¡Vivan las cactáceas! ¡muera el pasto! | Imágenes de Aguascalientes por Carlos Reyes Sahagún - LJA Aguascalientes
04/11/2024

En el norte de esta caótica ciudad hay un restaurante cuyo nombre no diré, pero que tiene plantados en su acera seis olivos, especie vegetal que nunca había visto en vivo y dramático color, y tan cerca como para palpar sus frutos e imaginar el deleite de unas aceitunas rellenas de anchoas, acompañadas con una cerveza bien muertita, y si es en Toledo, capital de Castilla La Mancha, mejor…

Este restaurante tiene dos áreas de servicio, una bajo techo y otra a la intemperie en lo que es un estupendo jardín botánico, con un montón de islitas de tierra rebosantes de diversos tipos de vegetales y las mesas protegidas con sombrillas; en verdad un museo vivo. La imagen muestra uno de estos espacios, con tres tipos distintos de cactáceas. Confesaré mi ignorancia diciendo que la de en medio, que recibe el poco agraciado nombre de euphorbia láctea cristata, nunca la había visto, la de la izquierda, por el nombre seguro es hermana de la anterior: euphorbia trigona, de la que Mi dulce compañía tiene una en casa, y la tercera es una sábila -y yo creyendo que si de cactáceas hablamos sólo existían los nopales, los agaves, los cardenches, los órganos y las biznagas…-

A propósito del título de estas líneas, igual no es para tanto, pero señora, señor: la verdad es que entre nosotros no debería cultivarse el pasto, que encontramos en parques y jardines, en las casas, en los camellones; no debería, por su gran necesidad de agua, que nos falta y que muchos desperdician con ejemplar miopía. 

En cambio deberíamos adornar estos espacios con beldades como estas, que requieren de menos agua (diría el poeta que las cactáceas, al presentir su belleza se llenaron de espinas para protegerse de las manos celosas) que igual adornarían muy dignamente estos sitios, debidamente organizadas con pedrería.

Crear jardines acordes con el entorno ambiental es una exigencia de nuestra conservación. Para este caso es preciso combatir esa dimensión cultural perversa que considera a las cactáceas como expresión de la pobreza y el atraso.  Por el contrario, fomentar el orgullo de la vegetación del semidesierto en que fuimos sembrados, como se fomenta la cocina tradicional, los pueblos mágicos, etc. Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].


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