Cosas Veredes
Movilidad, la encrucijada de la ciudad
La movilidad urbana y el servicio de transporte público en la zona conurbada de la ciudad de Aguascalientes se encuentra en una situación límite, pues con 1.4 millones de habitantes en los municipios de Jesús María, San Francisco de los Romo y la propia capital, y cerca de 800 mil vehículos automotores, en el corto plazo las autoridades estatales y municipales tendrán que tomar decisiones para orientar a que la urbe avance hacia una ciudad sustentable, donde lo más importante sean las personas y su derecho a la movilidad y al espacio público, o por el contrario continuar en la inercia que lleva, como una ciudad donde lo más importante son los automóviles, demandando cada vez más supuestas vías rápidas, arrollando los espacios públicos y complicando la vida a las personas, tanto peatones como los propios automovilistas y motociclistas.
Debiéramos vernos en el espejo de las ciudades de mayores dimensiones que la nuestra, y cómo se han desarrollado en materia de movilidad y espacio público.
Ya es muy conocido que los especialistas y la propia experiencia han demostrado que las demandadas y apreciadas avenidas y calles conocidas como vías rápidas porque supuestamente tienen flujo continuo, o muy pocos señalamientos que obliguen a los vehículos a detenerse, son una infraestructura de doble filo, pues ayudan a que los automotores se desplacen con agilidad, aunque en el corto plazo la tendencia inexorable es que esas vialidades se saturen porque, por una parte se incrementa la demanda y el uso de más vehículos por esa supuesta agilidad, y por la otra, la construcción de esas vías rápidas tuvo que hacerse bloqueando muchas de las vialidades secundarias paralelas y perpendiculares, obligando a los automóviles y demás unidades a tomar las avenidas supuestamente rápidas, contribuyendo a su saturación y los llamados embotellamientos.
Apenas en 2022 se concluyeron las obras para el llamado “flujo continuo” en la Avenida Aguascalientes. Y tres años después ya es evidente que en los horarios de mayor demanda, en las horas pico, el desplazamiento de vehículos tanto en la vialidad principal como en sus afluentes y derivaciones, es cada vez más complejo. Y se ve la imperiosa necesidad de que se construyan más obras de infraestructura para aliviar temporalmente los congestionamientos viales, siguiendo así el círculo vicioso de “más vialidades rápidas”, más vehículos, más congestionamientos, más vialidades.
Mientras la realidad nos muestra la saturación de las “vías rápidas” cada vez más conflictuadas, la población que no se transporta en vehículos particulares, vive su propio infierno, pues los 500 autobuses de transporte público no tienen capacidad de atender toda la demanda del servicio y, así como hace 50 años, las personas que necesitan trasladarse a su lugar de trabajo o escuela y no cuentan con vehículo a su servicio, se ven obligados a usar bastante de su tiempo, tanto en la espera del autobús como en el desplazamiento. Además se ha demostrado que las familias que deben usar el servicio de autobuses urbanos, gastan buena parte de sus ingresos en pagar el transporte diario de sus integrantes que estudian o trabajan.
La necesidad de transportarse en la urbe incrementa la tendencia al aumento del parque vehicular de la zona conurbada, pues la familia que no cuenta con vehículo busca la manera de conseguir uno, ya sea antiguo o extranjero porque son más baratos. O la familia que ya tiene uno o dos, busca otro para el uso de otros miembros de la familia. Y así, la tendencia nos señala que en pocos años nuestra ciudad podría llegar a tener tantos vehículos como habitantes, con la obligada necesidad de infraestructura y espacio vial que no tenemos.
La zona conurbada de Aguascalientes está en el momento crucial para decidir su estrategia de movilidad y espacio público: o se sigue la inercia de avanzar como ciudad para automóviles, como lo han hecho las grandes ciudades de México, o se cambia de estrategia para que nuestra ciudad tenga como centro a las personas, y por lo tanto se hagan las inversiones para garantizar un moderno sistema de transporte público, eficiente, limpio, digno, ágil, puntual, económico, de tal manera que la gente ya no esté obligada ni a adquirir, ni a transportarse en automóviles.
Hace algunas décadas, las autoridades del estado hablaban y planeaban que se evitaría la conformación de una megaurbe, y que se buscaría desarrollar otras ciudades medias en el estado. La realidad y los intereses especulativos se impusieron y hoy tenemos una zona urbana que abarca desde Peñuelas hasta San Francisco de los Romo, 40 km de diámetro, incluyendo las poblaciones urbanas de Jesús María.
Hace algunos años, las autoridades municipales hablaban de tomar el ejemplo, e hicieron viajes de estudio e intercambio a Curitiba, Brasil, donde se ha logrado un exitoso desarrollo urbano sostenible. Al parecer esos ímpetus quedaron atrás.
Más recientemente se llegó incluso a usar, divulgar y medir el “Índice de Copenhaguización” de nuestra ciudad para medir la calidad de vida, el uso de transporte no contaminante, creación de más y mejores espacios públicos. Solo quedó en buenas intenciones, algunas acciones aisladas y ya casi nadie recuerda eso.
Aún estamos a tiempo. La tendencia hacia una gran ciudad de automóviles no es fatal, la autoridad estatal y municipal puede y debe implementar políticas públicas para que Aguascalientes sea una ciudad amable y sostenible. Patear el bote, permitir que nuestra ciudad esté a merced de la inercia y la especulación, sería un acto de terrible irresponsabilidad.




