Parece que para algunos, el espectáculo debe continuar… hasta que un delfín se estrelle contra el concreto en plena función. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha suspendido las actividades del delfinario en el Hotel Barceló Riviera Maya, un lugar que, por lo visto, creía que las leyes ambientales eran más una sugerencia que una norma.
El detonante de esta medida fue un video que circuló en redes sociales donde Mincho, uno de los delfines en cautiverio, se golpea brutalmente contra una superficie de concreto al fallar en una acrobacia. La escena, digna de una película de terror para cualquier defensor del bienestar animal, no fue un caso aislado. De hecho, el delfinario ya tenía antecedentes de negligencia: en 2024, dos delfines, Alex y Plata, murieron bajo circunstancias sospechosas.
La Profepa, que llevaba más de un mes inspeccionando el establecimiento, confirmó lo obvio: el delfinario operaba sin la autorización de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para realizar espectáculos. Es decir, no solo hacían shows ilegales, sino que además ponían en riesgo a los animales con actos que ni siquiera debían estar en su plan de manejo.
Pero si alguien pensó que este problema apareció de la nada, las organizaciones animalistas Empty the Tanks México y Dolphin Freedom UK rápidamente pusieron el dedo en la llaga: han denunciado desde hace años las condiciones de maltrato en estos lugares. Lo más preocupante es que la Profepa parece haber tardado más de un lustro en reaccionar. “¿Por qué la autoridad ambiental tardó seis años en actuar?”, cuestionaron activistas en redes sociales. Y es una pregunta difícil de ignorar.
El caso de Mincho es solo la punta del iceberg. Según información divulgada por grupos defensores de los derechos de los animales, desde 2019 han muerto al menos cuatro delfines en este delfinario: Mincho, Kala, Alex y Plata. Y eso sin contar los otros muchos ejemplares que han pasado por las mismas condiciones en otros delfinarios del país, usados como atracciones turísticas hasta que su salud se deteriora.
La suspensión del delfinario en el Hotel Barceló es, en palabras de la Profepa, “solo la primera medida”. Mariana Boy Tamborrell, titular de la dependencia, aseguró que se intensificarán las inspecciones en los 31 delfinarios del país. De estos, 18 están en Quintana Roo y albergan a más de 450 delfines. Si las condiciones en el resto son similares, la industria del entretenimiento con delfines tiene los días contados… o al menos eso nos quieren hacer creer.
Porque aunque la medida suena como un avance, la pregunta que muchos se hacen es si esto es realmente un cambio estructural o simplemente un control de daños. Después de todo, la Profepa reaccionó después de que el escándalo se hiciera viral en redes sociales, no antes. Si Mincho no hubiera fallado su salto de la manera más trágica posible, ¿seguirá el delfinario operando sin consecuencias?
Lo cierto es que la indignación pública ha sido clave para presionar a las autoridades, pero aún queda mucho por hacer. Mientras los delfines sigan siendo una atracción turística y no seres vivos con derechos, casos como este seguirán ocurriendo. Y aunque hoy cierran un delfinario, mañana podría abrir otro bajo un nuevo nombre y con los mismos abusos.
Por lo pronto, Mincho ha sido trasladado a otro sitio para su cuidado, pero la verdadera pregunta sigue en el aire: ¿realmente se hará justicia o solo estamos viendo una estrategia para apagar el escándalo?
Vía Tercera Vía
