Estimados lectoras y lectores: En la anterior colaboración ofrecí, una vez más, tratar de resolver las causas inesperadas que me han impedido cumplir, con la puntualidad de tiempos pasados, el envío de varios de los números de la serie sobre la Historia de la UAA a nuestra casa editorial.
Vanas promesas porque las causas inesperadas son imposibles de prever y en las actuales circunstancias también me es imposible atenderlas con la celeridad de antaño.
Por tanto, para evitar que en esos casos quede vacío el espacio de “Cátedra”, procederé a llenarlo con parte de mi producción antigua pero que no deja de tener actualidad, como es el caso de la poesía, género literario al que me introdujo el inolvidable maestro de Literatura Carlos González Rueda en aquél nuestro querido Instituto en la Generación del medio siglo.
Nos enseñó la teoría desde el ritmo, la métrica, los versos que componen estrofas y sus nombres según el número de sílabas, estrofas y acentuación, así como la forma de organizarlas, desde los sencillos tercetos y cuartetos hasta los sonetos alejandrinos de 14 sílabas. Desde luego, la lectura y el estudio de grandes poetas de la historia estuvieron presentes.
En donde el asunto se complicó fue cuando nos dijo, más o menos: “ya tienen las bases; ahora viene la práctica y sobre ella iremos afirmando la solidez de lo aprendido; pero recuerden siempre que no solo se trata de hacer una tarea por cumplir un compromiso y tampoco se trata solo de demostrar un conocimiento; se trata de sentir lo que se escribe o, dicho de otra manera, escribir lo que se siente, pues no hay poesía sin sentimiento; de tal manera que si lo que escriben o declaman logra conmover las fibras más profundas del ser humano: tal vez una sonrisa o acaso hasta una risa; una nostalgia, una tristeza o incluso un llanto, entonces serán dignos de ser llamados poetas.” Y terminó invitándonos a publicar las poesías que escribiéramos.
Gracias, maestro González Rueda.
Vida estudiantil
Yo le hice caso y lo primero que hice fue publicar algo simplón cuando se me encomendó la Secretaría de Acción Cultural, en la revista Vida Estudiantil -que el Círculo de Estudiantes Aguascalentenses (del Instituto) editaba, según entiendo, desde los años veintes, es decir, hace un siglo-. Es una gran lástima que los estudiantes hayan dejado de hacerlo porque eso ayudaba, junto con el Fandango Estudiantil, el basketball y otras actividades de mucha relevancia, a mantener una comunicación directa con nuestra sociedad, de la cual formábamos parte actuante.
Alguna vez ordené un poco todas las poesías líricas que se acumularon a través de los años en una gruesa carpeta, selección que titulé primero “Poesías de juventud” y posteriormente “Poesías sin nombre”, porque consideré que si la poesía dice todo lo que debe decir, no necesita repetirlo. Finalmente, el volumen quedó con el título “Si quieres tú”.
Y la inicié con un sentido mensaje que dice: “Acreditando que no fundo dos bens protegidos escaninhos de sua alma tenha, eu, a esperança de que você me leia por uma deliberada escolha…”: Lourdes Barroso Távora.
Que siempre he guardado en mi corazón y del que os hago partícipes. Finalmente, lo dediqué a
Mis pequeñas:
Bien sabéis que
-con el perdón de las musas-
siempre os consideré pecadillos de juventud,
incapaces de valeros por vosotras mismas
en estos tiempos saturados de exigencias
más mercantiles que literarias;
más aparentes que auténticas.
Mas llegué a la conclusión
de que nadie tiene el derecho de ocultar su obra
por pobre que sea,
ni puede arrogarse por temor,
por egoísmo o por vanidad
la facultad de juzgarla,
así sea quien mejor la comprenda;
esa función corresponde a los demás.
Es por eso que he resuelto
liberaros de mi solitaria prisión,
otorgaros la mayoría de edad
y permitiros emprender un viaje
que espero sea el más prolongado y feliz posible
por los hermosos caminos del mundo,
dándoos como único consejo
el de que jamás os dejéis fascinar o abatir
por las centelleantes carteleras de la crítica.
Y si más tarde o más temprano
encontráis un espíritu sencillo
que os haga valer
porque sepáis prodigarle vuestras líricas ternuras,
entonces habréis encontrado el secreto de la plenitud.
Amantísimamente
Netzahualcóyotl
Nos veremos la semana próxima.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina




