El banquete de los pordioseros
Blood on the Tracks – Bob Dylan
Ya ves, Bob Dylan está de moda en estos días con motivo del lanzamiento de la película Complete Unknown (Completo Desconocido), que, por cierto, es una frase de su canción Like a Rolling Stone del disco Highway 61 Revisited publicado en 1965, es decir, hace 60 años, el texto dice: “How does it feel? To be without a home, like a complete unknown, like a Rolling stone (¿Cómo se siente? Estar sin casa, como un completo desconocido, como una piedra rodante), y ya que hablamos del disco Highway 61 Revisited, para mí es el mejor trabajo, sin menospreciar el maravilloso Blonde on blonde de 1966, o el inmenso Bringing it all back home de 1965, este es importante, entre otras cosas, por ser su ingreso al rock después de ubicarse en el contexto folk de este inmenso compositor nacido en Duluth Minnesota el 24 de mayo de 1941 con el nombre de Robert Allen Zimmerman, que posteriormente cambió su nombre artísticamente hablando, por el de Bob Dylan, y es el único músico, sin importar el género, en haber ganado un Premio Nobel de Literatura por el profundo contenido de sus letras.
Pues bien, todo lo anterior es un antecedente para ubicarnos en lo que quiero compartir contigo en el Banquete de este día, los cincuenta años de la publicación del disco Blood on the Tracks que vio la luz pública el 17 de enero de 1975. Este álbum definitivamente no es el mejor de Dylan, pero sin duda está entre los mejores, no solo de la producción de Bob Dylan, sino de los mejores de ese año, y posiblemente, de la década de los setenta, es el decimoquinto disco en estudio del compositor estadounidense. El disco fue recibido con mucho entusiasmo por la crítica especializada, incluso la revista Rolling Stone, con todo lo cuestionable que suele ser, ubico esta producción musical entre los mejores discos de rock de todos los tiempos, y la revista digital Pitchfork Media lo calificó como el quinto mejor disco de los años 70. Desde el punto de vista comercial, que definitivamente no es una prioridad en los intereses de los grandes artistas, es decir, sin quitarle méritos al aspecto comercial, no creo que ningún verdadero artista grabe un disco, pinte un cuadro, escriba un poemario, componga una sinfonía, pensando en la capacidad de venta de su obra, eso definitivamente no es, pero no se desdeña la venta de la pieza de arte, en este caso, un disco. En Estados Unidos alcanzó el primer puesto en las listas de Billboard 200, y en el Reino Unido fue el cuarto en la lista de los discos más vendidos, además de obtener el certificado de disco de platino por la RIAA (Recording Industry Association of America).
Para la grabación de este disco, Blood on the Tracks, Dylan buscó a antiguos amigos y músicos con quienes ya había trabajado, como es el caso de Mike Bloomfield que participó en la grabación de Highway 61 Revisited, pero no aceptó trabajar en esta nueva producción. También visitó a Graham Nash, Stephen Stills, David Crosby y Neil Young entre otros, pero ninguno aceptó trabajar en la grabación de este nuevo álbum de Bob Dylan. Por ejemplo, el tecladista Mike Bloomfield dijo: “todas las canciones empezaron a sonar igual para mí, todas estaban en la misma clave, todas eran largas. Fue una de las experiencias más extrañas de mi vida”.
Los ingenieros del estudio de grabación de A&R Recording Studios de Columbia reportan que Bob Dylan iba de una canción a otra como si se tratara de un popurrí, cambiaba de opinión respecto a cuántos compases debería haber entre un verso y otro, y esto lo hacía de una toma a otra de la misma canción, sabemos que fue muy difícil reclutar músicos de sesión para las sesiones de grabación de Blood on the Tracks, ya que no aguantaban el ritmo de trabajo de Dylan. Finalmente, los músicos que participaron en la grabación fueron, entre otros, Charles Brown III en la guitarra junto con Barry Cornfeld, Chris Weber y Kevin Odegaard. Billy Peterson y Tony Brown en el bajo, la batería le fue encomendada a Richard Crooks, Beill Berg, y con los teclados de Paul Griffin, Gregg Inhofer, Thomas McFaul. Como vemos, no son nombres destacados en el mundo del rock en ese momento, pero sí resultaron ser músicos lo suficientemente solventes para responder a las exigencias, y a veces caprichos de Bob Dylan, y claro, a una que otra ocurrencia del compositor.
A pesar de todas estas situaciones adversas, el disco Blood on the Tracks, nos presenta algunas canciones icónicas de Dylan, tal es el caso de Tangled up in blue, Simple Twist of faith, Idiot wind, o Shelter from the storm.
Como te comentaba al inicio de esta entrega, Blood on the Tracks está muy lejos de ser uno de los cinco mejores discos de Bobby Dylan, están ya lejos sus grandes obras maestras, lo mismo que sus momentos estratégicos al renunciar al folk en su presentación en el Festival Folk de Newport e interpretar la canción It’s all over now, baby blue de su maravilloso trabajo Bringing it all back home, por cierto que sobre esta canción hay algunas especulaciones que nos dicen que baby blue, de quien él se despide, no se trataba sólo del folk como género musical, sino de una mujer, algunos biógrafos de Dylan afirman contundentemente que se refiere a Joan Baez, compañera sentimental y socia en el trabajo de la música, como sea, queda ahí el tema para la especulación.
Que sea esto un pretexto para sacar el disco de la fonoteca y darle una revisada, Blood on the Tracks, publicado hace cincuenta años.