La Columna J
Cabeza de confetti – Mente de meme
Estimado lector de LJA.MX, con el gusto de saludarte como cada semana, quiero aprovechar esta ocasión para agradecerte en demasía tu tiempo, tu atención y tu buena disposición para leer esta columna. La columna de esta semana tiene que ver con la falta de pensamiento crítico en nuestra sociedad; por eso la he titulado “Cabeza de confetti o Mente de meme”. Y bien, tiene que ver con toda una tesitura de cómo la gente repite las cosas sin tener conocimiento de causa. Hace tiempo escuché una frase que me gustó mucho, que decía: “El producto más perfecto del capitalismo es un obrero en condiciones precarias que defiende al capitalismo y al liberalismo”. Y es que, sin duda alguna, tenemos que indagar y reflexionar sobre todo lo que está pasando en la posmodernidad en cuanto a la información se refiere.
El filósofo Jacques Derrida, padre de la deconstrucción, nos ofrece una perspectiva crucial para analizar esta crisis del pensamiento crítico. En su obra La escritura y la diferencia, Derrida plantea que el significado nunca es fijo, sino que está en constante desplazamiento a través de un juego de diferencias. Esto es fundamental en nuestra era digital, donde la información se replica y se descontextualiza hasta el punto de convertirse en una suerte de simulacro, una distorsión de la realidad original. En este contexto, el problema no es solo que la gente repita sin cuestionar, sino que, al hacerlo, despoja a las ideas de su complejidad, reduciéndolas a meros eslóganes o memes virales. La posmodernidad nos ha llevado a consumir información como si fuera un producto desechable, sin verificar fuentes ni contrastar posturas.
Derrida también advierte sobre el peligro del logocentrismo, esa creencia de que el lenguaje es un vehículo transparente para la verdad. En un mundo donde predominan las fake news y la manipulación mediática, es imperativo cuestionar no solo lo que se dice, sino cómo se dice y quién lo dice. Si no desarrollamos herramientas para analizar críticamente la información, nos convertimos en sujetos pasivos, fácilmente manipulables por discursos ideológicos que solo buscan reforzar estructuras de poder. La verdadera resistencia, entonces, no está en repetir consignas, sino en desmontarlas, en aprender a leer entre líneas y en desafiar el sentido común con preguntas incómodas. En tiempos de inmediatez y sobreinformación, el pensamiento crítico es el último bastión contra la alienación.
En el contexto actual, donde convergen diversas corrientes filosóficas como el dogmatismo, el empirismo, el racionalismo, el materialismo y el idealismo, se evidencia la necesidad de una perspectiva que abarque la complejidad inherente de nuestra realidad. La epistemología de la complejidad, propuesta por Edgar Morin, ofrece un marco para comprender y abordar esta intrincada red de interacciones y significados. Morin señala que la complejidad no es simplemente una complicación, sino una invitación a reconocer la interconexión y la interdependencia de los fenómenos, superando la fragmentación del conocimiento.
En relación con la inteligencia artificial (IA), la epistemología de la complejidad nos insta a considerar no solo los avances tecnológicos, sino también las implicaciones éticas, sociales y culturales que conllevan. La IA, al procesar y generar información, participa en la construcción de realidades que afectan nuestras percepciones y decisiones. Por ello, es crucial adoptar una visión transdisciplinaria e intercultural que permita integrar diferentes saberes y perspectivas, reconociendo que el conocimiento es una construcción dinámica influenciada por múltiples factores, incluyendo el lenguaje, la cultura y la historia.
Este enfoque nos invita a trascender una “mente de meme” o una “cabeza de confetti” que celebra únicamente aquello que refuerza nuestros sesgos, sin cuestionar ni profundizar en la complejidad de los asuntos. Al abrazar la epistemología de la complejidad, fomentamos un pensamiento crítico y reflexivo que nos permite navegar las incertidumbres del mundo contemporáneo y construir una sociedad más equitativa y sostenible.
Hoy más que nunca es menester indagar y validar la información, nos hemos desplazado ante la posibilidad de esforzar el proceso cognitivo y versar únicamente en la orden que le damos a ChatGPT. El mundo ya está suficientemente polarizado. La información se ha vuelto la sombra de las sombras en el sentido pérfido de la existencia. Estimado lector, créame, en los próximos 5 o 10 años la intelectualidad será un lujo que muy poca gente podrá alcanzar, pero el punto no estriba en dicha consideración. Alude a que solo la gente que tenga la posibilidad de razonar podrá ser ligeramente libre en las cadenas del sentido común y las modas establecidas con la dinámica y la velocidad del consumismo rampante.
In silentio mei verba, la palabra es poder.