En un giro digno de una película distópica de bajo presupuesto, el municipio de Ixmiquilpan, en Hidalgo, ha decidido ponerle freno al todopoderoso imperio de la Coca-Cola y la cerveza Corona. La comunidad de Cantinela ha tomado cartas en el asunto y, con un simple cartel, ha prohibido la compra y venta de estos productos. ¿El castigo para los infractores? Una multa de hasta cinco mil pesos. Ahora, el refresco y la chela más vendidas de México son prácticamente mercancía de contrabando en este pequeño pero valiente pueblo.
¿Por qué Cantinela prohibió Coca-Cola y Corona?
Aquí es donde la historia se pone aún más interesante. No hay una razón oficial, pero el internet nunca decepciona con sus teorías. Algunos dicen que todo se debe a un noble boicot contra estas marcas, en respuesta a su supuesto apoyo a las deportaciones de migrantes en EE.UU. Otros afirman que la decisión es menos heroica y más bien comercial: un pacto entre la delegación de Cantinela y otra empresa refresquera que, en un acto de generosidad digna de Robin Hood, ofrecería programas sociales a la comunidad a cambio de borrar del mapa a Coca-Cola y Grupo Modelo. En otras palabras, cambiar de amo, pero seguir siendo siervo.
¿Cómo afecta esta medida a la comunidad?
La comunidad de Cantinela tiene mil 531 habitantes, una fracción diminuta de los más de 98 mil que viven en Ixmiquilpan. Sin embargo, el impacto de la medida no es nada despreciable. Los pequeños comerciantes, que dependen de la venta de refrescos y cervezas para sobrevivir, ahora se ven en una encrucijada: ¿seguir la ley y ver sus ventas caer en picada o unirse a la clandestinidad del tráfico de Coca-Colas? La decisión parece difícil, aunque la historia nos ha demostrado que, cuando de antojos se trata, siempre hay formas de conseguir lo prohibido.
Por otro lado, la comunidad ha demostrado ser bastante creativa con sus normativas. No es la primera vez que imponen restricciones curiosas: han multado a quienes no cumplen con faenas comunitarias e incluso han bloqueado la entrada de camiones repartidores de ciertas empresas. En Cantinela, el orden y la disciplina se toman muy en serio (al menos cuando se trata de elegir qué refresco se puede tomar y cuál no).
El silencio de las grandes corporaciones
Sorprendentemente, ni Coca-Cola ni Grupo Modelo han emitido una postura al respecto. Quizá porque no creen que una comunidad de mil 500 habitantes pueda representar una amenaza a sus multimillonarias ganancias. O tal vez porque están ocupados descifrando cómo una simple lona con letras grandes logró lo que ni las campañas de salud pública ni las advertencias sobre la diabetes han conseguido: hacer que la gente deje la Coca-Cola.
Se prohíbe comprar o vender productos coca cola @FEMSA y Corona @GrupoModelo_MX en Centinela, Ixmiquilpan Hidalgo!
La población de Centinela se rige por usos y costumbres… pic.twitter.com/Cj4QSKUcNT
— Armando La Libertad (@merengues2) February 9, 2025
Sin embargo, la gran pregunta es: ¿esto se quedará en Cantinela o se convertirá en una tendencia en otros municipios? Algunas comunidades han mostrado interés en seguir el ejemplo, y si la cosa sigue así, podríamos estar presenciando el nacimiento de una resistencia local contra el monopolio de las bebidas ultraprocesadas. O, en el peor de los casos, solo estamos viendo cómo una comunidad cambia de proveedor por conveniencia económica.
¿Qué sigue para Cantinela?
La realidad es que nadie sabe cuánto durará esta prohibición. Si la historia nos ha enseñado algo, es que el mercado negro siempre encuentra la manera de florecer cuando hay restricciones absurdas. Tal vez en unos meses veremos operativos policiacos decomisando latas de Coca-Cola en operativos al estilo narco, o tal vez los habitantes de Cantinela simplemente optarán por ir al municipio vecino a comprar su dotación de refrescos y cervezas.
Lo cierto es que esta pequeña comunidad ha dado mucho de qué hablar. Ya sea por convicción política, por intereses económicos o simplemente por ganas de hacer historia, Cantinela ha logrado lo impensable: desafiar a dos gigantes del mercado. ¿El mundo cambiará a partir de este acto de rebeldía? Probablemente no. Pero al menos nos ha dado una gran historia para contar.