El deporte de alto rendimiento ha sido, desde hace décadas, un escenario de disputas que trascienden lo meramente competitivo, involucrando cuestiones de identidad, equidad y política. En el centro de la más reciente controversia está la Asociación Internacional de Boxeo (AIB) y su enfrentamiento con el Comité Olímpico Internacional (COI) por la participación de dos boxeadoras, Imane Khelif (Argelia) y Lin Yu-ting (Taiwán), en los Juegos Olímpicos de París 2024. La disputa, que ha escalado hasta el ámbito judicial, se ha convertido en un símbolo de los debates globales sobre inclusión y derechos de las personas trans en el deporte.
Un conflicto con raíces en la normativa deportiva
El conflicto inició cuando la AIB, organismo que en 2023 descalificó a Khelif y Lin de sus competiciones argumentando que no cumplían con los criterios de elegibilidad de género, se opuso a su inclusión en los Juegos Olímpicos de 2024. A pesar de que el COI permitió su participación, basándose en que ambas boxeadoras fueron registradas como mujeres al nacer y han competido durante años en la categoría femenina, la AIB ha insistido en que la presencia de las atletas representa una amenaza para la equidad deportiva.
La organización argumenta que sus pruebas de verificación de género—cuyos detalles no han sido divulgados—indicaron una ventaja biológica significativa. Sin embargo, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) negó haber participado en estas pruebas, lo que genera dudas sobre la transparencia del proceso de la AIB.
El presidente del COI, Thomas Bach, ha sido enfático en defender la inclusión de Khelif y Lin, asegurando que no existen dudas sobre su condición de mujeres ni sobre su elegibilidad bajo los estándares del organismo olímpico. No obstante, la AIB, encabezada por Umar Kremlev y con financiamiento de la empresa estatal rusa Gazprom, ha respondido con acciones legales en múltiples jurisdicciones, incluyendo Suiza, Francia y Estados Unidos.
La politización del debate: Trump y su orden ejecutiva
La disputa entre la AIB y el COI no solo se inscribe en el contexto deportivo, sino que se ha visto reforzada por la reciente orden ejecutiva del presidente estadounidense Donald Trump, titulada “Mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos”. Este decreto busca prohibir la participación de atletas trans en competiciones femeninas y fue utilizado como argumento legal por la AIB para respaldar su postura contra la participación de Khelif y Lin.
Trump, durante el acto de firma de la orden, calificó la inclusión de mujeres trans en el deporte como un acto de “trampa” y aseguró que Estados Unidos impedirá la entrada de atletas trans extranjeras, lo que podría afectar a futuras ediciones de los Juegos Olímpicos, especialmente Los Ángeles 2028. Este posicionamiento ha generado una mayor polarización, con sectores conservadores respaldando la medida y defensores de los derechos LGBTQ+ denunciando su carácter discriminatorio.
Ciencia, equidad y derechos humanos
Más allá de la controversia política y legal, la cuestión de la participación de atletas trans en competiciones femeninas sigue siendo un tema de debate en la comunidad científica y deportiva. Mientras que algunos sectores sostienen que la biología otorga ventajas inherentes a quienes han pasado por la pubertad masculina, otros estudios científicos han señalado que las diferencias físicas pueden atenuarse o desaparecer con tratamientos hormonales. Un estudio publicado en Sports Medicine en 2017 no encontró pruebas concluyentes de que las mujeres trans tengan ventajas significativas en el deporte, mientras que otro de 2023 argumentó que las diferencias en altura o musculatura no justifican una exclusión automática, ya que en el deporte también existen variaciones físicas naturales entre atletas cisgénero.
La postura del COI ha sido clara en cuanto a la necesidad de establecer criterios de inclusión sin vulnerar los derechos humanos. La ONU y diversas organizaciones de derechos LGBTQ+ han criticado las medidas restrictivas que buscan excluir a atletas trans sin pruebas científicas sólidas.
Más allá del boxeo: un debate global
El caso de Khelif y Lin no es aislado. Otros deportes de élite han abordado la cuestión de la participación trans con distintas regulaciones. Disciplinas como atletismo, natación y ciclismo han impuesto restricciones a las atletas que hayan pasado por la pubertad masculina, generando controversia sobre la equidad de estas normativas. La FIFA, por ejemplo, ha optado por analizar cada caso de forma individual en lugar de establecer prohibiciones generalizadas.
La discusión en torno a la inclusión de atletas trans es un reflejo de debates sociales más amplios sobre género, derechos y equidad. Si bien la búsqueda de condiciones justas en la competencia es legítima, excluir a deportistas trans sin criterios claros puede derivar en discriminación institucionalizada.
Hacia una solución basada en evidencia y derechos
La batalla entre la AIB y el COI pone de manifiesto las tensiones existentes en torno a la inclusión trans en el deporte, donde se entrecruzan factores científicos, políticos y sociales. La judicialización del caso, la influencia de figuras como Trump y la falta de consenso en la comunidad deportiva evidencian la necesidad de enfoques más inclusivos y basados en evidencia.
En lugar de recurrir a medidas punitivas o prohibiciones tajantes, la solución debe pasar por investigaciones científicas rigurosas, diálogos entre organismos deportivos y la creación de regulaciones que garanticen tanto la equidad competitiva como los derechos de las personas trans. Como sociedad, el reto no es excluir, sino encontrar caminos que permitan la participación justa y digna de todas las personas en el deporte de alto rendimiento.