un cuadro tranquilo en una película clásica, estamos viendo algo nítido en blanco y negro, una madre, un hijo, una familia, un bosque, en el caso de Mátate, amor y de repente hay una transfiguración como sucede con Bacon, te transfigura todo, si yo fuera pintora, de repente todas las formas salen disparadas, todo se vuelve terriblemente abstracto y trato de hacer eso en el lenguaje, de generar rupturas.


JMH: Lo menciona el personaje principal de Mátate amor; “podríamos ser una imagen clásica de familia, hijo, madre padre en algunos momentos, pero también nos está hablando también de estas tensiones que existen en la realidad, en estos conceptos que la sociedad nos ha impuesto, la familia como un todo, la maternidad como el deseo consagrado, el deseo felizmente logrado, pero no necesariamente es así, la felicidad no se logra por esas vías.

AH: Tal cual sí, bueno, mi máxima, mi lema, mi causa en la literatura es que yo trato siempre de imaginar que todo es posible, parto de la base de mí misma de que soy capaz de todo, en la madre es capaz de todo, el padre es capaz de todo, el niño es capaz de todo, es decir, son buenos ciudadanos, pero también pueden convertirse en asesinos, es decir que trato de explorar que todo realmente es posible, llevar al extremo cualquier hipótesis, entonces ella está a punto de tirarse de un auto, está a punto de matar a su hijo, está a punto de abandonar la familia, nada está conservado nada, no hay tranquilidad, todo está en una zona de mucho peligro, es como esa bomba que ponía Hitchcock abajo de la cama y el espectador sabía que en algún momento iba a explotar. 

JMH: En ese sentido, hasta los mismos personajes están en constante tensión, ella lo está, pero como bien dices, su marido lo sabe también, está preguntándose, cuestionándose, dudando todo el tiempo, afirmando que lo está engañando; hay una tensión constante en esta relación. Pero saben bien lo que son capaces de hacer.

AH: También está la conciencia de ellos mismos, todo el tiempo el monólogo de ella es una hiper conciencia, el monólogo principal, el soliloquio está acusando a los otros, acusando a la sociedad, acusando al marido, a los vecinos, al Estado, a la policía, a la ley, al hijo, pero ese huracán de odio también es contra sí misma. Eso es mejor porque hay una conciencia de los personajes, todo el tiempo están desdoblando. 

JMH: Te quería preguntar por ese desdoblamiento, porque justo el pensamiento contemporáneo de esta sociedad nos ha dicho que los seres humanos somos unidimensionales. En tu novela lo que podemos ver es estas múltiples dimensiones de la personalidad. 

AH: Cada vez lo pienso más y así voy a escribir la próxima novela, es como el único indicador que tengo, porque no tengo otra brújula, otra marcapasos, otra brújula de dónde ir, más que saber que siempre parto de la hipótesis, de la tesis, de que cualquiera de nosotros, víctima victimario, ricos, pobres, verdugos o inocentes, todos somos en algún momento,  dependiendo del caso, en qué situación nos encontremos, capaces de lo peor,  y como se dice siempre que la vida tiene la potencia para lo más abyecto, lo más atroz y la mayor de las bondades, yo no divido a mis personajes entre víctimas victimarios, no los hago unidimensionales y alguien decía que los personajes que son únicamente víctimas o únicamente victimarios son totalitarios, porque les sacan la voluntad, el personaje tienen voluntad, tienen independencia, están emancipado, son partes de ir cambiando de roles. 

JMH: Es una novela que como bien mencionas es un soliloquio, un monólogo, que, sin embargo, nos permite conocer a los otros personajes, a través de la voz del personaje principal, pero también aparece la voz del del del amante y hay un diálogo constante con el marido, al cual vamos conociendo su personalidad, aunque sea un personaje al que no escuchemos. 

AH: Cuando digo soliloquio monólogo, cuando hablo también de solipsismo del personaje principal, es algo que está en las tres novelas y mucho más en la Débil mental, pero en las tres hay como vos decís diálogos diferidos, por eso es interesante después ver en teatro como lo trabajan, el tema de la conciencia y la voz de del marido, discute con el marido, están todos los diálogos, lo que pasa que están como encolados en esta primera persona,

pero están las otras voces, no está ella sola, hay como una pluralidad de voces. 

JMH: Podemos conocer hasta la familia de él, ese es otro elemento interesante, podemos conocer en el que viven lo podemos observar. En ese sentido también te quería preguntar sobre el tema de la extranjería, que es otro elemento que conforma la novela, porque ella a través de su voz nos permite observar una sociedad distinta, una sociedad muy maniquea, muy totalitaria, en donde un personaje independiente como ella toca también no genera tensión. 

AH: Genera mucha tensión, son lugares comunes tópicos, pero uno también en la literatura, en el arte se revisitan los tópicos, no hay manera, por más vanguardista, por más revolucionario, rebelde, que sea tu manera de escribir o de pintar o de componer, que no haya una conciencia de visitar tópicos, es imposible, aunque sea para romper los moldes, y acá también está el tópico de la extranjera, que ya se sabe el pato salvaje, siempre el extranjero, el que está señalado con el dedo, el chivo expiatorio, es un lugar un topos del arte, que a mí me encanta, y siempre esa idea del chivo expiatorio que terminan después todos matando, y en ese caso es la extranjera y no para ponerla en el lugar de víctima absoluta, porque en ese coro de salvajes también ella es salvaje, ella también tiene su cuota, su nivel de maldad, pero es una extranjera y la miran raro y no está adecuada, no habla el mismo idioma, entonces se abusan de ella también en este pequeño pueblo.

JMH: El tema de víctima y de victimarios es muy importante en esta novela, porque al final de cuentas también ella lo dice, también ella duda de su marido, en algunas partes dice encontré los condones en el auto, sé que él se tarda cuando sale del trabajo.  Ella tiene dudas, pero esas dudas muchas veces las dudas en realidad son a veces certezas que no nos atrevemos a decir.

AH: Ella muestra en todo su esplendor cuan hipócrita, cuán venenosa puede ser, eso es lo que me gusta de este semi drama – comedia de Mátate amor, ella es muy venenosa, el marido es muy venenoso, y trate de armar una comedia y el drama con escenas de la Vida conyugal de Bergman, metiéndome al drama de la vida de un matrimonio, en donde además ella es extranjera e indagar todos los venenos. Porque ella en algún momento se dice así misma “que guacha soy”, “soy una hija de puta”, ella se juzga a sí misma, se pone en el banquillo de los acusados, ella también se señala con el dedo acusador.

JMH: El tema de la maternidad la desestabiliza, como les pasa a muchas personas, a muchas mujeres, a muchas familias, pero sin duda, por ejemplo, cuando ella está en el sanatorio le preguntan algo los doctores y dice sé cuál es la razón, pero no se las voy a poner fácil, pero otro tema es el de la salud mental, que también tocas, porque es muy fácil cuestionar y es muy fácil señalar, pero hay muy pocos elementos para para tener un equilibrio mental. 

AH: La salud mental es también otro tópico y además es muy teatral, ella lo vive de manera teatral cuando dice voy practicando, voy ensayando la cara de loca, entonces ella misma está delatando ese mecanismo de jugar a ser loca, que está también en las películas de Bergman, es decir, me miro al espejo y practico la cara de loca, hago que estoy loca, pero no estoy loca, toda esa ambigüedad, esa dubitación,  porque cuando la internan como parece la montaña mágica de Thomás Mann, cuando la internan ella saluda ya con el gesto de loca, está todo el tiempo la actuación de estar loca. Es otro modo de marginalizar, de estigmatizar, porque la manera más perversa de enloquecer a alguien es diciéndole que está loco. Está todo el tiempo en juego, todo el tiempo dudamos sí está loca o no, quién está loco y quién está cuerdo, y para mí eso es cómo una película de suspenso y es muy perturbador si alguien está loco o no. 


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