El banquete de los pordioseros
Aniversario 83 de la Escuela Diocesana de Música Sacra
Hace algunos años, no sé realmente cuántos, pero ya han pasado algunos, salía yo de Catedral cuando me encontré con un sacerdote buen amigo mío, platicamos un poco, y casi para despedirnos, él me preguntó que a dónde iba, le respondí que iba a la Escuela de Música Sacra, mi interlocutor puso cara de sorpresa y con una sonrisa de incredulidad en el rostro, me dijo: “¿todavía existe?”, y después de una sonrisa mucho más amplia y confiada me dice, “es que está muy olvidada”, tuvimos un breve intercambio de opiniones en donde yo lamenté esta situación, nos despedimos y me encaminé a mi destino, durante el trayecto, no sé, alrededor de 10 o tal vez 15 minutos, me fui pensando en esa situación de lamentable olvido, ya en alguna ocasión lo habíamos comentado en reuniones en esta casa de estudios. En fin, llegué a la Escuela, y me presenté ante mi grupo integrado por unos 9 o posiblemente 10 estudiantes, ya para entonces considerábamos alarmante la situación de tener tan pocos alumnos en la modalidad de bachillerato que es de lunes a viernes por las tardes.
Recuerdo esta anécdota a propósito de que esta digna y noble institución de educación musical acaba de cumplir el pasado 15 de enero sus primeros 83 años de vida. Por las aulas de esta escuela han pasado algunos de los mejores músicos de Aguascalientes, egresados que con su trabajo han enriquecido la vida cultural de nuestro estado, no sólo lo que respecta a la música sagrada, sino a todo el quehacer musical en general, algunos grandes músicos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes estudiaron en estas aulas, otros se han dedicado a la enseñanza de la música, a dirigir coros, no sólo parroquiales, sino coros en general abordando los repertorio más demandante del canto lírico, y por canto lírico debemos entender todo aquel canto que demanda una formación docta para una digna interpretación, otros se han ido a Europa a buscar un lugar dentro del canto operístico, en fin, el egresado de la Escuela Diocesana de Música Sacra está preparado para enfrentarse a los retos más demandantes que plantea la música erudita.
Pero el fin para el que fue creado esta noble institución musical, por cierto, la escuela de música en activo más antigua de Aguascalientes, -y sin renunciar a otras expresiones musicales-, es la de preparar cantores, coros, maestros de capilla o directores de coro que se encarguen con profesionalismo, compromiso y convicción, a cantar en los oficios divinos, y esto no es cualquier cosa, lejos de lo que podamos pensar, que con aprenderte dos o tres notas en la guitarra tienes lo suficiente para cantar una misa, de hecho la guitarra no es lo más recomendable para cantar una misa, el instrumento propio de la liturgia es el órgano, preferentemente de tubos, la liturgia exige mucho más para quienes desean cantar en la Sagrada Eucaristía, la liturgia, celosa como debe ser de sus contenidos, exige de quienes cantan en los servicios, una preparación musical solvente y con un absoluto conocimiento de lo que es la liturgia, así evitaremos ridículos que vemos tan frecuentemente en los coros que cantan las misas, como por ejemplo, cantar el Gloria en tiempo de cuaresma o adviento.
La liturgia es un asunto que debemos tomar con absoluta seriedad, tanto que para eso existe una escuela diocesana que se encarga de preparar profesionalmente a los animadores de la liturgia para que esto se haga con la mayor dignidad y decoro posibles.
Yo como católico, convencido y practicante, estoy profundamente orgulloso de la riqueza cultural que emana de la Iglesia Católica, creo que ninguna otra institución en la siempre inconclusa historia de la humanidad, ha promovido tanto el arte como la Iglesia Católica Romana, en general, pero me quiero referir en este espacio concretamente a la música, ¿qué otro credo religioso ha generado tantas obras musicales tan maravillosas para enriquecimiento de la humanidad? Esto les decía yo a unos Testigos de Jehová que fueron a mi casa el domingo, yo les pedía que me dijeran cuántas obras de arte en general, concretamente, cuántas obras musicales que han trascendido en la historia han sido compuestas por los Testigos de Jehová, se me quedaron viendo con las cejas arqueadas y los ojos casi desorbitados, los dos vieron sus relojes y dijeron que era hora de retirarse, yo insistí, de hecho, me fui siguiéndolos en la calle mientras ellos apuraban el paso.
Sí amigos lectores que presumo que también son grandes melómanos, la Iglesia Católica tiene un acervo de arte musical impresionante que ninguna otra institución lo tiene. Díganme ustedes, directores de coros parroquiales e integrantes de estos coros que suelen adaptar, indebidamente, canciones populares a la liturgia, o peor aún, himnos luteranos, díganme, ¿por qué no tomar más en serio las cosas, por qué no amar la liturgia y que ese amor los lleve a preparase para poder desempeñar el papel de cantor, de director de coro, de maestro de capilla, con toda dignidad? Sí, ahí está la Escuela Diocesana de Música Sacra con una lamentable crisis en su matrícula, ahí está justamente para eso, para que la música que se interpreta en los oficios divinos se acerque más al Destinatario, si Dios, a Él va dirigido nuestro canto.
Larga vida a nuestra amada Escuela Diocesana de Música Sacra, y felicidades por estos primeros 83 años de dignificar la liturgia, por insistir en el Canto Gregoriano, la joya de la corona de la música sagrada católica, por conservar el latín y por enseñar la música con convicción, conocimiento erudito y pasión.
