Una de las conclusiones sorprendente de los juegos olímpicos es que podemos observar a los seres humanos en su máxima expresión física. Conocer al hombre o mujer más rápido del mundo sobre tierra y bajo el agua o al que más alto ha saltado en la historia.
Una de las competencias más taquilleras en los juegos olímpicos es la final de los 100 metros planos varonil donde se conoce al hombre más rápido del mundo. Ese lugar que dominó Usain Bolt durante varios Juegos Olímpicos.
La prueba dura menos de 10 segundos y pone a todo un estadio y al mundo entero, de pie, tirando flashes y pegados al televisor, al teléfono o a la computadora.
La tecnología ha permitido captar paso a paso dicha prueba y dar seguimiento a cada paso que dan los deportistas. Noah Lyles de Estados Unidos, Thompson de Jamaica y Kerley de Estados Unidos protagonizaron el cierre más cerrado en la historia reciente de la carrera de 100 metros planos.

Entre Lyles, quien obtuvo la medalla de oro y Thompson hay una cerrada diferencia que se asemeja al cierre de la película Cars entre Rayo Mcqueen, Doc Hudson y Chic. Sin embargo fue Lyles quien logró entrar solo 5 milésimas antes que Thompson, los tiempos oficiales fueron 9.784 para Lyles y 9.789 para Thompson.

Después de la victoria, Lyles ha publicado un mensaje en redes sociales donde afirma que su principal rival a vencer no fue ni Thompson ni Kerley, sino la ansiedad, la dislexia, el asma y la depresión, afirmando que esas condiciones no son las que lo definen sino en lo que te conviertes después de superarlo.





