LA RENDICIÓN DE CUENTAS Y LA VOCACIÓN DEL SERVIDOR PÚBLICO | ESTRIDENTE por Por Leo Meza - LJA Aguascalientes
14/12/2024

El término estridente se conceptualiza en torno al sentido del oído. Un sonido agudo o chirriante, según su etimología latina stridens. En esta columna que comienza gracias a LJA.MX tomo el riesgo de hacer un estiramiento conceptual para aludir a los sucesos, ideas y acciones de la agenda pública que generan eco y considero relevante profundizar. Si un sonido puede redirigir nuestra atención entonces una idea también tiene el potencial de replantearnos una realidad dada.

Surgido en 1921, el estridentismo fue el movimiento artístico mexicano que representó ideas progresistas alejadas de la cotidianidad y los rezagos de la sociedad. Esto mismo pretendo lograr a través de las palabras. Al escribir esta columna Estridente comparto mi experiencia en temas relacionados a la rendición de cuentas, la transparencia, el combate a la corrupción, la educación y otros más que me apasionan. En mis redes sociales valoro el intercambio de opiniones de quienes me leen y agradezco las recomendaciones de libros.

Recientemente desde el gobierno federal se han atacado a instituciones autónomas creadas para que los ciudadanos conozcamos el uso y aprovechamiento de los recursos públicos. Por este motivo decidí que el texto inaugural fuera un primer acercamiento a los principios base de la rendición de cuentas. En 2024 el tema es aún más relevante ya que nos permitirá evaluar el desempeño de los gobiernos y votar a favor de un partido o candidatura en las próximas elecciones. 

¿Qué motiva a las personas a preguntar lo que sucede dentro del gobierno? ¿Las personas servidoras públicas deben justificar las decisiones que toman como parte de su labor? En esencia un servidor público debe dar respuestas certeras a quienes las necesitan. Las normas en México establecen criterios y restricciones. No es equiparable el criterio a utilizar si se solicita hacer público el número de niños inscritos a nivel preescolar en Aguascalientes respecto a publicar los planos de construcción del Centro de Justicia Penal en la salida a Calvillo. No obstante, la Constitución reconoce y garantiza como un derecho humano el buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole.

Me parece interesante analizar el ejercicio de rendición de cuentas desde la perspectiva de un servidor público que, como parte de sus funciones, debe responder qué acciones realiza y los criterios que lo llevaron a tomar sus decisiones. Esta lógica es más compleja de implementar en las organizaciones y de asumir de lo que nos puede parecer. Los burócratas detrás de un escritorio, dice Weber, resguardan la información que poseen como un fragmento de poder que se rehúsan a compartir. En las oficinas gubernamentales permea la idea de que el valor de un servidor depende de la cantidad de información que acumula.

Si tomamos en cuenta la premisa platónica de que quienes gobiernan deben ser capaces de tomar decisiones justas y prudentes basadas en la virtud y no la pasión, entonces un servidor público debería ser capaz de llevar a la luz pública su labor. Esta es otra forma de entender la rendición de cuentas. Como un espacio donde la información que sólo es conocida para un par de individuos puede posicionarse en la agenda pública gracias a que alguien pregunta por esta. Así pues, una decisión que no es justa, prudente o de utilidad social, difícilmente podrá ser defendida por los involucrados y optarán por mantenerla en la opacidad.

El académico Andreas Schedler enuncia tres pilares en la rendición de cuenta: información, justificación y castigo. Es difícil estructurar un concepto de entendimiento general y lo suficientemente amplio como el de accountability en la literatura anglosajona. Así pues, se entiende que la rendición de cuentas contempla que los servidores públicos informen de sus decisiones (dimensión informativa) y que también expliquen sus decisiones (dimensión argumentativa). El proceso no está completo sin la coacción mediante castigos. Esto no es más que asumir que esta dinámica de información tiene como objetivo final hacer cumplir la ley o, en su caso, castigar su violación.

Quienes hemos sido parte del servicio público hemos participado en algún ejercicio de rendición de cuentas con mayor o menor alcance. Desde presentar una declaración patrimonial y de intereses hasta responder solicitudes de información o asistir a las llamadas “audiencias ciudadanas” como sucede en Aguascalientes. Estoy convencido que la vocación de servir se basa en gran medida en entender por qué hacemos lo que hacemos y, por muy lejano que parezca, en visualizar a las personas que beneficiamos cuando hacemos bien nuestro encargo.

Sigamos construyendo perfiles profesionales, instituciones eficientes y decisiones transparentes. Sobre estos y otros temas de Aguascalientes escribiré en la siguiente columna.



Show Full Content
Previous SAT presume recaudación tributaria de más de 4 billones en 2023
Next Los expertos y la democracia | El peso de las razones por Mario Gensollen
Close

NEXT STORY

Close

¿Estamos listos para tener una conversación sobre el punitivismo y la justicia restaurativa? Sí

05/05/2022
Close