México lidera un desgarrador ranking entre los países de la OCDE: es el primer lugar en casos de violencia sexual infantil. Esta no es sólo una estadística, sino una realidad dolorosa que afecta profundamente a las infancias. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), cada día alrededor de 4,320 niñas y niños son víctimas de este delito. Sin embargo, activistas advierten que la cifra real podría alcanzar los 17,712 casos diarios.
Más allá de los números, esta crisis es un llamado urgente a reflexionar. Las cifras duelen porque representan sueños rotos y vidas inocentes de quienes no han sido protegidos ni escuchados.
Según el informe Es un secreto. La explotación sexual infantil, elaborado por la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia A.C., se estima que cada año ocurren 4.5 millones de agresiones sexuales contra menores en nuestro país. Lo más desgarrador es que el 80% de estas agresiones son perpetradas por familiares cercanos, personas que deberían ser fuente de amor y cuidado.
Escuelas: de refugio a escenario de violencia
Las escuelas, espacios que deberían proteger y formar, se han convertido también en escenarios de abuso. Niñas y niños de apenas 3 a 7 años han sido agredidos dentro de las aulas o incluso sacados de los planteles para ser violentados.
Entre los casos documentados, los testimonios son escalofriantes:
- Menores obligados a soportar tocamientos o a tocarse entre ellos.
- Docentes exhibiéndose ante los grupos.
- Niños amarrados, amordazados y humillados frente a sus compañeros.
Cada uno de estos casos es un recordatorio de cómo hemos fallado como sociedad al no proteger a las y los más vulnerables.
¿Qué estamos haciendo para proteger a nuestras infancias?
Ante esta devastadora realidad, en 2024, el Senado de la República hizo un llamado al Poder Ejecutivo y a las secretarías federales para reforzar las estrategias que protejan a las niñas y niños de México. La Secretaría de Educación Pública (SEP) fue exhortada a implementar medidas urgentes que atiendan las recomendaciones del Comité de Derechos del Niño de la ONU, mientras se pide fortalecer la coordinación entre instituciones para llegar a las regiones más vulnerables del país.
Romper el silencio: una responsabilidad compartida
En ocho de cada diez casos, los agresores son familiares cercanos. Este es un recordatorio de que el abuso no ocurre en lugares lejanos, sino en los entornos que deberían ser seguros. Las niñas y niños necesitan adultos que les crean, que les den voz, que estén dispuestos a escuchar incluso lo que duele oír.
Según estadisticas, cada diez minutos hasta 123 niñas y niños son víctimas de violencia sexual en México. No podemos permitir que esta realidad se normalice. Las infancias merecen crecer en entornos de amor y protección, libres de miedo y violencia.
Es tiempo de escuchar, actuar y garantizar que las infancias nunca más sean traicionadas por quienes deberían cuidarles. Porque cada niña y cada niño tienen derecho a una vida sin violencia.
