La ciudadanía de los animales de otra especie por Victor Hugo Salazar Ortiz - LJA Aguascalientes
03/12/2024

En esta ocasión les entrego una reseña de la 18ª Sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal realizada el viernes 12 de agosto del presente en el que la conferencia estuvo a cargo de la maestra Mayahuel Mojarro y llevó por título “Zoopolis: la ciudadanía de los animales de otras especies”. 

En esta sesión la ponente se concentró en ofrecer una síntesis de la obra Zoopolis, escrita por los académicos canadienses Sue Donaldson y Will Kymlicka, en la que reúnen las principales ideas en torno al debate que ha venido desarrollándose, de unas décadas a la fecha, respecto a las reflexiones éticas y jurídicas de nuestra relación con los animales no humanos, misma que, desde el punto de vista de la maestra Mojarro, se propone en la obra señalada llevarla al ámbito político sobre la base de ciertas categorías humanas de deberes análogos relacionales positivos que puedan extenderse y aplicarse a favor de los animales no humanos, permitiendo con ello que se les reconozca como ciudadanos de acuerdo con su estatus relacional con nuestra especie, el cual puede ser como animal doméstico, silvestre o liminal. Entiéndase como animales domésticos todos aquellos que conviven y dependen directamente de las personas en sus casas (caninos y felinos principalmente) o como animales de producción (bovinos, caprinos, porcinos y aves de corral); por animales silvestres aquellos que viven alejados completamente de nuestra especie (en la selva, montaña, llanuras, océanos, etc.) y por último los animales liminales son aquellos que viven en los límites de las ciudades, o en ellas, aprovechando lo que los humanos desechan o lo que pueden tomar de ellos, como es el caso de los ratones, ardillas, ciertas aves y mamíferos.

La maestra Mojarro enfatizó que el trabajo que ella expone es principalmente un estado del arte, como se nombra en el ámbito de la investigación, con el que pretende mostrar los criterios que emplean Donaldson y Kymlicka que permitirían poder justificar las razones por las que los animales no humanos pueden ser reconocidos como ciudadanos, en el caso de los domésticos, cuasi-ciudadanos en el caso de los liminales y como soberanos en el caso de los silvestres.

El avance jurídico en el caso de los animales domésticos de compañía ha progresado bastante y cuenta con buena aceptación social y política, muestra de ello son los reglamentos que se han creado en varias partes del mundo que obliga a la ciudadanía y a las autoridades a hacer valer y cumplir con obligaciones específicas de ofrecer un buen trato a los animales de compañía (alimentarlos, ofrecerles un espacio digno y seguro, cuidar su salud, no amarrarlos, no tenerlos en azoteas, etc.). En el caso de los animales domésticos de producción hay avances mínimos para garantizar su bienestar (jaulas y corrales más amplios, por ejemplo), no obstante, los métodos de explotación y su sacrificio siguen siendo lícitos. Al respecto se desprenden dos corrientes dentro de la ética animal, el bienestarismo y el abolicionismo. El primero sostiene que mientras a los animales se les dé una buena vida, con base en sus requerimientos naturales, los seres humanos estamos autorizados a hacer uso de ellos y sacrificarlos compasivamente dado que se les trata bien; los abolicionistas, por el contrario, postulan que no deberíamos usar a los animales de ninguna manera para evitar todo tipo de explotación especista. Los autores de Zoopolis, indicó la maestra Mojarro, postulan que dado que los animales domésticos comparten un espacio geográfico y político específico con miembros de nuestra especie deberían reconocerles derechos ciudadanos análogos, en cierta medida, a los de cualquier persona, de manera que agentes humanos puedan defender sus derechos de todas las injusticias que se cometen en su contra, el principal de ellos la explotación en las que se les trata como objetos de producción lo que conlleva para ellos la pérdida de sus vidas en favor de nuestra especie de manera injustificada, esto en razón de que estudios recientes demuestran que no se requiere de ingerir tanta proteína animal, como nos los hacen creer los empresarios de la industria cárnica. Entonces, al reconocer a los animales domésticos como ciudadanos se les garantizaría poder tener una vida más justa.

Por su parte, los animales no humanos liminales se integran dentro de la categoría de cuasi-ciudadanos y lo son en tanto que están dentro de un territorio, pero sin estar sujetos a un dominio humano, sino que actúan conforme a sus instintos naturales sin depender totalmente de un control específico de las personas. Donaldson y Kymlicka utilizan esta categoría de manera análoga a lo que ocurre con personas que se van a trabajar temporalmente a otro país y que como tales no son considerados ciudadanos sino cuasi-ciudadanos, aun así, los amparan derechos internacionales que no deben ser violados. En el caso de los animales liminales no son considerados corresidentes de las comunidades humanas y en ese sentido como ciudadanos, sino como ya se dijo, cuasi-ciudadanos que comparten nuestros territorios políticos y por lo tanto tendrían que recibir un conjunto reducido de derechos.

Por último, está la categoría de los animales soberanos, que son los que no tienen ningún contacto con territorios humanos, al contrario, viven alejados de éstos. El problema “legal” para estos animales no humanos es que la especie humana invade violentamente sus territorios modificándolos, deteriorándolos, contaminándolos o empleando la violencia mediante el exterminio de individuos para apropiarse de ellos. La maestra Mojarro, siguiendo la propuesta de los autores de Zoopolis, enfatizó que debe regularse enérgicamente mediante leyes internacionales esta expansión invasiva de nuestra especie en esos territorios para evitar la injusticia que se comete en contra de los animales que habitan esos espacios, y deben ser transfronterizas ya que los animales no humanos desconocen y no tendrían porque sujetarse a las limitaciones geográficas que imponemos los seres humanos, dado que son sus territorios y ellos deben ser reconocidos por nosotros como los soberanos de estos. La maestra Mojarro utilizó como analogía el caso de comunidades humanas asentadas dentro de un territorio político en el que practican sus propios usos y costumbres por lo que se respeta su soberanía política y, a pesar de ello, no se les excluye de contar con derechos que deben respetárseles. 

Para concluir, la maestra Mojarro señaló que la propuesta de Zoopolis supera en gran medida a la ética animal en el sentido de que esta se basa en derechos negativos (no los mates, no les hagas daño, etc.), en tanto que la de Donaldson y Kymlicka en derechos positivos a partir  del reconocimiento de ciudadanía, cuasi ciudadanía o soberanía  de cada comunidad animal con base en sus características naturales, independientemente del espacio territorial en que se encuentre y esto nos obliga a respetarlos, no solo moralmente sino también políticamente. 

Los invitamos a que revivan esta interesante conferencia en el link que les comparto a continuación: https://www.youtube.com/watch?v=iwtM-XB1zFI.



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