Opciones y Decisiones
El donaire que sí importa
La muy poca gracia y salero con que la fracción dominante en el Congreso de la Unión había venido literalmente toreando las invectivas de la oposición en el Poder Legislativo, respecto de que bastaba optimizar la plataforma de tributación al SAT, para satisfacer los requerimientos de “bienestar” para el pueblo de México; acaba por volverse polvo de una tarde desairada, bajo la confluencia de dos factores económicos críticamente estructurales del sistema político-económico del país.
El primer factor, externo, es el arribo de Donald Trump en segundo mandato a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Con su estilo de gobernar a base de Órdenes Ejecutivas, simplemente dicho: “decretazos”, a manera de sordo proteccionismo económico y labioso populismo patriotero, para satisfacer el nuevo espejismo de masas supremacistas-xenófobas, aplaudidoras de este anhelo de grandeza reconquistada, de nuevo. A costa de cortar de tajo las amarras con el resto del mundo.
Tarascada que implica el triscar los hilos conductores desde y hacia Canadá y México. Los mandobles del sable trumpista en cobro de aranceles, a más de plebes mordiscos contra sus dos principales socios comerciales, son embestidas monetaristas contra el normal funcionamiento del sistema preinstalado jurídicamente en pacto trilateral del TMEC, reinstalado por él mismo. Y, con el resto del mundo, a golpes de guante desafiante para demostrar su hegemonía económica. Los aranceles como hierro amenazante contra cualquier agente económico que ose desafiar su dominio mercantil superavitario. Aunque, entiéndalo usted, la innegable expansión económica mundial de los Estados Unidos, está ligada a la reconstrucción del mapa continental a partir de la Segunda postguerra Mundial, y un amplísimo consenso internacional por un pacto equitativo… En USA se le llamó New-Deal. Hoy, sólo atinamos a ver -en la cumbre- a un gigante pantagruélico.
Debemos a la pluma de François Rabelais, cinco novelas escritas en el siglo XVI, en francés, como historia fantástica de Gargantúa y Pantagruel. Pantagruel era secuela de un libro anónimo titulado Les Grandes Chroniques du Grand et Enorme Géant Gargantua (Las grandes crónicas del gran y enorme gigante Gargantúa). Se describe en él la vida de un gigante de un apetito tan voraz que ha dado forma a la expresión “banquete pantagruélico”, con gran humor y todo tipo de excentricidades. (Cfr. Wikipedia. https://shorturl.at/gTpgK).
El paralelismo o analogía se desprende fácilmente. El desmesurado expansionismo norteamericano durante tres cuartos de siglo, no se midió en proporción a las economías que engullía, sino al ritmo y proporción de su ambición de poder. El resultado concomitante ha sido un descomunal desequilibrio deficitario en lo mercantil-financiero, frente al mundo, lo que a la percepción desde dentro parece ‘un trato abusivo’ de los países que intercambian con él. Con el malestar adicional de que un trato tan desigual causa la pérdida relativa de riqueza nacional, a su costa. Lo que, en términos simples y llanos, representa una tremenda indigestión ácida. Sin embargo, el discurso populista y supremacista endilga la responsabilidad en los países subdesarrollados o dependientes que se adhieren como rémoras a su veloz flujo como gran economía de escala. O bien, lo atribuye a economías desarrolladas como las europeas, cuyo moderno desarrollo se ha debido en gran parte a la generosa subvención económica-financiera que ha salido de sus arcas del Tesoro.
El poderoso país norteamericano se ve a sí mismo como el garante de la paz y el orden universal, que alcanzó hegemonía mundial como gendarme intercontinental para someter a los países de ideologías bélicas o de “guerras santas” contra los infieles de occidente; dígase enfáticamente de los países musulmanes radicales o terroristas. El siglo XXI que inauguramos, tiene como sino original la Caída de las Torres Gemelas de Nueva York, recién arrancaba el año 2001 del milenio. Había llegado a esta línea roja, la pujante “Tercera Ola” que profetizaba el “cambio de Poder”. Que cerraba la promisoria era del Neoliberalismo del ciclo que iniciaron Margaret Thatcher (1979-1990), Ronald Reagan (1981-1989), y habría de cerrar la Administración William Clinton (1993-2001). A quien sucedió George W. Bush (2001- y un segundo mandato en 2005).
Es conocido como un modelo económico que ha desempeñado un papel crucial en la transformación del mundo moderno. En su corazón, aboga por la libertad individual, la propiedad privada y la competencia en el mercado, y por reducir al mínimo la intervención del Estado. Hacia el inicio del segundo mandato de Bill Clinton, como candidato a la reelección hizo célebre la expresión: “es la Economía, ¡estúpido!”.
Es la era en que se consolida la globalización económica, reaparece Europa al centro del interés mundial con la consolidación de la Unión Europea, la caída definitiva de la “Cortina de Hierro” en Europa Oriental, y la deconstrucción de la URSS como confederación de Repúblicas Soviéticas, para restaurarse como Rusia, (1991) en federación soviética. A partir de allí, el mundo dejó un orden bipolar de hegemonías políticas antitéticas, para convertirse en un mundo monopolar de sino Capitalista, regido por los países así reconocidos, centrales, bajo el dominio de un Capitalismo Dirigente mundializado. Esta es la escena sociopolítica bajo el capitalismo de Los Estados Unidos de Norteamérica.
Digamos que esta última fase se ha caracterizado por la crisis económica que durante la primera década de este siglo amenazaba con transformarse en crisis generalizada; cuyo signo más evidente es la Inflación rampante con recesión económica (por eso llamada Estanflación); un verdadero apocalipsis para la economía de todas las escalas del planeta, fenómeno inherente al freno de la expansión económica norteamericana. Con razón, el análisis científico marxiano caracteriza este tipo de fase como Ciclo del Capital, que de hecho predice como repetitivo en el tiempo y lo diagnostica como: Ciclo de Sobreproducción.
Para aplicación de nuestro caso, la imputación de Trump contra las economías externas a su interior continental, o cercanas “Offshore” (Canadá y México) no tiene nada que ver con el “folklore” del abuso, el robo de plazas laborales, y el oportunismo sobre su riqueza interna, sino con una especie de fagocitosis “pantagruélica” de economías de menor escala; lo que en los hechos significa una tremenda indigestión mercantil-capitalista que excede la capacidad de asimilación del mercado mercantil-capitalista dependiente. De modo que, lo que debiera buscar -en lugar de culpables de su pantagruélico Déficit- debiera ser un eficaz revulsivo de su colosal indigestión ácida. Es decir, aminorar o cortar o abreviar sus ciclos productivos en desequilibrio con el mercado externo mundial; incluidos México y Canadá. Lo que no implica “gravarlos” en castigo con aranceles impositivos. A priori. Requiere con urgencia como plan de salvamento un gigantesco “Alka Seltzer”, en el sistema reproductivo del Capital.
El segundo factor, interno a México, corresponde a la ya fallida insistencia de falta de auténtica Política Fiscal del régimen actual de Morena, que ha sido reiteradamente justificada desde su fundador de la Cuarta Transformación hasta este primer ciclo constitucional de Gobierno de Claudia Sheinbaum, según la cual se ha dogmatizado que basta con la consolidación de la plataforma de contribuyentes actuales al SAT, haciéndola más eficaz mediante la tecnología digital, para satisfacer la demanda de bienes y servicios del Bienestar; sin hacer necesaria la concurrencia sistemática y holística del empresariado nacional.
Mayor aberración no puede haber en materia fiscal, al pretender eliminar el pacto explícito entre los poseedores nacionales de Capital y el Estado Mexicano. Distingamos con prístina claridad, de una vez por todas, el discurso político de interés populista y hegemónico de Andrés Manuel López Obrador y su comparsa de círculo rojo, como bloque en el poder; de la realidad intrínseca a los ciclos reproductivos del Capital, uno de cuyos factores detonantes es precisamente la inversión dura y cruda en Capital de Trabajo, es decir, en la generación intencional y sistémica de la fuerza de trabajo viva, para revaluación del Capital.
El pretender mantener una distancia puramente ideológica, desde el discurso maniqueo de López Obrador -como doctrina bautismal de consagración militante-, de: nada con “la oligarquía rapaz”, ‘esos neoliberales corruptos e impunes”, porque son nuestros adversarios que deben ser aniquilados en la Historia, y “ya son los derrotados moralmente…” per saecula saeculorum. Resulta, a todas luces, falsa e insostenible en los hechos. De verdad, él mismo hizo, ha hecho, pacto selectivo con destacados miembros del sector empresarial, siempre y cuando sirvan a su proyecto histórico de dominación.
De manera que, a reserva de profundizar esta línea de análisis estrictamente económica. El apotegma dogmático de la Cuatro T, respecto de su negación absoluta al pacto nacional necesario de Política Fiscal. Es un argumento lábil, engañoso, insostenible frente a un sistema mundial fundado en el crecimiento integral de los países, en torno al Capital Dirigente a escala global. [email protected].