Mientras la narrativa oficial sigue repitiendo el mantra de la austeridad republicana, la realidad pinta un cuadro muy distinto: más de 60 millones de pesos se esfumaron en un puente de cristal poco utilizado, trajes de lujo, regalos para empleados y paseos a parques de diversiones. Todo esto ocurrió bajo la supervisión de una Cámara de Diputados dominada por Morena, el partido que supuestamente encabeza la lucha contra el derroche.
El encargado de autorizar estos gastos fue el diputado morenista Armando Contreras Castillo, presidente del Comité de Administración de la Cámara. Sus decisiones reflejan un peculiar concepto de austeridad, donde los legisladores parecen haber olvidado que el dinero público debería destinarse al servicio ciudadano, no a convertir el Congreso en una agencia de viajes y reparto de premios.
Un puente de cristal que nadie usa: 26 millones al vacío
Uno de los gastos más escandalosos fue la construcción del Puente Bicentenario de la Constitución Federal de 1824, que conecta el Palacio Legislativo con la ex Garita de San Lázaro. Un lujo de cristal templado con dos elevadores, cuyo costo alcanzó los 26.6 millones de pesos.
El detalle curioso: nadie lo usa. La ex Garita de San Lázaro no está abierta al público y el puente, que se suponía sería funcional para empleados y legisladores, se convirtió en un costoso adorno.
La obra fue adjudicada en un principio a Corporación Integral Bedrok, pero extrañamente, después se descubrió que la empresa no terminó la obra y la construcción quedó en manos de SAIDPRO, S.A. de C.V., sin que existan documentos públicos que lo acrediten. Como en un truco de magia, el dinero cambió de manos y el contrato desapareció del mapa.
El Congreso, ahora una boutique de lujo
Si algo es prioritario en tiempos de austeridad, al parecer son los trajes y chamarras de alta gama. En junio de 2024, la Cámara de Diputados adjudicó un contrato por 19 millones de pesos a la empresa Grupo Taurus, S.A. de C.V., de reciente creación, para surtir vestimenta a sus empleados.
El paquete incluyó:
- 1,173 trajes para caballero
- 221 trajes sastre para dama
- 726 camisas y 290 blusas
- 537 chamarras tácticas cazadoras
Uno podría pensar que el Congreso se estaba preparando para una expedición al Everest o una gala de alfombra roja. Pero no, era solo otro gasto superfluo disfrazado de necesidad.
“Empleados felices, contribuyentes indignados”
Porque los trabajadores del Congreso también tienen derecho a su dosis de diversión, los diputados decidieron gastar más de 3 millones de pesos en regalos y paseos. El derroche incluyó:
- Día del Niño en Six Flags: 1,080 boletos para empleados y sus familias, con paquetes de comida incluidos, por 700 mil 902 pesos.
- Día de Reyes en el Acuario Michin: 1,056 entradas y alimentos por 472 mil pesos.
- Regalos para Día de la Madre y Día del Padre: refrigeradores, pantallas de 50 pulgadas, computadoras gamer y caminadoras eléctricas, por más de 984 mil pesos.
- Fiesta de fin de año: más premios rifados entre empleados, incluyendo celulares, más pantallas y refrigeradores, con un costo de 706 mil pesos.
Porque claro, ¿qué es una legislatura sin su correspondiente posada de lujo?
Cursos de “superación”, o cómo gastar 11 millones en cualquier cosa
La capacitación siempre es importante, pero en la Cámara de Diputados, la definición de “formación legislativa” es bastante flexible. 11.3 millones de pesos se gastaron en 36 cursos y talleres, muchos sin relación con el quehacer parlamentario.
Entre los más destacados:
- “Sororidad: fortaleciendo la unión entre mujeres” – 111 mil pesos.
- “El estilo y la imagen que proyectas en tu entorno laboral” – 80 mil pesos.
- “Prevención del suicidio, manejo de ansiedad y estrés en el trabajo” – 137 mil pesos.
Y no podían faltar los cursos tecnológicos más trendy, con un toque de hacker:
- “Hacking ético”, “Reparación de laptops avanzado”, “Kanban”, “Redes de telefonía de nueva generación”, entre otros, con un costo superior a los 1.5 millones de pesos.
Uno pensaría que los legisladores estaban entrenando para su siguiente empleo en Silicon Valley, en vez de enfocarse en mejorar la legislación del país.
¿Austeridad? Solo en el discurso
Mientras se pedía a la ciudadanía ajustarse el cinturón, la Cámara de Diputados ajustaba el suyo con trajes de alta costura, cursos de crecimiento personal y paseos a parques de diversiones. Todo mientras el gobierno federal insistía en la necesidad de recortes presupuestarios y medidas de ahorro.
Los hechos dejan claro que la austeridad republicana no es más que un discurso vacío cuando se trata del gasto interno del Congreso. Y aunque algunos intenten justificar estos desembolsos como “necesidades operativas”, el puente inútil, los regalos y los boletos para Six Flags sugieren otra realidad: la austeridad es solo para los ciudadanos, no para quienes dicen representarlos.
