México ha recibido una tentadora invitación para asistir a la cumbre de los BRICS en 2025. Lula da Silva, presidente de Brasil y autoproclamado defensor del multilateralismo, quiere ver a México, Colombia y Uruguay sentados en la mesa de este bloque económico que, según él, representa “casi la mitad de la humanidad” y “la mitad del PIB internacional”. Claro, porque si hay algo que al bloque BRICS le faltaba, era un poco de sabor latinoamericano.
Pero no tan rápido. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha respondido con la misma entusiasta energía con la que alguien contesta “te aviso” a una invitación indeseada. “Todavía estamos definiéndolo. Si va alguien, sería, pues, alguien de Cancillería que pudiera ir como invitado a escuchar”. Traduciéndolo al lenguaje diplomático: “Vamos a ir, pero sin comprometernos demasiado”.
BRICS: El Club de los No Occidentales
Para quienes se perdieron la clase de geopolítica, BRICS es un bloque económico conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con un grupo de países adheridos que buscan desafiar el dominio financiero de Occidente. Con recientes adhesiones como Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía, BRICS aspira a consolidarse como un contrapeso económico global.
Uno de los puntos clave en la agenda de 2025 será la “Senda de Finanzas”, enfocada en comercio, inversiones, regulación de inteligencia artificial y cambio climático. Un temario ambicioso para un bloque que todavía no ha logrado unificar su propia moneda. Pero bueno, nadie dijo que desafiar el dólar fuera fácil.
México: Entre Trump y el Multilateralismo
El dilema de Sheinbaum no es menor. Por un lado, acercarse a los BRICS podría significar nuevas oportunidades de comercio con China, India y Rusia, además de acceso a financiamiento alternativo a través del Nuevo Banco de Desarrollo. Por otro, Estados Unidos y el T-MEC siguen siendo el eje central de la economía mexicana. Y aquí es donde entra Donald Trump, el hombre que nunca ha ocultado su desprecio por China y sus satélites económicos.
Trump ha advertido que los BRICS “fueron creados con un mal propósito” y prometió imponer aranceles del 100% a cualquier país que “juegue con el dólar”. En otras palabras, cualquier guiño a los BRICS podría costarle caro a México si Trump regresa al poder. Pero a estas alturas, todos sabemos que la diplomacia económica no se trata solo de decisiones racionales, sino de evitar despertar la furia de ciertos líderes temperamentales.
¿México se Irá con BRICS o Seguirá con T-MEC?
La realidad es que Sheinbaum está jugando a la estrategia del “ver y esperar”. Con elecciones en EE.UU. en puerta y una relación comercial profundamente atada a su vecino del norte, cualquier movimiento en falso podría afectar a sectores clave como la inversión extranjera, la manufactura y la tecnología.
Mientras tanto, expertos advierten que la decisión de sumarse a los BRICS no es tan simple como levantar la mano en una cumbre. Enrique Dussel Peters, del Centro de Estudios China-México de la UNAM, recuerda que el crecimiento económico y la diversificación de mercados son procesos largos, no anuncios de “mañanera” que se traduzcan en cambios inmediatos. “Estos son largos procesos de empresa, de proveeduría, de conseguir fuerza de trabajo”, señala. Es decir, si México quiere diversificarse, debería haber empezado hace años.
Por otro lado, Armando Pineda Osnaya, investigador de la UAM, sugiere que quizá ya sea momento de que México vea más allá de Norteamérica. “No tiene ya caso seguir apostándole al mercado que fue Norteamérica porque está dejando de serlo prácticamente”. Una afirmación audaz, considerando que el 80% de las exportaciones mexicanas siguen yendo a Estados Unidos.
Mucho Ruido, Pocas Novedades
Hasta el momento, la postura de México sigue siendo la misma: asistir a la cumbre como observador, sin compromisos. Ni un “sí” entusiasta ni un “no” tajante. Tal vez Sheinbaum simplemente esté esperando ver quién gana las elecciones en EE.UU. antes de tomar una decisión que pueda costarle caro.
Lo cierto es que los BRICS, con toda su promesa de “multilateralismo”, siguen siendo una alternativa interesante pero no exenta de riesgos. Mientras tanto, México sigue en su eterno vaivén diplomático: demasiado atado a EE.UU. para aventurarse con China, pero lo suficientemente curioso como para “escuchar” lo que los BRICS tienen que decir.




