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viernes, diciembre 5, 2025

Moda rápida, contaminación lenta | Ambientalistas por: Ana Fernanda Rosiles Ortega

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Moda rápida, contaminación lenta

En los últimos años, hemos estado inmersos en la revolución del “fast fashion”, que vino a cambiar por completo la forma en que se mueve la industria textil en todo el mundo. El “fast fashion” tiene como objetivo principal ofrecer ropa asequible y a la moda, en ciclos de producción cada vez más rápidos. Sin embargo, detrás de esta aparente accesibilidad se esconde una problemática social, económica y ambiental alarmante debido a la proliferación de maquiladoras en países en vías de desarrollo con condiciones laborales injustas, reflejadas en jornadas extensas y sueldos insuficientes, la contaminación de grandes cuerpos de agua debido al desecho de colorantes sintéticos y el uso desmedido fibras sintéticas, es decir, materiales no reciclables ni biodegradables como el poliéster, en el que enfocaremos en este artículo.  

El poliéster es una fibra sintética derivada del petróleo, su popularidad en la industria textil se debe al bajo costo, durabilidad y facilidad de su producción. Sin embargo, su impacto ambiental es pernicioso, ya que, a diferencia de las fibras naturales, como el algodón o la lana, el poliéster no es biodegradable, lo que significa que cada prenda hecha con este material puede tardar siglos en descomponerse. El desierto de Atacama en Chile es uno de los ejemplos más impactantes de este problema, pues está convertido en un vertedero de ropa proveniente del exceso de producción de los países desarrollados. Esta acumulación es consecuencia de una estrategia de mercadotecnia que impulsa la renovación constante de colecciones en las tiendas con cada temporada, lo que convierte el uso de dicho material en una contaminación visible y constante.

Otro punto en contra del uso de poliéster es su contribución a la contaminación por microplásticos. ¿Sabías que cada vez que lavamos una prenda de poliéster, se liberan miles de diminutas fibras sintéticas que llegan a ríos y océanos, afectando la vida marina y, eventualmente, nuestra propia salud a través de la cadena alimenticia? Estudios han demostrado que una sola carga de ropa puede liberar hasta 700,000 microfibras plásticas. Además, la producción industrial de dicho material requiere de grandes cantidades de energía y emite altos niveles de gases de efecto invernadero. Lo que representa una huella de carbono significativa, contribuyendo principalmente al calentamiento global. Según la Fundación Ellen MacArthur, la industria textil es responsable de aproximadamente el 10% de las emisiones globales de carbono, una cifra superior a la de la aviación y el transporte marítimo combinados.

A pesar del panorama preocupante en el que es necesario tomar medidas para disminuir su producción y consumo, existen alternativas para reducir el impacto ambiental del poliéster. Por ejemplo, adaptar modelos como el “slow fashion” o la moda sostenible, donde se propone un consumo responsable de las prendas basado en su calidad y durabilidad. La solución está en optar por materiales naturales o reciclados, apoyar marcas comprometidas con la sostenibilidad y prolongar la vida útil de nuestra ropa a través del cuidado adecuado de cada prenda. 

La responsabilidad de transformar la industria textil no recae solo en los fabricantes, sino también en los consumidores. Cada elección de compra es un voto por el tipo de industria que queremos apoyar. Reducir la demanda de “fast fashion”, exigir transparencia en la producción y adoptar hábitos de consumo más conscientes son acciones que pueden marcar la diferencia. La moda rápida puede ser una tendencia pasajera, pero su impacto ambiental no tiene por qué serlo.

¡Cuando un cambio es necesario, solo el esfuerzo conjunto puede generar la transformación que el mundo necesita!

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